Cortesía de Infobae.com/ Darío Mizrahi
Freedom House dio esta semana un panorama sombrío sobre el estado de las libertades civiles y políticas en el planeta. En la presentación de su informe anual, reveló que los años de mejoras sostenidas quedaron atrás, y que ahora cada vez más naciones avanzan sobre derechos fundamentales de los ciudadanos
Por duodécimo año consecutivo, en 2017 retrocedió la libertad en el mundo. Desde 2006 hasta ahora, 113 países experimentaron un caída en las mediciones de Freedom House (FH), y sólo 62 tuvieron mejoras. En el último año, 77 empeoraron y apenas 35 progresaron. Esta es la conclusión más categórica del informe anual presentado esta semana por la ONG con sede en Washington DC, que estudia los derechos políticos y civiles a escala global desde 1972.
Sólo el 45% de los 195 países relevados por FH son considerados "plenamente libres". El 30% son "parcialmente libres" y el 25% no los son en absoluto. Al nivel de la población mundial, la realidad es más preocupante: apenas el 39% de las personas vive en países libres, frente a un 24% que habita en naciones que lo son parcialmente, y un 37% que reside en otras que no lo son.
"La democracia está en crisis. Los valores que incluye, particularmente el derecho a elegir líderes en elecciones libres y limpias, la libertad de prensa y el Estado de derecho, están globalmente bajo asalto y en retirada", sostiene Michael J. Abramowitz, presidente de FH, en el informe elaborado por la institución.
Para clasificar a un país, FH considera 25 indicadores y le pone a cada uno un puntaje que va de 0 a 4. Así, el más libre de todos suma 100, y el menos, 0. De todos modos, la organización hace una excepción en el caso de Siria, y la califica con -1, dada la gravedad del colapso político y social en el que está sumida desde el estallido de la guerra civil, en 2011. La medición tiene dos dimensiones. Por un lado, las libertades políticas, que se refieren a la posibilidad de manifestarse y de elegir sin restricciones a los gobernantes. Por otro, las civiles, que suponen la libertad de movimiento, de culto y de orientación sexual, entre muchas más.
Países libres en el mundo: 1987 — 2017
Turquía es el país que más retrocedió en la última década. En diez años perdió 34 puntos, pasando de "parcialmente libre" a "no libre", en el contexto de una creciente concentración de poder en manos del presidente, Recep Erdogan. El punto de quiebre fue el fallido golpe de Estado de julio de 2016, que le sirvió de excusa para aplastar a toda forma de oposición e instaurar un régimen autoritario. En el año y medio que pasó, ordenó el cierre 160 medios de comunicación y 150 periodistas fueron arrestados, junto con importantes líderes opositores. El paso definitivo se produjo en abril de 2017, cuando Erdogan consiguió una reforma constitucional que le concedió un enorme poder discrecional y convirtió en ficción la división de poderes.
La segunda nación que más peldaños retrocedió en los últimos diez años es la República Centroafricana, con 31 puntos perdidos. Luego aparece Mali, que a pesar de haber restado 28 puntos sigue siendo "parcialmente libre". Completan el cuadro Burundi (27), Bahrein (25), Mauritania (22), Etiopía (21), Venezuela (21), Yemen (21) y Hungría (20).
La República bolivariana, el único latinoamericano entre los diez menos libres, experimentó un acelerado retroceso en términos de derechos políticos desde 2013, cuando Nicolás Maduro asumió la presidencia, tras la muerte de Hugo Chávez. El chavismo ya venía cercenando a la prensa y limitando el margen de acción de la oposición. Sin embargo, la llegada de Maduro al poder implicó una radicalización del régimen, que se vio asediado por la crisis económica que generaron sus propias políticas y por el avance del descontento social. La decisión de disolver a la Asamblea Nacional, controlada por los opositores tras su rotundo triunfo en las elecciones de 2015, y su reemplazo en agosto pasado por la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente, terminó de pulverizar los vestigios que quedaban de democracia.
