SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Las alarmas ante una nueva ola de contagios de COVID-19 empujaron al Gobierno a dar la bienvenida al 2021 ejerciendo las medidas más drásticas desde el diagnóstico del primer caso positivo en República Dominicana, hace ya 10 meses.

Sin bares ni restaurantes abiertos, sin parque ni malecones, sin fines de semana, las medidas prácticamente paralizan el ocio. Sin embargo, el Gobierno plantea divorciar estas actividades recreativas del turismo, cuanto en su decreto 740-20 establece: "las actividades del sector turístico continuarán manejándose con un protocolo especial, como hasta ahora".

La Asociación de Bares de la Zona Colonial ha respondido a esta diferenciación con molestia: "¡Entonces, se supone que el sector bares y restaurantes deba seguir pagando, y que no se contemple ningún tipo de ayuda, aun habiendo aplicado protocolos! El Estado sigue sordo y mudo ante el sector bares y restaurantes", se quejó la presidenta de la asociación, Grace Heyaime, quien asegura que al Gobierno le han enviado misivas y propuestas que no se han contemplado.

Mientras tanto, cuenta que en lo que va de la pandemia,  10 de los 30 bares que integraban la asociación cerraron, llevándose unos 200 puestos de trabajo. Ahora 20 forman parte del gremio.

La posición de esta asociación siempre ha sido que las restricciones no se apliquen por igual a todo el mundo, sino, que puedan sectorizarse y aplicar mano dura con los establecimientos que no cumplen con el distanciamiento.

Además, la Federación Nacional de Bares y Restaurantes respondió al nuevo decreto con exigencias al Gobierno de aplicar un paquete económico de ayuda al sector, que incluye la excepción de impuestos. "No quedará ni un bar… Con estas nuevas medidas y sin ningún tipo de apoyo por parte del Estado, el sector bares y restaurantes se irá a la quiebra", advierte la federación.

Al conocer el nuevo paquete de medidas para controlar la pandemia esta mañana en el Palacio Nacional, la pregunta era obligatoria: ¿A qué se debe a que restaurantes y bares no se les permitan lo mismo que a los hoteles?, cuestionó un periodista.

Las nuevas medidas implementadas en el decreto 740-20, y dadas a conocer este miércoles, amplía el horario de toque de queda, desde las 5:00 de la tarde los días laborables, y desde las 12:00 del mediodía los sábado y domingo. Desde el 1 al 10 de enero, cerrarán los parques, malecones, gimnasios e iglesias. Y los bares, restaurantes y colmadones, "no podrán recibir clientes que consuman en sus instalaciones", solamente brindarán servicios a domicilio hasta las 11: de la noche.

"Está comprobado que los bares y restaurantes, luego que el ser humano comienza a consumir alimentos y bebidas, inmediatamente nos retiramos las mascarillas y ahí empieza la posibilidad muy alta de contagio", respondió la vicepresidenta Raquel Peña, quien a su vez pidió al sector bares cumplir con este "sacrificio", por 10 días.

"Los hoteles son estructuras muy grandes y la ocupación que han podido recibir es relativamente baja… Entiéndase, los hoteles, por la condición de su estructura, garantiza el mejor distanciamiento social que otros", agregó el ministro de Administración Pública, José Ignacio Paliza.

El decreto ha despertado ya las alertas también al sector turismo. La Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (Asonahores), convocó una reunión interna para fijar posición, a sabiendas de antemano que, aunque los hoteles siguen operando, las medidas restrictivas a un sector tan ligados a ellos, les afectan.

Camino a cumplir los 10 meses de pandemia y al cierre de un año marcado por las medidas restrictivas del COVID-19, diciembre se prestó a cerrar año con luz verde para que, lugares de paseo como la Zona Colonial se volvieran una especie de respiro para las familias dominicanas. Al mismo tiempo, los números de positividad, camas ocupadas y de contagios por el coronavirus se dispararon.

El fin de semana pasado, de bar en bar, de mesa en mesa, aun con la distancia, los establecimientos en la Cuidad Colonial se llenaban, con la capacidad que exigían los protocolos, de un 35 % de aforo. La cantidad de gente, dentro y fuera de los establecimientos, daba la impresión de que se trataba de un cierre de año normal, a excepción de las mascarillas, que al momento de tener el trago en la mano, obviamente, los ciudadanos se desmontaban.

Las nuevas medidas plantean que, por primera vez en la pandemia del COVID-19, los fines de semanas acabarán al mediodía.