Con tres semanas y días en el poder, Donald J. Trump, el 45to presidente de Estados Unidos de América, ha comenzado a establecer su impronta con una vertiginosa velocidad. Pronto comenzará a despejarse la incertidumbre sobre cuán profundo será el giro de comportamiento en las políticas de la primera potencia mundial y de si éstas representarán -como sugieren promesas de campaña y de su discurso inaugural- un cambio en el paradigma de la geopolítica global, instaurado por EE.UU. y sus aliados desde el final de la Segunda Guerra Mundial y conocido como Pax Americana[1].
Ésta, a grandes rasgos, se ha fundamentado -primordialmente para el mundo occidental- sobre el escudo nuclear y las fuerzas navales de EE.UU.; el libre comercio y navegación; las alianzas políticas y militares forjadas por EE.UU.; el dólar como principal divisa de reserva internacional; y la vigencia de organismos multilaterales, con el derecho internacional como norma, para el mantenimiento de dicha arquitectura universal con cierta paz y armonía[2].
Uno de los argumentos principales de Trump ha sido que, después de 75 años, las alianzas militares, como la OTAN, fueron diseñadas para otra época y, por tanto, ya no tienen una clara vigencia para los propósitos estratégicos actuales de EE.UU.; país que sigue sosteniendo el grueso de los costos y la obligación de defender a los países miembros en Europa, sin que reciba el apoyo adecuado de sus aliados en aquellos lugares, fuera del continente europeo, donde se encuentran -en los últimos 15 años- los principales intereses estratégicos de EE.UU., como, por ejemplo, en el mundo islámico.
En consecuencia, ha propuesto una renegociación de los términos de la OTAN y de otras alianzas militares, como con Japón y Corea del Sur, con el objetivo de que las relaciones contengan valor para ambas partes y que el nivel de esfuerzo y riesgo refleje dicho valor, ya que EE.UU. se ha sobre extendido en sus compromisos[3].
En cuanto al comercio internacional, Trump ha dicho que éste no ha estado beneficiando a EE.UU. y que el primer objetivo de las relaciones comerciales debe ser la generación de empleos en el país; que los términos bajo los cuales se estructuraron la mayoría de los acuerdos de comercio ahora resultan inaceptables, ya que no sirven los intereses actuales de EE.UU.[4] En cumplimiento de sus promesas, Trump ordenó -el 23 de enero- el retiro de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés)[5] y se comprometió oficialmente a renegociar con México y Canadá el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), o a su denuncia si ambos países se niegan a ello[6].
Trump postula que la etapa del multilateralismo ha llegado a su fin y que EE.UU. colaborará con cualquier país que tenga sus mismos objetivos, como, por ejemplo, con Rusia en la derrota del Estado islámico[7].
En su discurso inaugural, Trump ha advertido de manera sucinta y brutalmente clara su principio central: Estados Unidos primero[8].
Predecir el resultado final de la arquitectura internacional después de los posibles cambios que llevará a cabo EE.UU. bajo Trump, sería en este momento un diagnóstico demasiado aventurado.
En nuestro país han proliferado las voces que dudan que Trump lleve a cabo sus promesas de campaña o afirman que no tiene las facultades constitucionales, dada la separación de poderes y los frenos y contrapesos en el sistema de gobierno de EE.UU.[9] Sin embargo, en un par de semanas hemos presenciado la adopción de una descarga de órdenes ejecutivas de Trump, cumpliendo con varias de sus promesas de campaña[10].
¿Cuál es la realidad? ¿Cumplen los presidentes de EE.UU. lo que prometen? Como podemos notar en el Cuadro 1, el porcentaje promedio de promesas cumplidas que arrojan once estudios que han medido a 15 presidentes de EE.UU., entre 1912 y 1999, es un sorprendente 67%[11].
Como era predecible, dado el hecho de que los temas nucleares (Irán, Corea del Norte) o de alianzas militares o políticas (OTAN, ONU), son intrincados, arriesgados y multilaterales, éstos tomarán cierto tiempo en ser definidos[12]. No así con aquellos que dependen primordialmente de la voluntad de EE.UU., como la construcción de un muro en la frontera con México, la renegociación o el retiro de EE.UU. de tratados de libre comercio (NAFTA, TPP), o el tema migratorio.
No debería sorprender que Trump iniciara cumpliendo con promesas que afectan a la región más cercana y dependiente de EE.UU. Ha comenzado con México, pero no debe caber duda: luego seguiremos el resto de los países latinoamericanos. Siempre quiebra la soga por lo más delgado.
Las negociaciones que México tendrá que llevar a cabo con EE.UU. en relación a su agenda bilateral (muro fronterizo, comercio, migración, narcotráfico, armas, etc.) serán arduas y prolongadas. Todo indica que a México le va a tocar primero la embestida frontal de Donald Trump. Ya hemos visto como Trump ordenó la construcción del muro precisamente cuando el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, se encontraba en Washington, preparando la visita del presidente Peña Nieto, que iba a tener lugar el 31 de enero, pero la cual éste inmediatamente canceló, por la indignación generada por la humillación.
Ante la preocupante situación, Peña Nieto y Trump conversaron por teléfono y acordaron -para reducir las tensiones- no hablar más de la financiación del muro fronterizo en público[13]. Sin embargo, la tirantez continua y si bien el gobierno de México ha negado la veracidad de lo reportado, la filtración de una información de que Trump ofreció enviar fuerzas militares de EE.UU. si México no detenía a los “bad hombres” es otra muestra de los tiempos difíciles que le toca enfrentar a esa hermana nación[14].
