Introducción
1.- Aunque no se lo proponga, en todo el curso de su existencia el ser humano permanece de sorpresa en sorpresa; en estado de asombro a pesar su interés por vivir sin sobresaltos. De un momento a otro ocurre un hecho que nos cae como una bomba, hasta el punto de que quedamos con la boca abierta. Nunca estamos preparados para lo que es distinto a lo acostumbrado. Lo chocante llega como extraño y nos impulsa a reaccionar desconcertados.
2.- Aquel que ejecuta algo sin esperar recompensa se mantiene sin ofuscación; conserva todo su tiempo libre de ocuparlo en expectativas. El que acciona realizando lo que su voluntad le ordena, lo hace por convicción. Darle cumplimiento a lo que nos inclinamos sin aferrarnos a lo material, es prueba de que nos domina el idealismo, que procedemos actuando por encima de la práctica materialista. Solo el que hace algo a la espera de retribución se mantiene confiado de que le llegará lo que lo ha ilusionado a moverse. El optimismo sirve de aliento al crédulo, a la vez que le da tranquilidad espiritual.
3.- Porque no me creo merecedor de gratificación por lo que he hecho cumpliendo con mi deber, siempre será para mí una extrañeza cuantas veces soy informado de que seré objeto de un reconocimiento. Los galardones que he recibido en mi paso por el mundo de los vivos, los acepto como un halago, más que como algo que se me da por una buena acción o servicio, porque nunca estoy a la espera de retribución por lo que mi forma de pensar me manda hacer en mi lar nativo o en el extranjero.
I.- Ante un reconocimiento. Por la paz y contra la guerra
4.- La introducción anterior está motivada porque el día 3 del mes de julio del año en curso, 2018, en horas de la noche quedé estupefacto porque de improvisto recibí, vía mail, una carta en la cual se me informaba que el Comité Gestor de los Premios Ilustres del Instituto para Estudios Latinos, con sede en New Jersey, había acordado concederme el Ilustre por mis Aportes de Trayectoria de Vida en Justicia Social.
5.- La misiva me cogió de sorpresa, primero, por la distinción y, segundo, por el señalamiento de elogios de los cuales no me siento ser acreedor. De todas maneras, debo reconocer que el asombro valió la pena porque cuando recibo un regalo lo tomo como que proviene de alguien que no espera nada a cambio; que lo hace como una manifestación de afecto, y las expresiones de cariño deben ser recibidas con sentido de grata aprobación.
6.- Luego de leer el aviso del reconocimiento, he considerado que al ser de naturaleza internacional el organismo que me hace la distinción, tomó en cuenta entre otras consideraciones, mi participación en entidades como el Consejo Mundial de la Paz, y otras de iguales fines. Por tal razón considero oportuno ahora hacer mención de dos intervenciones que hice, fuera de mi país, manifestando mi preocupación para que se preserve la paz como patrimonio universal.
7.- El 4 de septiembre de 1980, en el Parlamento de Los Pueblos Por La Paz, instalado en Sofía, capital de la República Popular de Bulgaria, intervine planteando: “La guerra fría contribuye a limitar la lucha por las libertades públicas y los derechos democráticos; impide la solución de los problemas sociales y económicos en cada país, haciendo la vida más pesada para las grandes mayorías nacionales; genera la desconfianza y estimula temores en los seres humanos; hace imposible la cooperación económica y política entre los pueblos y Estados”. Como oposición a la guerra fría creo en la distensión que es, ante todo, el paso a unas relaciones normales y en pie de igualdad entre los Estados. Ella implica la disposición a resolver las divergencias y los litigios sin recurrir a la fuerza ni a las amenazas, sino por medios pacíficos y en la mesa de las negociaciones.
8.- Al preocuparme por el desarrollo de la carrera armamentista buscaba destacar que la vía para construir un nuevo orden económico para el desarrollo mundial debía de ser con base en principios de igualdad de oportunidades y soberanía plena de cada país sobre sus riquezas naturales, así como la cooperación de sana vecindad y reciprocidad, beneficiosa para los pueblos sin distinción de tamaño o sistemas sociales. Procede hacer todos los esfuerzos para impedir aquellos conflictos que en nada benefician el buen entendimiento que es el que guía y motiva el respeto mutuo para la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados. Siempre es bueno recurrir al acercamiento sincero, renunciando a la enemistad entre naciones y procurar la conversación franca para alcanzar la integridad territorial de los países, el desarrollo de relaciones económicas y culturales en plano de igualdad y mutuo beneficio.
9.- En otra ocasión, en el curso de la Sesión del Consejo Mundial de la Paz, efectuado el 5 de marzo de 1985, en Moscú, vigente la administración de Ronald Reagan, intervine puntualizando, “En estos momentos, la humanidad tiene en Ronald Reagan, a un enemigo de la paz, a un estimulador de la guerra y a un adversario de los ideales de progreso y prosperidad. En su abierta disposición de incentivar la carrera armamentista y favorecer la gran industria de la guerra, la administración Reagan ha estimulado los gastos militares en cifras verdaderamente alarmantes, hasta el punto de que las asignaciones presupuestarias para fines militares aumentaron de casi 160,000 millones en 1981 a 232,000 millones de dólares en 1983”.
