Puerto Príncipe, Haití (EFE).- El presidente de Haití, Jovenel Moise, cumple un año en el cargo marcado por la retirada de la Misión de la ONU después de 13 años de presencia en esta nación, y por manifestaciones para demandar mejoras sociales.

Haití, el país más pobre de América y escenario constante de manifestaciones violentas, vive una relativa estabilidad política, pero con asignaturas pendientes tanto en el ámbito económico como social.

Moise, de 49 años, empresario del banano y sin experiencia previa en política, tomó posesión el 7 de febrero con un mensaje de unidad para construir un mejor Haití, que aún sufre las secuelas del potente terremoto de enero de 2010 que dejó unos 300.000 muertos, igual cantidad de heridos y 1,5 millones de damnificados.

El primer año de Moise al frente del Ejecutivo estuvo marcado por la retirada en octubre pasado de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), puesta en marcha en 2004 con el fin de apoyar al país después de que un movimiento armado derrocara al entonces presidente, Jean-Bertrand Aristide.

La salida de la Minustah dio paso a la Minujusth, una misión compuesta por un máximo de siete unidades de policía y 295 agentes, y cuyo objetivo es contribuir en el desarrollo institucional y profesional de la Policía Nacional de Haití (PNH), en el marco de su Plan Estratégico de Desarrollo 2017-2021.

El Gobierno de Jovenel Moise decidió el año pasado resucitar el antiguo Ejército, disuelto por Aristide durante su primer mandato, en 1995, por la participación de sus miembros en golpes de Estado y violaciones a los derechos humanos.

Al hacer este martes un balance sobre sus primeros doce meses al frente del Ejecutivo, Moise reconoció que su primer año "fue de enormes desafíos" pero que cumplió "mucho".

"Estamos luchando contra la corrupción y la 'Caravana del Cambio' está avanzado en todo el país", dijo en la sede de la Presidencia.

Moise, de 49 años, se refería así al programa "Caravana de Cambio" que lanzó el año pasado entre grandes expectativas para ayudar a relanzar la producción nacional, especialmente en el sector agrícola, vital para la empobrecida nación, pero cuyos resultados aún no son muy visibles, según opiniones de varios sectores.

El año pasado el presidente prometió llevar electricidad las 24 horas en todo el país, algo que parece imposible en este deprimido país, agregan otros sectores.

En su discurso de ayer, Moise se declaró "muy satisfecho de este año" y afirmó que el país está "en buen camino".

"Vamos a continuar mejorando la vida de los más vulnerables. Haití es para nosotros; hay que dar lo mejor de nosotros para este país. Sabemos que es difícil pero tengo determinación para seguir adelante", subrayó el presidente de Haití, que en 2017 fue escenario de varias manifestaciones, entre ellas, dos multitudinarias en rechazo del presupuesto nacional aprobado para 2018.

Para el economista haitiano Camille Charlmers, el gobernante haitiano continúa en una actitud proselitista y haciendo promesas.

"La gente está desesperada sin empleos, sin dinero, los que tienen algo es de sus familias fuera del país", dijo Charlmers en declaraciones a Efe.

Los jóvenes, agregó, "están abandonando el país cada día, el país está en crisis pero el Gobierno piensa que todo está bien", se lamentó.

En un reciente acto de distribución de materiales de construcción al Ministerio para el Transporte en Gonaives (norte del país), Jovenel Moise aseguró que actualmente en el país hay "menos inseguridad".

"Yo sé que tenemos más trabajo para hacer pero estamos avanzando y estamos en un buen camino", agregó.

En el plano económico, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) confía en que la economía haitiana pase de un 1,3 % en 2017 a un 2,2 % este año. EFE