SANTO DOMINGO, República Dominicana.-En el ataúd blanco marfil, los restos Johnny Ventura fueron cuidadosamente colocados pasada las 10:oo de la mañana en el Palacio de los Deportes. De tal manera que la gente, su pueblo que tanto le bailó, pudiera hacerle fila de honor y darle un cercano adiós, a menos de cinco metros de distancia.

Aquella fila que iniciaba fuera del Palacio de los Deportes avanzaba a buen ritmo y una vez accedía al bajo techo, el tiempo de recorrido para cruzar frente al ataúd era relativamente corto, apenas unos minutos.

Señores, señoras, adultos, jóvenes y adolescentes hacían pacientemente la fila, muestra de que Johnny Ventura, traspasó con su música las líneas del tiempo, de las generaciones. Y se hizo leyenda del merengue.

En ese recorrido de unos cuantos minutos, algo llamaba la atención. Unos llevaban flores, unos andaban tristes, otros solo caminaban, unos llevaban letreros improvisados en cartulinas, flores y otros más, una foto impresa en blanco y negro del artista.

Y una buena parte, se alistó con celular en mano listo para grabar esa corta caminata hasta llegar frente al féretro. El que suponía ser una guardia de honor, o al menos un andar solemne, era el momento ideal para grabar y hacer las fotos. Era como la necesidad de tener evidencia de la presencia.

Así, mucha gente vivió ese instante más atenta a lo que la pantalla iba captando. Mientas a su alrededor, las rosas blancas atendían el ataúd y a música, a veces solemnes y a veces de orquesta, abrazaba el escenario. La bandera tricolor también abrazó al inmortal, todo el tiempo.

 

Por más de tres horas, los restos de Johnny Ventura permanecieron allí en el Palacio de los Deportes, con ratos tristes, combinados con el sonido de la que orquesta que en vida acompañó al artista, que hacía muy difícil guardar la forma y no bailar.

Pero llegaban aquellos momentos de congoja. Ese, por ejemplo, en el que Nuria Piera mencionó cómo Johnny Ventura se quebraba hasta llorar, cuando recordaba su tiempo de vender dulces descalzos, o dormir sobre varias fundas de cemento. O aquel día que despertó, y vio a su madre durmiendo en el suelo, para que él pudiera dormir más cómodo en la pequeña cama que compartían.

"Eso le enseñó a Johnny la sensibilidad, le enseñó la capacidad de ayuda, le enseñó que todo aquel que se le tiende una mano, progresa", Nuria Piera.