10.- No podría ser indiferente a los datos estadísticos que me dicen que “cien millones de personas estaban vinculadas en el mundo, en 1980, de manera directa o indirecta, a actividades militares, sin utilidad económica efectiva para la sociedad. Este número es en la actualidad superior que el total de maestros y médicos en todo el planeta tierra. Medio millón de científicos e ingenieros entregan su potencial creador a las actividades de investigación con fines militares y desarrollo de armamentos, para las cuales se invierten al año en el mundo más de 50 mil millones de dólares. Con los recursos que se destinan en un solo día a gastos militares, podría sufragarse el gasto anual del programa de eliminación total del paludismo. El mundo invierte en 5 horas en gastos militares el equivalente del total del presupuesto anual de Unicef para programas de atención a la infancia. En los países subdesarrollados en su conjunto hay actualmente un soldado por cada 250 habitantes y un médico por cada 3,700. El mundo gasta hoy día un promedio de 19,300 dólares al año por cada soldado, mientras que los gastos públicos destinados a la educación promedian tan solo 380 dólares por cada niño de edad escolar. Por cada 100, 000 habitante del planeta hay 556 soldados y 85 médicos. Los presupuestos de los Estados Unidos y los países de la Comunidad Económica Europea, asignan 45 dólares per cápita a la investigación con fines militares, y 11 dólares a las investigaciones relacionadas con la salud de los seres humanos. Además, los fondos asignados a escala mundial a los armamentos bastarían para duplicar los gastos públicos totales en la enseñanza o para triplicar los aportes a la protección de la salud. La carrera de armamentos absorbe cada día más de mil millones de dólares, mientras más de mil millones de persona en el mundo entero sufren hambre”.
11.- Durante mi permanencia en las organizaciones que a nivel mundial se interesaban por la paz, me preocupé por destacar las causas verdaderas que engendran las guerras, señalando que en las condiciones actuales, cuando los intereses monopolistas armamentistas se ocupan por mantener a la humanidad en estado de permanente tirantez en las relaciones internacionales; en la preparación de guerras directas; en el fomento del terrorismo y métodos de imposición y de presión que día a día hacen posible las guerras regionales. Es mi creencia que, ayer como hoy, manifestarse y accionar por la paz y contra de la guerra, es contribuir a que la especie humana lleve una vida de sosiego dentro de la tribulación causada por el tormento que le impone un sistema social injusto.
II.- Mi impresión del acto
12.- Ante la distinción internacional que se me hizo me sentí en el deber de traer a la memoria los puntos de vista que desarrollé en mi paso por distintos foros mundiales donde hice hincapié de los daños que genera la guerra y la necesidad de defender la paz. Compartiendo con personas que, al igual que yo, fueron objeto de distinciones, me alegré al rememorar fragmentos de los discursos que pronuncie en épocas pasadas pero que todavía mantienen vigencia.
13.- La mayor satisfacción que puede sentir un ente social cualquiera es ser halagado por aportar voluntariamente a la sociedad humana, y más aún cuando procede a ejecutar sin esperar retribución de ninguna índole. Lo que se hace como un mandato de conciencia, si es reconocido por los demás genera buen humor, motiva animación y crea júbilo contagioso.
14.- Aprecio mucho participar sanamente con otras personas en cualquier actividad que sirva para estrechar lazos o de cualquier forma cooperar con sentido de camaradería para conmemorar un hecho de importancia, como es homenajear a quienes apartado del interés personal han puesto en alto su arte u oficio.
15.- Sentirse comprometido con una causa impone estar allí donde la obligación manda a accionar como demostración de respeto a lo que se procura materializar. Abrazar una doctrina sirve de motivación para comportarse con ella desinteresadamente; es actuar apartado de todo lucro, lo que entraña no buscar adulación, coba, ni beneficio de ninguna clase. Luchar por un mundo mejor no da motivo para engreimiento, ni mucho menos creerse que se está por encima del bien y el mal.
16.- Ante la demostración de afecto de que fui objeto el pasado viernes en acto efectuado en The Harold M. Proshansky Auditorium de la Universidad de Berkeley College, New York, quiero reiterar mi agradecimiento a los que hicieron posible el homenaje, y a la vez testimoniar mi apego a la paz porque creo que “la guerra es el hambre, la peste, el robo, el asesinato, el sacrificio, el olvido de todo los deberes, la violación de todos los derechos, la destrucción erigida en arte, el imperio de la fuerza, el verdugo de la ley, el escarnio del dolor; una cosa ciega como la materia, feroz como un tigre, todos los malos instintos tomando consejo de la ira, las pasiones sin freno, la desolación sin límites, la perversidad sin castigo, y el crimen sin remordimientos. ¡Esa es la guerra!”.