Seúl, 17 abr (EFE/Andrés Sánchez Braun).- Los fiscales acusaron hoy formalmente de corrupción a la expresidenta surcoreana Park Geun-hye por su rol en el caso "Rasputina", con lo que se enfrenta a penas de cárcel, el mismo día en que arrancó la campaña para los comicios que determinarán a su sucesor.
Park, que perdió su inmunidad presidencial tras ser destituida el 10 de marzo, lleva en prisión preventiva casi 20 días por su papel en la red creada junto a su amiga Choi Soon-sil (conocida como la "Rasputina" por su cercanía con la exmandataria), que supuestamente extorsionó a grandes empresas unos 70 millones de dólares.
La fiscalía ha presentado hoy cargos contra Park, que ha defendido en todos los interrogatorios su inocencia, por abuso de poder, coacción, filtración de secretos oficiales o soborno, delito que se castiga con un mínimo de diez años de prisión y hasta con cadena perpetua en Corea del Sur.
Los investigadores han querido acelerar en la medida de lo posible su enjuiciamiento para intentar que la noticia influya lo menos posible en la campaña para las presidenciales del 9 de mayo que arrancó hoy con 15 candidatos en liza.
La imputación, anunciada hoy también, del presidente del Grupo Lotte, Shin Dong-bin, por abonar supuestamente a la trama de la "Rasputina" más de 6 millones de dólares muestra el alcance de un caso que ya ha supuesto el envío a prisión de manera preventiva del líder de la mayor empresa del país, Samsung.
Aún así, se espera un batacazo de todos los partidos de derecha tras el tremendo fiasco y caída en desgracia de la conservadora Park a raíz del estallido de un caso de corrupción que ha sacudido y puesto en duda los cimientos de un país que aspira a ingresar próximamente en el club de las diez mayores economías del mundo.
Se prevé que la presidencia la disputen el favorito, Moon Jae-in, del Partido Democrático (el que tiene más escaños en el Parlamento), y el llamado "Bill Gates" surcoreano, Anh Cheol-soo, que concurre bajo las siglas del Partido Popular (centroizquierda) y que en algunos muestreos está solo a tres puntos porcentuales de distancia.
Eso al menos se deduce de unos sondeos que muestran un país decidido a convertir cuanto antes a Park en cosa del pasado y a que el futuro sea competencia o del "activista" Moon, que empezó como abogado de derechos civiles y perdió las presidenciales de 2012 contra la mandataria depuesta, o de Ahn, el "empresario pragmático".
Mientras hoy el primero prometió creación de empleo en el sector público en un mitin celebrado en Daegu (centro del país), el segundo paseó por un mercado de la ciudad de Gwangju, considerado el mayor fortín de la izquierda en el país asiático.
En todo caso, ambos deberán tratar de convencer a los surcoreanos de que serán capaces de redibujar un modelo de Estado lastrado por la corrupción y el poder desmesurado de los "chaebol", los grandes conglomerados surcoreanos, implicados de lleno en el caso "Rasputina".
La imputación, anunciada hoy también, del presidente del Grupo Lotte, Shin Dong-bin, por abonar supuestamente a la trama de la "Rasputina" más de 6 millones de dólares muestra el alcance de un caso que ya ha supuesto el envío a prisión de manera preventiva del líder de la mayor empresa del país, Samsung.
Entre las primeras y difíciles decisiones que afronta el candidato ganador está la de condonar la pena que le caiga a Park, tal y como se hizo en los noventa con los otros dos expresidentes condenados a prisión para evitar la fractura social, o no hacerlo y mostrar así un verdadero compromiso de lucha contra la corrupción.
Otro difícil reto será el de gestionar la actual situación de gran tensión que se vive en la península por las continuas pruebas armamentísticas de Corea del Norte, país con el que el Sur está técnicamente en guerra desde hace más de 65 años.
Tanto una hipotética victoria de Moon como de Ahn hacen presagiar un cambio de rumbo en las pésimas relaciones con Pyongyang tras una década de Gobiernos conservadores en Seúl y también, aunque en menor medida, en el entendimiento con Washington.
En ese sentido, la política de presión endurecida por la que aboga la recién estrenada Administración estadounidense de Donald Trump (que incluso insinúa ataques preventivos contra Corea del Norte) podría toparse con cierta resistencia por parte del que será el nuevo inquilino de la Casa Azul (el palacio presidencial surcoreano). EFE