Hay cuerpos que importan (Judith Butler) y en definitiva en el pasado y actual sistema binario patriarcal, falocéntrico y misógino, son los cuerpos de las mujeres los que no importan. Aunque parezca algo imposible, en los años 50 existía un circulado manual el cual  consistía en 10 consejos que toda “buena esposa” debía de seguir para ser exitosa en su natural tarea de ama de casa. Después  de una acalorada discusión con algunas personas de mente retrógrada, quise dar a los 10 mandamientos consagrados en el Manual de la Buena Esposa, algunas respuestas.

  1. Ten lista la cena: no, no tengas ninguna cena ni cualquier otro tipo de comida lista. Cocina para ti, aliméntate tú y preocúpate por ti. No hagas una cena para agradarle y hacerle saber que has estado pensando todo el día en él. Seguro has estado trabajando igual o partiéndote la espalda en un ingrato trabajo que nadie reconoce, ni paga, ni valora. Trabajo que te han dicho por los siglos de los siglos que lo tienes que hacer porque “te toca” y  porque eres mujer. Así que no le prepares nada, preocúpate por ti, cocina para ti, prepara tu platillo favorito y no el de él , deja que se encargue de si mismo, que haga su comida, que lave su ropa y levante sus platos, comienza a ponerte en el primer, segundo y todos los lugares antes que él.
  2. Luce hermosa: luce como te de la gana, nadie tiene el derecho de exigirte cumplir con  algún canon de belleza racista, machista y clasista, occidentalizado y colonial. El cual dicta el tipo de mujer que tienes que ser y como te debes ver. Hay muchas formas de ser mujer, y no es necesariamente con vestidos, listones, cabello alaciado y maquillaje fresco. Si decides lucir de cierta forma que sea porque es tu voluntad, tu deseo y lo que quieres, no porque sea el mandato hegemónico de una cultural patriarcal y heterocapitalista que exige de ti ser un tipo de mujer única: alta, rubia, blanca, delgada, maquillada, “arreglada”, heterosexual y dulce. No te tomes ningún tiempo antes para “arreglarte” para lucir fresca para el macho (esposo). Quédate como te sientas bien, con rolos, en pijama, sin bañarte o como estés. Si lo vas hacer que sea para gustarte a ti, no a alguien más.
  3. Se dulce e interesante: recuerda que no es tu obligación ser “buena, cariñosa, agradable y paciente” tú se como quieras, eres una persona  y tienes todo el derecho a expresar libremente tu estado de ánimo, no tienes que sonreír y ser agradable a la llagada del macho (esposo) porque él haya tenido un día duro y viene del trabajo, quizás aunque no salgas a trabajar fuera de casa, recuerda que también trabajas y más que él. Tú trabajo es 24/7 y  llevas todo el día limpiando, cuidando y preocupándote por lxs demás. Tú también tuviste un día duro.
  4. Arregla la casa: el que quiera que la casa luzca impecable que se ponga las pilas y  la limpie. No es tu obligación que la casa esté limpia, es responsabilidad de todas las personas que vivan en ella. No lo asumas como tu deber, no permitas que te digan que tener la casa limpia es un indicador de buena esposa, madre e hija, no viene en tu ADN el gen de la limpieza, pero si viene en el del patriarcado. Si el macho (esposo) que llega del trabajo quiere encontrar la casa limpia después de su larga y pesada jornada, que limpie él o que te pague (incluyendo todos los años que lo has estado haciendo gratis).
  5. Hazlo sentir en el paraíso: cuidar al macho (esposo) no te dará satisfacción personal, es la gran mentira cultural que te han hecho creer: “si él está bien, tú también”. No eres su payaso, entretenimiento o quien tiene que servirle para que se sienta atendido y cómodo. Si quiere algo que vaya él y si se quiere sentir en el paraíso, que construya su paraíso él. No tienes que hacerlo tú. No arrastres esa pesada carga de hacerlo sentir bien siempre, no te toca, ademas eso es imposible. Si a alguien tienes que hacer sentir en un paraíso es a ti misma. El que quiera llegar a un “hogar” caliente, tranquilo, impecable y dulce, que se encargue.
  6. Prepara a los niños: si no quieres tener niños, aborta, siempre es una opción. No tienes que ser madre por obligación, la maternidad no es un castigo, es una opción. En caso de tenerlos, no tienes que limpiarlos y “arreglarlos” antes de que él llegue. Si los quiere ver relucientes que se encargue como todo lo demás. No creas que son tus tesoros y que tu deber es tenerlos listos para que el macho (esposo) vea a sus pequeños bien. Recuerda que es una responsabilidad compartida y no es tu deber exclusivo cuidar y atenderlos.
  7. Minimiza el ruido: aparte de que te esclavizan con el cuidado y la limpieza, no permitas que apaguen la “lavadora, licuadora y aspiradora”. Bueno, mejor sí, tíralas a la basura.  Todo eso son las cadenas que te amarran a un modo de “no vivir” violento y a un sistema moderno esclavizador perpetuado por una cultura sexista. Y los niños no los calles, dale dulces para que griten más, y “perdón” por el macho que espera un hogar tranquilo después de haber estado en la calle todo el día.
  8. Procura verte feliz: tu felicidad no es la recompensa por su esfuerzo diario, tampoco es tu responsabilidad mostrarte sincera y alegre cada vez que pasa la puerta. ¿Quien recompensa todo el trabajo que realizaste durante tu día? Aparte de pedirte que tengas la cena lista, lucir hermosa, ser dulce, arreglar la casa, hacerlo sentir en el paraíso, preparar a los niños y minimizar el ruido ¿Quieren que sonrías? ¿Acaso quien sonríe después de todo ese trabajal explotador que realizaste?
  9. Escúchalo: recuerda que sus temas no son más importantes que los tuyos. Di lo que tengas que decir en el momento en que lo quieras decir. Hazle saber que el mundo no gira alrededor de él y su falo, si no lo quieres escuchar, vete. No existes para él, existe para ti misma.
  10. Ponte en sus zapatos: tus días también son complicados, nunca paras de trabajar. No trates de excusarlo y quitarle su parte de la responsabilidad. Que se pongan los tuyos también, y si no, entonces es un macho, dile bye.

Lo peor de todo esto, es que estos mandatos aún son atribuidos a los cuerpos de las mujeres, ellas son las que siguen encargándose de las tareas de cuidado y la limpieza, ellas son las que tienen que ser amables y serviciales. Ellas son las que continuan siendo junto a otros cuerpos (migrantes, diversidad sexual, personas con discapacidad etc.) los cuerpos que NO importan.