ESPECIAL PARA ACENTO

SANTO DOMINGO, República Dominicana. – En un especial para Acento, Iván Ruiz planteó la necesidad de profesionalizar la televisión pública, tomando como punto de partida la involución de Radiotelevisión Dominicana (RTVD).

“Lo que ocurre ahora con el canal, da vergüenza ajena y nadie parece estar en perturbación por la empobrecida posición que ocupa el canal ahora”, señala en un documento en el que describe la historia del canal, el papel que ocupó en la sociedad dominicana desde sus inicios y la caída de su audiencia por la calidad de la programación en su parrilla.

El documento se titula “Así duerme el elefante: RTVD y su descalabro: Rescatar ahora su brillo”:

El primero de agosto de 1952, cercano del mediodía, se aprestaban a iniciar un acontecimiento histórico: la pantalla luminosa irrumpiría en el espectro televisual de República Dominicana, lo que suponía e inicio de una nueva era en las telecomunicaciones.

Como país, éramos el tercer país en América, en tener ese privilegio de poder ver la pequeña pantalla asomarse a los hogares, a los pocos que podían tenerla en aquellos años.

Una romántica televisión había surgido, con talentos, productores, escritores, que se habían preparado anticipadamente en el otrora Palacio Radiotelevisor La Voz Dominicana.

Cuentan los pioneros de aquella hazaña, importada por José Arismendy Trujillo (Petán), que se trató de una revolución, que tocó las fibras del arte y de un pueblo que la miraba con asombro.

La empresa norteamericana RCA-Víctor instaló con toda justeza técnica, esta planta, dotada de los más modernos y sofisticados equipos, instalación que favoreció el renacimiento del arte en el país, promovió una oleada de talentos desbordado que se dio cita en torno a ella y que pasaron por la Escuela de Formación Artística de la televisora, preparándose, para enfrentar el desafío de pararse frente a esas enormes cámaras, y las luces que retaban a éstos a dar lo mejor.

El tiempo fue pasando y la era sufrió una transición política: los canales 4, 5 y 12, de lo que empezó como LA VOZ DOMINICANA y que sería posteriormente Radio Televisión Dominicana (RTVD).

Balaguer fue apoyo

Y en esa transición los años 60s y 70s, durante los gobiernos de Joaquín Balaguer, hay que reconocer que la planta estatal adquirió fuerza propia adicional y logró afianzarse como la principal cadena televisiva, aunque, ya en 1960 y 1961, iniciaba Radio HIN Televisión (Rahintel) (Canales 7 y 11) y en1969 llegaría la televisión a color, con Color Visión (Canales 9 y 2).

En los años 70 inicia TeleInde, (Canal 13), Telesistema, (Canal 11) y Teleantillas (Canal 2), completaron los canales de esta banda comercial televisiva, aunque en frecuencias indistintas entre capital y el resto del país.

Las figuras legendarias de la época tenia espacios y producciones especiales que la RTVD les producía, para resaltar sus valores y que ellos entregaran su arte al teleauditorio.

En RTVD se difundieron programas El show del Mediodía, El Gordo de la Semana, Osvaldo se va de ronda, Nosotros a las 8, Letra y música, 3×3, Aquí Nosotros, Elenita en escena, Papa y Josefina presentan, en fin, una gran carpa de programas protagonizados por lo mejor del arte en la RD.

En los 80’s recuerdo, siendo yo un mozalbete daba seguimiento a las programaciones y llegue a ver los programas creados por un Departamento de Producción dirigido por Jean Luis Jorge, desde el cual se originaron exitosos programas infantiles y educativos para toda la familia.

A finales de los años 80’s llega de nuevo al poder Joaquín Balaguer, que otorgaba una trascendencia especial a la televisión pública, haciéndola atractiva, comercial y competitiva, al punto de que llega a ser autosuficiente e incluso dejando beneficios que se reinvierten en equipos, programación enlatada atractiva.

Su programación e impacto provoca que las televisoras privadas se quejaron por los medios de comunicación y mediante comunicaciones dirigidas al Estado, de “competencia desleal” por parte del Estado.

Por entonces RTVD lideraba las encuestas e investigaciones de teleaudiencia, con la ventaja adicional de tener cobertura nacional, proyección que no todos los canales privados alcanzaban.

