Hillary Clinton hizo historia en julio al convertirse en la primera mujer candidata a la presidencia de Estados Unidos por uno de los dos grandes partidos estadounidenses.

El 8 de noviembre puede dar un paso más y convertirse en la primera presidenta en los 240 años de historia del país.

Clinton tiene tres ventajas concretas que podrían marcar la diferencia para alcanzar la Casa Blanca.

Se trata de prerrogativas que están más allá de las subjetividades, como quién está mejor preparado para gobernar o cuáles propuestas pueden ayudar más al país.

Son ventajas numéricas en las cuales la figura de Clinton influye, pero que también trascienden su campaña en sí.

1. El "muro azul"

Actualmente, el intrincado mapa electoral de EE.UU. parece estar favoreciendo a los demócratas.

En el país los votantes no eligen directamente al presidente, sino al Colegio Electoral. Cada estado tiene un número variante de miembros, según su población en el censo más reciente.

A su vez, en la mayoría de los estados, el candidato que obtenga más votos electorales se queda con la totalidad de los miembros designados. Es todo o nada.

De los 538 votos electorales en total, se precisan 270 para alcanzar la presidencia.

Según el sitio RealClear Politics, que cruza datos de diferentes encuestas, en este momento Clinton parece tener ventaja en estados que le otorgarían 260 votos electorales, mientras que Trump sólo la aventaja claramente en 165.

Los otros 113 votos están todavía muy en disputa.

La mayoría que se inclina en este momento por Clinton se debe en parte al llamado "muro azul", en referencia al color tradicional del Partido Demócrata.

El "muro azul" está integrado por 18 estados más el Distrito de Columbia, los cuales han votado al Partido Demócrata en cada elección presidencial desde la primera victoria de Bill Clinton, en 1992.

Y que, de mantenerse la tendencia, le otorgarían a la candidata demócrata, de entrada, 242 votos electorales de los 270 que necesita para ganar.

Como puede verse de las anteriores cifras, incluso con el "muro azul", Clinton no tiene garantizado aún el número de votos en el colegio electoral que requiere para llegar a la Casa Blanca.

Por eso se habla tanto de los estados clave o péndulo. Sitios como Pensilvania, Ohio y Florida, los cuales han votado a republicanos y demócratas de forma indistinta en las últimas décadas, son impredecibles. Es allí donde cualquiera de los candidatos pueden hacer la diferencia.

2. El poder de las minorías

Los cambios demográficos que está viviendo EE.UU. también favorecen a los demócratas.

El aumento poblacional de las minorías y la llegada de los millennials (votantes menores de 30 años) a la arena política, son buenas noticias para Hillary Clinton.

En la última elección presidencial, 71% de los latinos, 73% de los descendientes de asiáticos y 93% de los afroestadounidenses votaron por Barack Obama.

Por otra parte, los votantes más jóvenes tienden a ser más liberales en temas como inmigración y matrimonio igualitario, lo cual los inclina a votar por los demócratas.

En la citada elección de 2012, dos tercios de los millennials votaron por Obama.

Esta ventaja, sin embargo, se ve algo reducida por las bajas tasas de participación en las elecciones de las minorías étnicas, y en particular de los latinos, comparados con los anglosajones.

Una de las grandes dudas es el papel que desempeñarán en estos comicios las mujeres, que en promedio acuden más a las urnas que los hombres en EE.UU. En las elecciones pasadas, 55% votaron por el actual presidente.

Si bien la idea de votar a la primera presidenta de la historia no ha convencido en masa al electorado femenino como algunos podían esperar, los sucesivos comentarios sexistas de Trump a lo largo de su campaña parecen estar favoreciendo la balanza hacia Clinton.

En otras palabras, el electorado delcandidato Republicano en esta oportunidad está integrado desproporcionadamente por hombres blancos de mediana y avanzada edad.

Siguiendo con las elecciones de 2012, 59% de los votantes blancos depositaron su voto por Romney. Lo que no fue suficiente para darle la presidencia al republicano.

Falta ver si en 2016 la coalición emergente de mujeres y minorías inclinará la balanza a favor de Clinton.

3. La maquinaria del partido

Una de las diferencias más claras entre Clinton y Trump es la postura que han adoptado ambos partidos y sus líderes ante sus respectivos candidatos. El mejor ejemplo fueron sus convenciones nacionales.

Después de una reñida elección primaria, Hillary Clinton fue finalmente elegida como la candidata demócrata a la presidencia. Las figuras más destacadas del partido, como el presidente y la primera dama, Michelle Obama, hablaron a favor de ella e incluso el propio Bernie Sanders dijo que votaría por ella.

En cambio, la convención republicana que confirmó como nominado a Donald Trump ni siquiera contó con la presencia de dos de los presidentes vivos del partido, George W. Bush and George H. W. Bush, quienes además se negaron a apoyarlo.

Lo mismo pasó con los últimos dos candidatos a la presidencia republicanos, John McCain y Mitt Romney.

Ese distanciamiento inicial de algunas de las figuras más importantes del Partido Republicano se convirtió en una auténtica rebelión cuando el 7 de octubre se publicó un video en donde se escucha a Trump decir obscenidades sobre mujeres y alardear de abusar de ellas.

En 48 horas, más de cuatro decenas de diputados, senadores y gobernadores anunciaron públicamente que no votarían por Trump.

Para Clinton, contar con el apoyo de la maquinaria del partido implica tener de su lado un extenso y experto equipo de funcionarios y voluntarios, capaz de ir puerta por puerta para convencer a los votantes.

Y en la política estadounidense, el trabajo de campo es decisivo.

Pero no sólo eso. Tal como hizo Obama en las dos elecciones anteriores, la campaña de Clinton usa la tecnología para detectar y captar votantes mediante el uso de aplicaciones, redes sociales y publicidad online geolocalizada y personalizada.

Trump, en cambio, ha empleado una estrategia de campaña sin mucha infraestructura partidista.

"En términos generales, la campaña de Trump se ha centrado mayoritariamente en aprovechar los medios de comunicación: entrevistas, rallies, contenido social en línea", dijo al diario Washington Post Sasha Issenberg, autora del libro "The victory lab: the secret science of winning campaigns" ("El laboratorio de la victoria: la ciencia secreta de ganar campañas".

"Prácticamente no ha habido casi ningún uso de cualquier medio de comunicación para algo distinto que amplificar la voz del candidato", agregó Issenberg, quien criticó la falta de contacto personalizado con los votantes online y en la vida real.

También hay una diferencia sustancial de recursos financieros de la campaña.

"A fines de agosto, Clinton tenía US$194 millones en efectivo en la mano, incluso después de gastar cinco veces más en avisos de televisión que Trump ese mes. En cambio, Trump tenía US$103 millones en efectivo en la mano", informó la revista Newsweek.

Las elecciones no se ganan con la calculadora, pero algunos números parecen darle varias ventajas a Hillary Clinton.