En nuestro país, varias voces autorizadas han pedido que se revise nuestro tratado de libre comercio con EE.UU. (RD-CAFTA), entre éstas las de los ex presidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández[15].
Suponiendo que el gobierno de EE.UU. nos tuviera en el radar, algo que dudo, y que los otro cinco Estados partes estuvieran de acuerdo en revisar el tratado, resulta difícil entender la lógica de cómo podría el país beneficiarse en estos momentos de desasosiego por el marcado proteccionismo abogado por Trump, en renegociar o revisar justo ahora los términos del RD-CAFTA.
Sería temerario hacerlo, pues esto implicaría un período de incertidumbre sobre la duración de las negociaciones y el resultado final, que podría afectar negativamente, entre otros aspectos, las inversiones extranjeras en RD y por tanto la economía.
¿Quién garantizaría, ante el apabullante desequilibrio en la relación y el talante de Trump, que saldríamos beneficiados de una ronda similar? ¿Qué haríamos si el resultado fuera negativo? Lo prudente en este sentido es paciencia y, mientras tanto, aprender “a leer las hojas de té”.
Twitter: @robalsdq
[1] El Ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier opina que “la elección de Trump es el fin del orden mundial del Siglo XX”. RT, 22 de enero de 2017, Fecha de acceso: 22 de enero 2017. Por su parte, el reconocido economista Nouriel Roubini, quien predijo la recesión de 2008-2009, escribió el pasado 2 de enero, que la elección de Trump “puede implicar el fin de la Pax Americana”. Véase “Estados Unidos primero: y conflicto mundial después”, Project Syndicate. Fecha de acceso: 21 de enero 2017..
[2] Una buena introducción al tema se encuentra en: Robert Kagan, The World America Made (Alfred A. Knopf, N.Y., 2012). Además, para una perspectiva polémica de las visiones filosóficas divergentes entre EE.UU. y Europa sobre el uso del poder, véase: Robert Kagan, Of Paradise and Power: America and Europe in the New World Order (Alfred A. Knopf, N.Y., 2003).
[3] George Friedman, “Donald Trump has a Coherent, Radical Foreign Policy Doctrine”, Real Clear World, January 20, 2017. Fecha de acceso: 21 de enero 2017.
[4] Ibidem.
5 Vea el texto de la orden ejecutiva decretando el retiro de EE.UU. del Acuerdo, que todavía no había sido aprobado por el Senado, en este enlace: Fecha de acceso: 27 de enero 2017.
6 Fecha de acceso: 27 de enero 2017.
7 Friedman, op. cit. 3.
8 pid=120000. Fecha de acceso: 27 de enero 2017.
9 Véanse, por ejemplo, las declaraciones del entonces presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), Rafael Blanco Canto, en el cual se le cita en el periódico Diario Libre del 12 de noviembre de 2016, diciendo: “Donald Trump no va hacer, pienso yo, ni el 10% de lo que promovió”, “CONEP: RD no tiene que temer por triunfo Trump”, p.9; o las del presidente del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), Federico Antún Batlle, quien dijo “EE.UU. representa la democracia más perfecta del mundo, por lo que un presidente lo único que puede hacer es dar matices a las relaciones internacionales”, en Listín Diario del 10 de noviembre de 2016, “Políticos creen relación con EU seguirá normal”, p.4ª; así como las declaraciones de Iván Gatón en el programa “Y tú que dices” del 16 de noviembre de 2016, en Acentotv.
10 Para los que dudan del enorme poder presidencial que ejerce el presidente de EE.UU., recomiendo: Jeffrey Rosen, “Donald Trump and the Overinflated Presidency”, Wall Street Journal, December 16, 2016. Fecha de acceso: 29 de enero 2017.
11 Timothy Hill, “Trust Us: Politicians Keep Most of Their Promises”, Five Thirty Eight, Fecha de acceso: 21 de enero 2017. . La página web PolitiFact, dedicada a verificar los hechos, determinó que de las más de 500 promesas efectuadas por Barack Obama
durante sus campañas cumplió, por lo menos en parte, un 70% de ellas. Fecha de acceso: 23 de enero 2017.
12 Durante la visita de la primera ministra británica, Theresa May, a la Casa Blanca el pasado 27 de enero, May le dijo al presidente Trump: “Estamos unidos en el reconocimiento de la OTAN como baluarte de nuestra defensa colectiva. Presidente, creo que usted ha dicho que esta 100% con la OTAN”, pero Trump no se refirió a la organización. Marc Bassets, “El Brexit será una maravilla”, El País, 28 de enero 2017. Fecha de acceso: 30 de enero 2017.
[13] Fecha de acceso: 28 enero 2017.
[14]. Fecha de acceso 3 de febrero 2017.
[15] Inclusive, Hipólito Mejía ha dicho “que ahora existe un entorno favorable en los Estados Unidos para ello (la revisión)”.Fecha de acceso: 28 de enero 2017. Por su parte, Fernández añadió que “Si él (Trump) tiene el deseo de que se revise el Nafta, nosotros tenemos el deseo también de que se revise el Cafta”, como si existiera simetría en la relación. Fecha de acceso: 29 de enero 2017.