La Dinastía Rodríguez

Llega (1980-90) el singular período administración de los Rodríguez: Adriano y George.

Adriano Rodríguez manejaba localmente la programación de Televisa (México), lo que inyecta dinamismo y competitividad a la programación, contrata productores para crear un espacio que compitiese con el legendario ya Show del Mediodía y desde Puerto Rico, trajo al argentino Carlos Bass, para  competir, creando  Domingo en Grande para enfrentarlo líder  televisivo El Gordo de la Semana, de Freddy Beras Goíco,  origen de una competencia directa con Color Visión,  canal que encabezaba las teleaudiencias en ese momento.

Posteriormente, llega a la dirección George Rodríguez, con una perspectiva aguda de mantener y ampliar los avances alcanzados por Adriano Rodríguez, por lo que fortalece el Caribe Show, crea nuevos programas, atrae a refulgentes figuras establecidas de la televisión a las que se le ofrecen condiciones para producir nuevos espacios que le otorguen una nueva perspectiva a la programación.

Sobre estos criterios, ingresan a la estación televisora publica Yaqui Núñez del Risco, Cecilia García, Luisito Martí, Mariasela Álvarez y Milagros Germán, que para entonces no tenía el justiciero sobrenombre de La Diva.

George Rodríguez se ocupó de auspiciar una reingeniería técnica con asesoría y donaciones de equipos por parte de Japón, para transformar el canal como uno de los más modernos del área del Caribe

¿Y ahora…qué?

Lo que se ha visto en los últimos 20 años, ha sido la dramática involución absoluta, trasladando a RTVD de su posición de líder a los puestos más bajos del ranking televisual.

Lo que ocurre ahora con el canal, da vergüenza ajena y nadie parece estar en perturbación por la empobrecida posición que ocupa el canal ahora.

En otros países, incluso de América y Europa, la televisión pública recibe una gran importancia, mostrando la cara educativa, resaltando los valores del país y su gente, además de abrir espacios al talento nacional, reconociendo las viejas glorias.

En muchos de esos países, la TV pública es agresiva desde el punto de vista de su programación, lo que le permite a los Estados tener un canal de comunicación de notable incidencia y poder de persuasión frente a la sociedad.

Un canal de poder

Entendemos que es para el Estado, estratégico, contar con un canal de televisión de carácter público, dotado de los más altos estándares de calidad, con creatividad en su programación que se convierta en un medio de comunicación de gran influencia social, autosostenible y espacio para el desarrollo del arte y la cultura nacionales.

¿Qué hacer?

La clave es profesionalizar la televisión pública y dotarla de una perspectiva y recursos para ser lo que está llamada a ser la RTVD.

Se impone reconstruir técnica, programática y socialmente el canal oficial, separándola del papel partidarista oficial que le ha caracterizado, sin perder su condición de vocero de las políticas y acciones del Estado, con una programación moderna, atractiva, informativa y educativa.

Claro que RTVD debe ser un medio de comunicación del Estado desde luego que debe difundir los actos de las autoridades, pero distanciada de promoción partidarista al instrumento político que llevo al poder a ese mandatario.

Los programas culturales no tienen que ser producciones aburridas e intragables, por lo que, acogiendo experiencias exitosas, se debe buscar productores y especialistas de arte y cultura, para originar nuevas formas de producir televisión con estos parámetros.

Una programación profesional, basada en estudios de teleaudiencia, puede dar con una parrilla que recupere los espacios de incidencia que se han perdido y aspirar a volver a los primeros lugares en el gusto de la gente.

Es necesario volver a disfrutar de una televisión publica digna, bien concebida, realizada con la tecnología y los recursos, creando contenidos nuevos que aporten experiencias que generen fidelización de telespectadores.

La pregunta clave

¿Quién se decide a emprender esa transformación? Este parece ser un buen momento para aprestarse a tomar decisiones cruciales respecto de la televisión pública.

Estas ideas son solo el pensamiento de mucha gente que, desde los linderos del arte, debería pronunciarse para lograr una nueva cuna de talentos, programas y contenidos que nos hagan sentir representados e interesados en su programación.

Ese canal es de propiedad estatal, lo que quiere decir que nos pertenece a todos. Y a todos y todas debe dolernos.