Sao Paulo, 15 jul (EFE/Carlos Meneses Sánchez).- La condena por corrupción y lavado de dinero contra Luiz Inácio Lula da Silva aumenta la incertidumbre para elecciones de 2018 en Brasil, en las que el expresidente gana en todos los escenarios posibles, según los sondeos.
Lula era la única candidatura previsible para esos comicios, pero la sentencia a nueve años y medio de prisión recibida en primera instancia esta semana complica sus posibilidades.
El futuro de Lula, que ha manifestado con contundencia su deseo de postularse, depende ahora de un tribunal de segunda instancia en la ciudad de Porto Alegre.
"Corremos el riesgo de tener una elección muy complicada, lo que sería perjudicial para el país", asegura a Efe la profesora de derecho electoral Silvana Batini, de la Fundación Getulio Vargas.
Si Lula es absuelto conservará sus derechos políticos y podrá ser candidato, de lo contrario sería inhabilitado por las leyes, aunque aún podría pedir una cautelar en el Tribunal Superior de Justicia.
Otra posible aspirante es la ecologista Marina Silva, tercera en 2014 y 2010, también acechada por la sombra de la corrupción y que completa un probable escenario protagonizado por condenados y sospechosos, en el que la Justicia pudiera ser más determinante que el propio elector
Los plazos cobran así importancia sumaria, pues si se confirma la condena después de que Lula registre oficialmente su candidatura por el Partido de los Trabajadores (PT) podría participar en los comicios.
El presidente del tribunal de segunda instancia que se encargará del proceso, Carlos Eduardo Thompson, anunció que la decisión se conocerá antes de iniciarse todo el proceso electoral.
"Es importante que, cuando se haga el registro de las candidaturas, sepamos exactamente cuáles candidatos son viables", advirtió Batini.
Lula prometió, por su parte, luchar hasta el final: "Si alguien piensa que con esta sentencia me sacan del juego, pueden saber que estoy en el juego", aseguró tras conocer el fallo.
La ausencia de Lula en las elecciones de 2018 daría un vuelco radical en el panorama, pues el que fuera presidente de Brasil entre 2003 y 2010 e inspiración de la izquierda regional aparece como virtual ganador, si bien tendría que disputar una segunda vuelta.
Según un sondeo de intención de voto divulgado en junio pasado por la firma Datafolha, el exgobernante obtendría en el primer turno el 30 % de los sufragios -el doble que sus competidores-, a pesar de estar imputado en cinco causas judiciales, la mayoría de ellas relacionadas con la trama corrupta que operó en Petrobras.
Ese resultado se debe a que una buena parte de la sociedad ve a Lula como una "esperanza en el sentido de que será un justiciero", aunque hay otro sector al que le genera "temor", apunta a Efe el filósofo Samuel Sabino, profesor en la Escuela de Gestión de la Universidad Anhembi Morumbi.
Sus problemas judiciales no le dificultarían sobreponerse en unas elecciones para las que los candidatos oficiales que se barajan hasta ahora están igualmente salpicados por sospechas de corrupción.
En el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) aparecen en las quinielas el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, y el alcalde de la capital paulista, Joao Doria, que en los últimos meses ha cargado contra Lula pese a su ámbito político meramente municipal.
El PSDB disputó y perdió la segunda vuelta en las últimas cuatro elecciones con tres candidatos diferentes: José Serra, Geraldo Alckmin y Aécio Neves, todos salpicados hoy por escándalos de corrupción.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el presidente Michel Temer, denunciado por corrupción pasiva, sopesa una lista propia, una vez rota la alianza con el PT tras la destitución de Dilma Rousseff y sin descartar apoyar al PSDB, como ya hizo en 2002.
Más llamativo parece el ascenso en los sondeos del diputado Jair Bolsonaro, de ultraderecha y defensor del régimen militar que gobernó el país entre 1964 y 1985 y ha manifestado su intención de disputar la Presidencia.
Bolsonaro, igual que Doria, valoró positivamente la condena contra Lula, quizá anticipando ambos una eventual batalla en las urnas.
Otra posible aspirante es la ecologista Marina Silva, tercera en 2014 y 2010, también acechada por la sombra de la corrupción y que completa un probable escenario protagonizado por condenados y sospechosos, en el que la Justicia pudiera ser más determinante que el propio elector. EFE