A propósito de la carta enviada por Instagram por la instagramer @mariaconchitaarcala a Tokischa, me he permitido responderle.

Esta sociedad está demasiado acostumbrada a establecer responsabilidades y “culpas” a individuos de asuntos que les trascienden. Esta respuesta tiene el interés de aclarar algunos aspectos en ese sentido. Y va escrita en el mismo tono que utilizó la Sra. Arcala:

Querida María Conchita, esto te lo escribo desde el alma y el corazón, como si le hablara a una amiga querida. No nos conocemos y de antemano si buscas mi perfil dirás “esa feminista, que anda con todo ese pelo -desarreglado- que va a decirme a mí". Pero te prometo que yo también nací con innumerables privilegios, quizás no los que da el dinero, pero si los que da nacer en una familia de una dignidad a toda prueba, con profesionales y activistas por los derechos, con un reconocimiento absoluto en mi Imperio de Salcedonia, en donde mis ascendientes tienen calles y hospitales con sus nombres.

Reconozco que puedes decir que por qué te respondo si tu carta está dirigida a Tokischa y que yo estoy de entremetía'. Ahora bien, como la hiciste pública al final debes comprender que es para todo el mundo.

Tengo a bien explicarte que lo que le pides a la maravillosa y espectacular Tokischa, a quien corresponde solicitárselo desde tiempos inmemoriales es al Estado, a la jerarquía de las iglesias y al empresariado que debe tener una función de responsabilidad social.

Sin embargo, todos estos sectores de lo que se han encargado es de velar por sus propios intereses descuidando o haciendo nulos los procesos sociales que buscan propiciar la educación sexual integral en las escuelas, a la que se oponen los sectores religiosos o plantean ser quienes definan los discursos para continuar “educando” desde el mito de la abstinencia, en una sociedad con índices alarmantes de embarazo en adolescentes, embarazo infantil forzado, uniones tempranas y uniones abusivas (la mayoría de las veces de un hombre adulto con una adolescente o niña); esa realidad se combate con educación de calidad y con atención integral a las familias. No se combate con lo que la bella y talentosa Toki cante o deje de cantar, baile o deje de bailar, bese o deje de besar…

Una sociedad en donde las mujeres tenemos que luchar en las calles para que se hagan realidad los derechos plasmados en la Constitución, el problema es otro.

Usted está en el perfecto derecho de no gustarle como la sorprendente y estupenda Tokischa viva, cante, baile y concite el apoyo y la atención del público, pero por favor, si va a pontificar, intente mirar cómo por siglos han invisibilizado a la inmensa cantidad del pueblo dominicano y cómo a la gente de poder económico les pareció bien y oportuno tener revistas en los periódicos de mayor circulación nacional para restregarnos sus grandes fortunas y sus fiestas lujosas (recuerde Ritmo Social y En Sociedad), mientras la mayoría de la gente vive con falta de atención en hospitales y en espacios insalubres.

Intente mirar cómo la gente propietaria de las AFP y las ARS tienen fortunas multimillonarias con el dinero del pueblo. O más: pídale a la clase política que no propicie y siga permitiendo que el Congreso y las instituciones públicas se llenen de narcotraficantes. Entre otras múltiples cuestiones que sí debemos erradicar para que haya verdaderas políticas públicas enfocadas en el bienestar de la población.

También valdría la pena que intente hacer una cartita a las iglesias que NO PERMITEN que en este país haya educación sexual integral, acceso a anticoncepción y mucho menos a aborto legal en causales, y a la clase política que le tiene miedo y no actúa para superar esta situación. No hemos podido superar siquiera que, conforme a encuestas recientes, un 20% de nuestras niñas no asistan a la escuela por falta de toallas sanitarias. ¿Se imagina?

Entonces quizás, no tenga que escribirle una carta a la increíble y extraordinaria Tokischa, responsabilizándola de la educación de nuestras niñas y nuestros niños.

Posiblemente pueda darse cuenta de que el arte es, y podrá trascender o no, en la medida de su calidad y de cómo interprete y aprehenda los gustos de las personas. Al fin y al cabo, a la fantástica y prodigiosa Tokischa quizás lo que tengamos es que agradecerle por poner sobre la mesa una discusión necesaria sobre el abordaje de la educación nacional y por expresar, como adulta, lo que le gusta que le hagan y hacer.

El problema estratégico y social de un país que premia a una figura como Omega no es que la grandiosa Toki nos estruje en la cara todo ese abuso, invisibilización y segregación que la mayoría de la gente en el país padece todos los días. No. ombe'; denunciemos las estructuras perversas y despiadadas que propician que haya gente de iglesia involucrada en violaciones masivas en un orfanato en Higüey o en la comunidad de Juncalito.

Y, finalmente, mire una cosa, a mí no me gusta que muchas de las canciones de la genial Toki sigan reproduciendo la idea de que la vida de las mujeres se valida desde tener un “macho”; ahora bien, muy a pesar de eso, ella también le grita al mundo toda la marginación y exclusión de las personas que viven en la parte que el Capricornio nos hace conocer como "el bajo mundo". Y me parece muy bien que se atreva cada día a hacerlo visible, ¡están, son y valen!, ya no solo desde el privilegio se es visible, también en la marginalidad. ¡Qué bueno!

¡¡¡¡¡¡¡Que viva la inmensa Tokisha y las que, como ella, nos confrontan y nos hacen saber todo lo que falta por hacer!!!!! Abajo las mojigaterías clase medieras.

Por un mundo en que no existan los Józef Wesołowski, Nuncio Apostólico de Su Santidad y abusador de niños. Donde tampoco existan personas que los ayuden a escapar del país para que no sean juzgados, Y porque hayan más Tokischas: mujeres libres, inteligentes y que nos hacen saber que LAS AMIGAS QUE SE BESAN SON LA MEJOR COMPAÑÍA.