"La crisis humanitaria provocada en Venezuela por la determinación del presidente Nicolás Maduro de permanecer en el poder continúa llevando a muchos ciudadanos a buscar refugio en países vecinos. Pero otros estados latinoamericanos también probaron ser problemáticos. Las investigaciones de corrupción en Brasil salpicaron a políticos de toda la región", afirma Abramowitz.
Hungría es el único europeo que aparece en la lista, y su caso es quizás el más preocupante, porque revela que la libertad está en retroceso incluso en la región donde más consolidada está la democracia. Partía de un lugar tan elevado que continúa siendo libre, más allá delavance del autoritarismo desde que Viktor Orban asumió como primer ministro, en mayo de 2010. Sus drásticas políticas contra la inmigración, las limitaciones al periodismo y la violación de la independencia judicial son una amenaza que alarma al resto de Europa.
"En Hungría y en Polonia —continuó Abramowitz— hay líderes populistas que lograron consolidar su poder desarraigando las instituciones democráticas e intimidando a los críticos en la sociedad civil. Los medios públicos son utilizados para difamar a los opositores en ambos países, que han aprobado leyes diseñadas para limitar el trabajo de las organizaciones no gubernamentales".
Pero no sólo el viejo continente está sufriendo retrocesos impensables tiempo atrás. El otro bastión de la democracia liberal en el mundo, Estados Unidos, también está en crisis. En los últimos años, cayó de 94 a 86 puntos, alejándose de los primeros puestos. En su informe, FH manifiesta su preocupación por el enfrentamiento del gobierno de Donald Trump con los medios de comunicación y por sus críticas a los jueces que bloquearon algunas de sus iniciativas más controversiales.
"Lo peor de todo esto, y lo más alarmante hacia el futuro, es que los jóvenes, que no tienen recuerdos de lo que fueron las largas luchas contra el fascismo y contra el comunismo, pueden estar perdiendo la fe y el interés en el proyecto democrático", advierte el titular de Freedom House.
Como contraposición al progresivo encierro de Europa y de Estados Unidos en sus propios problemas, crece la influencia de dos potencias con regímenes autoritarios, China y Rusia. La crisis en Ucrania, con la anexión de la península de Crimea en 2014, mostró la disposición de Moscú a usar la fuerza para ampliar su intervención en los territorios que le interesan. Pero no sólo en Europa del Este. El escándalo de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, para perjudicar la candidatura de Hillary Clinton, da una pista del alcance de sus ambiciones.
Abramowitz es tajante en este punto. "Moscú y Beijing no tienen ambigüedades al identificar a la democracia como una amenaza a sus regímenes opresivos, y trabajan incansablemente, con gran sofisticación, en debilitar sus instituciones e inmovilizar a sus defensores".
Después de Siria, el país menos libre del mundo en la actualidad es Sudán del Sur, con sólo 2 puntos sobre 100. Luego vienen Eritrea (3), Corea del Norte (3), Turkmenistán (4), Guinea Ecuatorial (7), Arabia Saudita (7), Somalia (7), Uzbekistán (7) y Sudán (8). Con la excepción del caso tan especial del régimen de Kim Jong-un, se puede comprobar que las regiones críticas son África, Medio Oriente y Asia Central.
No obstante, a pesar de todas las amenazas, todavía hay reservorios de libertad. Los países nórdicos siguen teniendo el privilegio de ser los más libres del planeta. Noruega, Suecia y Finlandia están a la cabeza, con 100 puntos. Después están Holanda (99), Canadá (99), Uruguay (98), Australia (98), Nueva Zelanda (98), Dinamarca (97) y Portugal (97).
Son todas naciones con democracias muy afianzadas, en las que hay alternancia entre oficialismo y oposición, plenas facilidades para expresarse públicamente, respeto a las minorías e igualdad socioeconómica. El caso más notable es el de Uruguay, que a pesar de tener vecinos bastante más complicados que los otros, y sin ser un país rico, cultivó a lo largo de su historia instituciones políticas muy sólidas, que le garantizan a sus habitantes un estándar de ciudadanía muy superior a la media de América Latina.
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