El país tiene nuevo presidente y vicepresidenta. Nuevo Senado y nueva Cámara de Diputados. Nuevos ministros y directores generales. Y nueva Procuradora General de de la República. Hay muchas expectativas sobre las posibilidades de este nuevo escenario para combatir las tres grandes epidemias que nos afectan: El Covid-19, la crisis económica, consecuencia de la primera, y la corrupción y la impunidad, que venimos arrastrando desde hace muchos años.

Luis Abinader recibió la banda presidencial y la administración gubernamental en medio de una crisis descomunal. Y el desastre no es solamente por el Covid y sus secuelas, sino por el relajo y politización de muchos compromisos y leyes que no se han cumplido.

Pese a la crisis, y los desafíos, el discurso de toma de posesión de Luis Abinader fue claro, directo, comprometido, sencillo, entendible, optimista y esperanzador, además de convocar a la sociedad, a los empresarios, a los grupos de sociedad civil y a todo quien quiera apoyar el país, a unir voluntades para salir del terrible momento en que nos encontramos.

Ha dicho el nuevo presidente que convocará y escuchará a todos los interesados en el trabajo y el diálogo ilimitado para salir adelante, y que dispondrá de una comunicación sistemática con la sociedad y de la rendición de cuentas. Se presentó como un hombre comprometido con los cambios urgentes que requiere el Estado, y que realizará cambios irreversibles en beneficio de la sociedad dominicana.

Explicó que habrá oportunidad de explicar su plan de gobierno y las realizaciones que se propone emprender, pero los 45 minutos de su discurso los dedicó a los asuntos urgentes: Se pondrá en marcha un Plan Nacional de detección, rastreo y aislamiento de los casos de Covid-19, en los cuatro meses que quedan del año se aportarán 66 mil millones de pesos al Ministerio de Salud Público, y se continuarán los programas sociales puestos en marcha por el gobierno anterior, denominados Fase, Quédate en casa y Pa tí, al tiempo que se Pondrá en ejecución un programa de reparación y acondicionamiento de 30 mil viviendas, al mismo tiempo que se lanzará la próxima semana el plan de recuperación del sector turístico.

La situación en que se encuentra el país es inédita, porque se trata también de una crisis global en que todos los países viven momentos de angustia y desesperación, especialmente aliados importantes como Estados Unidos, y los países europeos, además de los vecinos más cercanos a nosotros en la zona del Caribe.

El país necesita ese discurso optimista y alentador que ofreció Luis Abinader. Tenemos que empoderarnos y salir adelante, con todas las fuerzas que aún conservamos para revertir el desastre en que nos encontramos. Buena decisión la anunciada por Luis Abinader de agilizar todos los procesos burocráticos de inversión extranjera, de utilizar la política exterior como un recurso para atraer a los inversionistas y aliados que deseen colaborar con nosotros, y muy especialmente de reconocer e incluir a la diáspora dominicana como parte de la solución de los temas más urgentes.

En su discurso Luis Abinader dejó claro que en su administración no habrá impunidad para los que se van del gobierno ni para los que llegan con él. Y ese mensaje es importante. Es bueno que lo reitere desde el inicio de su mandato presidencial, tal y como ha quedado registrado para la historia, e incluso para recordarlo al finalizar esta gestión que se inicia este 16 de agosto:

Y hoy, aquí, les digo que nuestra democracia ha sido dañada. 

En este punto quiero ser muy claro, preciso, y contundente. En el gobierno que iniciamos hoy, no se permitirá, bajo ningún concepto, que la corrupción del pasado quede impune, el que robó dinero del pueblo, tiene necesariamente que pagar en la justicia por sus actos.

De igual manera quiero hacerles una advertencia a los nuevos funcionarios que me acompañarán en el gobierno del cambio: No voy a tolerar ningún acto de indelicadeza  y mucho menos de corrupción en mi gobierno. El funcionario que se equivoque con el dinero del pueblo, será inmediatamente destituido y puesto a disposición de la justicia. Estamos convencidos de que la corrupción de arriba incentiva la de abajo, que es la delincuencia, que se traduce en inseguridad. Y ambas tienen que ser combatidas sin tregua.

Quiero reiterar para que nadie se confunda, que no habrá impunidad para la corrupción del pasado, ni tampoco para la que se cometa en el futuro.

Estoy comprometido con el pueblo dominicano, con mi familia y con la memoria de mi padre a encabezar un gobierno trasparente y etico, donde el dinero del pueblo se maneje con total y absoluta pulcritud.

Como ven, los retos son difíciles y habrá quien sienta que su ánimo flaquea ante la colosal magnitud de la tarea. No es el caso de los dominicanos y dominicanas y, gracias a su inspiración, tampoco el de su presidente. 

Nos quedamos con ese compromiso, y con los demás que han sido anunciado por Luis Abinader, y estaremos con la expectativa que una gran parte de las promesas que se han formulado sobre el significado del cambio, se conviertan en realidad.