"¡Corrió solo y llegó segundo!". Es uno de los titulares más emblemáticos de la prensa de Chile, y se refiere a la derrota en el referendo del 5 de octubre de 1988 del entonces gobernante de facto Augusto Pinochet. Pinochet había convocado este plebiscito como una forma de validación de su gobierno, para extenderlo otros ochos años.
Llevaba en el poder desde 1973 tras sacar por medio de un golpe militar al entonces presidente Salvador Allende. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, perdió y el "No" se impuso, dando paso a elecciones presidenciales y el inicio de la transición democrática en Chile. Fue el entonces ministro del Interior, Sergio Fernández, quien concedió la derrota en un discurso emitido por la televisión nacional en la madrugada del jueves.
Según la crónica del The New York Times de aquel día, Patricio Aylwin, entonces presidente de la Democracia Cristiana y portavoz del comando del NO -y más tarde presidente de Chile-, declaró públicamente que estaba claro que "la mayoría de los chilenos han votado que no".
Pero, en un ambiente de tensión, Aylwin también pidió a la gente que se quedara en casa y que no provocaran a las fuerzas armadas ni a la policía.
"Total escepticismo"
La decisión de la oposición de participar en el plebiscito había sido controversial, por la propia naturaleza del gobierno militar, durante el cual miles de personas habían sido reprimidas, ejecutadas o desaparecidas. Además, dos referendos anteriores en 1978 y 1980 habían estado llenos de irregularidades.
Pero Chile había llegado a lo que Genaro Arrigada, encargado del comando del NO, calificó en una entrevista como "un equilibrio catastrófico". Esto es: Pinochet tenía suficiente fuerza para mantenerse en el poder, pero no la suficiente como para destruir a la oposición.
La persecución política, la violación sistemática de los derechos humanos y la crisis económica que golpeó al país en 1983 actuaron como detonantes del descontento popular y de protestas masivas.
Además, el fallido atentado en contra de Pinochet en 1986, con la fuerte represión posterior, y el fracaso de una mediación de la Iglesia Católica hicieron que grupos opositores buscaran derrotar al régimen militar por otras vías.
Sin embargo, el contexto era "de total escepticismo porque se había visto la represión y la nula vocación democrática de Pinochet", le contó a BBC Mundo en 2008 Ricardo Solari, exvicepresidente del Partido Socialista, quien participó activamente en la campaña del NO.
"Había múltiples desafíos. Teníamos que armar un padrón electoral, convencer a los electores de inscribirse, pero además teníamos que ganar ese resultado y hacer que la dictadura lo aceptara", señaló Solari.
La campaña del "No" se realizó puerta a puerta a lo largo del país, y como un hecho inédito distintos sectores políticos y sociales trabajaron unidos por un objetivo común.
"Nunca habían llegado juntos un dirigente socialista con un demócrata cristiano a transmitir el mismo mensaje. Existía la intención de lograr la unidad democrática del país y de superar conflictos y tensiones", dijo Solari.
Simultáneamente, la franja televisiva del "No" fue una explosión de creatividad que tuvo gran acogida. Por primera vez en 15 años se emitieron mensajes opositores al régimen de Pinochet a través de las pantalla.
Este ambiente quedó retratado en la película "NO", de Pedro Larraín, en la que un exitoso publicista (interpretado por Gael García Bernal) acepta participar en la campaña del "No" a espaldas de su jefe.
Una "cultura del terror"
"La dictadura abrió un espacio porque supuso que no había condiciones y que no teníamos capacidad. Eran dueños del poder total y de los medios de comunicación y creían que no íbamos a poder hacerlo. Se equivocaron", indicó a BBC Mundo en 2008 Carlos Tironi, productor ejecutivo de los spots publicitarios de la campaña.
"Vivíamos en la cultura del terror y existía la sensación de que esto era lo último que se podía hacer. No había opciones; si perdía el 'No', o nos metían presos o teníamos que huir. Nos jugamos el 100%".
Sin embargo, en el plebiscito hubo finalmente "registros electorales, organización de la oposición, campañas políticas y un monitoreo doméstico e internacional que hacía de éste un proceso relativamente organizado, libre y con una sensación de legitimidad", explican Felipe González y Mounu Prem y su artículo "¿Por qué ganó el NO? La historia detrás de la historia", publicado por el Centro de Investigación Periodística (CIPER).
"Creo que la excepcionalidad del plebiscito del 88 tiene es que era objeto de atención internacional por todos lados, de todo el mundo", dijo el analista político David Altman a BBC Mundo en 2018.
"Chile era el último de los países sudamericanos bajo un régimen dictatorial y la transición sudamericana sólo se completaría una vez que se fuese Pinochet".
Aun así, la tensión e incertidumbre ese día eran máximas.
Bajo la mirada del mundo, más de 7 millones de chilenos acudieron a las urnas.
A las ocho de la noche, el régimen militar dio a conocer el primer cómputo, basado en el 0,4% de los votos: Pinochet llevaba más de 17 puntos porcentuales de ventaja.
"Acudí a las radios, acusé al gobierno de cometer un acto irresponsable y dije que en una hora más, cuando tuviéramos una cantidad significativa de mesas, íbamos a dar a conocer nuestros resultados", le dijo Arriaga a BBC Mundo en 2008.
A las nueve de la noche, frente a la prensa, Arriagada declara que las cifras indicaban un 41, 3% para el "Sí" y un 58,7% para el "No", resultado basado en el 20% de los votos.
Los canales de televisión chilenos silenciaron esta información, que sólo fue transmitida a través de radios independientes y medios internacionales.
"Yo creo que el gobierno nunca imaginó perder y la noche del plebiscito el resultado lo tomó por sorpresa. Su confusión era tal que hay un momento en que se para el cómputo y la televisión comienza a transmitir dibujos animados", sostiene Arriagada.
Pero el régimen aceptó su fracaso, con un conteo final del 55, 99% a favor del "No" y un 44, 01% a favor del "Sí".
Y, después de 17 años de régimen militar, el 14 de diciembre de 1989 se realizaron elecciones presidenciales, que ganó Patricio Aylwin.
Comenzó así la transición a la democracia en Chile.