Este reportaje es una colaboración de Acento para el periódico mexicano El Financiero

SANTO DOMINGO, República Dominicana-. El impacto de las remesas tiene el mejor ejemplo en la historia que cuenta Edward José Rodríguez, un empleado del Gobierno dominicano que gana 15,000 pesos, el equivalente a 263 dólares, que no llegan ni a la mitad de lo que debe conseguir cada mes para cerrar compromisos en su hogar, donde vive su esposa -que no trabaja-, y su niña.

El ingreso por remesas le permite a Edward pagar gastos tan básicos como la electricidad, internet, la casa donde vive o la comida. Y para este tiempo de pandemia del COVID-19, los 150 dólares que recibía desde Estados Unidos, hace más de 10 años, se convirtieron en 250 o 300 dólares mensuales. Eso, sin contar las cajas de medicamentos y comidas que recibió también, o el dinero que llegó de sus familiares desde España, que igualmente aumentó, aunque en menor medida.

La historia de Edward se ha repetido a lo largo y ancho de Latinoamericana. Y es que, aun con los peores pronósticos, las remesas se convirtieron durante el fatídico 2020 en un en un alivio para las familia y, consecuentemente, en un ingreso celebrado de divisas para muchas economías emergentes.

Según cifras del Banco Mundial, de una lista de 184 países, 105 registraron en el 2020 números negativos en remesas, y 58 se anotaron aumentos. En 21 países no variaron los ingresos por este concepto. A nivel mundial, las remesas registraron en el año de pandemia un bajón de US$17,479 millones, al pasar de RD$719,410 millones en el 2019, a US$701,931 millones en el 2020.

Este panorama tampoco fue tan fatídico. Esto porque los pronósticos de inicio de la pandemia anunciados por el Banco Mundial apuntaban a un receso del 20% en las remesas que no se cumplió. Los países de ingreso bajo y mediano recibieron flujos de remesas por US$$540,000 millones en 2020, apenas un 1,6% por debajo de los US$548,000 millones de 2019.

Los últimos datos del organismo internacional, conforme a cifras del 2020,  apuntaban que los ingresos de remesa en América Latina y el Caribe aumentaron un 6.5%; en Asia meridional, un 5,2 %, y en Oriente Medio y Norte de África, 2,3 %. Pero cayeron en Asia oriental y el Pacífico (7,9 %); en Europa y Asia central (9,7 %) y en África al sur del Sahara (12,5 %).

Sonia Plaza, copresidenta de la Asociación Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (KNOMAD, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, tiene cuatro razones para explicar por qué América Latina se anota como la región que, en conjunto, tuvo alzas en ingresos por remesas.

El comportamiento de las remesas muestra la dependencia en materia económica de una comunidad que hace vida en los países desarrollados, en especial de Estados Unidos, precisamente por las carencias que arrastra sus estados de origen. El 4% del PIB de México depende de las remesas y en República Dominicana, ese monto asciende al 10.6%, según el Banco Mundial.

“A los países y gobiernos les interesa que haya más remesas porque les ayuda con su cuenta corriente y balanza de pago, lo que necesitan son divisas y si se cierra el flujo por turismo, por lo menos existen las divisas de remesas”, explica Sonia Plaza.

Sin embargo, la economista advierte que las remesas no son un sustituto para el desarrollo, y recuerda que los migrantes no salen porque quieren, voluntariamente, sino porque buscan oportunidades de trabajo que no encontraron en sus países. “¿Podemos ver que los migrantes contribuyen con el desarrollo? Sí ¿Las remesas suplantan el desarrollo? No”, insiste.

Los países latinoamericanos que más dependen de estos ingresos, coincide con que son todos centroamericanos, registraron aumentos. El Salvador, donde las remesas representan un 24% de su PIB, alcanzó en 2020, US$5,935 millones, es decir, US$275 millones más que los US$5,661 del año anterior. Lo mismo pasó con Honduras, Nicaragua y Guatemala.

México, el país que recibe más remesas de América Latina y el cuarto a nivel mundial, cerró el 2020 de pandemia con ingresos de US$40,606 millones, es decir, US$4,168 millones por encima a los US$36,438 registrados en 2019. Las cifras que mantienen su tendencia al alza este 2021 han sido aplaudidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Si se pudiera hablar de contienda en estas cifras, Pakistán y México, serían los dos países ganadores, con mayor monto recibido durante el 2020, cerca de US$7,700 millones entre los dos y a partes casi iguales.

Justo en el mes de mayo de este año, el Banco de México daba a conocer un nuevo record histórico por remesas: US$4,152 millones registrados en marzo. Solo en el primer trimestre de este año, el país norteamericano se apuntaba US$10,623 millones, para un aumento de un 13%.

En República Dominicana, la tendencia es un espejo: El 2020 cerró con US$8,219 millones, es decir, US$1,132 más que los US$7,087 del año 2019. La explicación dada por el Banco Central dominicano, reflejo de lo que se sigue extendiendo en los países centroamericanos, fue el auge de las ayudas económicas que se repartieron en Estados Unidos, el principal país emisor de remesas, en todo el mundo.

El Congreso norteamericano aprobó en 2020 dos grandes paquetes de estímulo económico para responder a la pandemia. En marzo, fue aprobada la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por Coronavirus (CARES), por valor de 2.2 billones de dólares que permitiría pagos de hasta 1,200 dólares por persona. Y en diciembre, un segundo gran paquete valorado en 900,000 millones de dólares, incluyó asistencia alimentaria, pagos de renta, y seguros a desempleados.

“La diáspora dominicana fue una de las comunidades que se vio más beneficiada de la mejoría salarial, así como de la asistencia financiera brindada por el gobierno estadounidense a los desempleados en ese país, dada la alta proporción de dominicanos que se encuentra regularizados”, explicaba el Banco Central cuando dio los datos de las remesas del cierre del año pasado.

La embajada de Estados Unidos en República Dominicana coincide con que el incremento experimentado por las remesas, tiene una “correlación directa” con los programas de recuperación económica ejecutados en Estados Unidos. “…Entre ellos el Plan de Rescate Estadounidense, al igual que otras iniciativas para promover la prosperidad económica de parte de la administración (Joe) Biden- (Kamala) Harris, donde la comunidad dominicana ha sido beneficiada”.

La madre de Edward, que fue una de los millones de personas beneficiadas con estas ayudas, recibió cupos de comida, medicamentos como insulina o complementos proteicos y dinero, (el hijo calcula que unos US$8,000 en nueve meses durante el año pasado).

“La diáspora dominicana que tenemos sobrepasa el millón de personas y ellos están mandando dinero para ayudar y crear condiciones… Eso ha beneficiado la economía (local) porque esos dólares se convierten en pesos, esos pesos se convierten en inversión, para comprar un apartamento o algo así”, analizaba el gobernador del Banco Central dominicano, Héctor Valdez Albizu, cuando daba a conocer el “extraordinario” crecimiento económico dominicano registrado en el mes de abril de este año.

El ingreso por divisas tiene efectos inmediatos en las reservas de los países, en la estabilidad del dólar y consecuentemente en toda la economía y, de manera especial, en el bolsillo de la gente. La llegada por remesas, terminó salvando las dependencias de divisas que no llegaron por turismo. Los latinos de la diáspora han terminado por abonar a la estabilidad económica de sus familias, y de paso, de sus países de origen.