Al abordar con un amigo el tema tratado anteriormente sobre la diferenciación entre especulación y manipulación, le comentaba que independientemente de mi punto de vista sobre lo ocurrido con las acciones de Gamestop la semana pasada, no puedo dejar de reconocer que siempre ha habido manipulación en los mercados de capitales y que peor aún, siempre lo habrá. El detalle está en seguir el ritmo progresivo de eficientización de la transparencia en las transacciones bursátiles y castigar a los culpables.
Y es bueno advertir que cuando hablamos de manipulación no nos limitamos únicamente a acciones de compañías, sino además a la cotización de materia prima, energía, alimentos, en fin, a todo producto o índice que se cotiza en los pisos bursátiles. La historia data de más allá del siglo pasado, posterior a la primera guerra mundial, con la manipulación de los precios del maíz, la manipulación del algodón a principios del siglo XX por James A. Patten y Yasuo Hamanaka, mejor conocido como el “Mr. Silver”, que llegó a poseer el 5% de los depósitos de plata en el mundo, creando un precio artificial del metal vía el London Merchant Exchange (LME) o el más reciente escándalo del Libor y la coordinación entre numerosas instituciones financieras a fin de mantener tasas en un nivel artificial.
También existen intentos fallidos nada santos como los de Marc Rich con los precios del petróleo, o el caso del fracaso de Joel Leiter al acaparar el mercado del trigo. En fin, existen suficientes historias de éxitos y fracasos en pretender adulterar negativamente una amalgama de sectores y productos, aunque deba ser dicho que en todo esto subyace un elemento positivo y es que a medida que ha ido transcurriendo el tiempo, de manera paulatina se han ido creando también simultáneamente mecanismos para prevenir que situaciones así se repitan. De ahí la creación del SEC, vía el Security Exchange Act en 1934, Grain Future Act, Glass Steagall y más recientemente el Dodd-Frank Act.
La realidad es que siempre existirán desafíos, pues como me decía un académico, “El mal nunca duerme”, en virtud de que es muy cierta la existencia de mecanismos mucho más eficientes que estamos obligados a poner en práctica a fin de aminorar la nociva práctica. Entonces, ¿por qué mi optimismo? Dos indiscutibles razones: la tecnología y la democratización de los mercados de capitales.
En el caso de la tecnología, facilita a los entes reguladores de las transacciones, patrones y tendencias, en tanto que la democratización de los mercados de capitales invita a un mayor volumen de contratos realizados y a la participación de una superior cantidad de inversionistas de diversos niveles económicos. Por ejemplo, en lo referente a los Estados Unidos de América, principal mercado del mundo, para el 1990 tan sólo el 30% de sus ciudadanos era propietario de algún tipo de acción en la bolsa de valores, pero ya para el 2016 superaba el 50%. Y más aún: mayor participación y mayor volumen en tan sólo 10 años, desde el 2010 hasta la fecha en el caso del índice del NASDAQ, cuadruplicando la media de operaciones de contratos realizados diariamente.
Traigo esto a colación en razón al incremento de contratos ejecutados, lo cual se interpreta como liquidez y entonces notamos que en una acción de Microsoft o Apple existe una gran liquidez, lo que facilita la entrada y salida de una determinada posición, y dificultando la manipulación de estas acciones, que no era el caso en décadas previas, como fue sí aconteció con la plata debido a su iliquidez.
Más participantes, menos espacio para maniobrar e incremento en la creación de riquezas, lo que por vía de consecuencia incide positivamente en el comportamiento del consumidor. A luz de todo esto es muy oportuno hacer referencia a un estudio realizado por el National Bureau of Economic Research de los EE. UU. donde se indica que, por cada dólar norteamericano de crecimiento en los portafolios de inversión, el consumidor gasta 2.8 centavos más anual.
Al considerar todos esos elementos, y a sabiendas de que todavía en la República Dominicana contamos con un mercado de valores un tanto verde, pero que se encamina en la dirección correcta, tenemos que trabajar con la idea un tanto equivocada que abunda en el medio, gracias a los escándalos surgidos por las artimañas que en los mercados han surgido a nivel internacional, en muchos casos por la desinformación existente, y revertirlos. Estimular a que otras empresas a que emulen al Grupo Rica, que hasta ahora han sido los únicos en emitir acciones en el mercado de valores.
Al final, un mercado de capitales eficiente y transparente a pesar de sus imperfecciones, que las tiene, es el mejor instrumento de formación de riquezas de los ciudadanos, pues con un mercado de capitales participativo ganamos todos.