Los florentinos, además de sus obras de arte y el esculpido del mármol rozando la excelencia, también nos legaron la emisión de deuda pública y el mercado de bonos.

Hoy los bonos no tan sólo nos sirven como instrumentos de deuda, sino además para medir la salud de una deuda pública en particular e igual nos puede ayudar a interpretar las perspectivas económicas de corto y largo plazo de un determinado país, como también la relación de una deuda publica en función a otra, ya sea vía el diferencial de los bonos de dos países determinados; y en otros casos en función a distintas fechas de maduración de los mismos.

Un gran ejemplo como indicador económico es la diferencia entre los bonos del Tesoro de los Estados Unidos con maduración a 10 años, y los de 2 años, ambos mejor conocidos como “Treasury notes”, que han acertado en 9 de las últimas 10 recesiones de ese país, desde el 1966 hasta la fecha. Es interesante anotar que esto ocurre cuando parte de la curva de rendimiento se invierte, o sea que cae por debajo de cero. Otra gran muestra del uso de los bonos como punto de referencia, es el barómetro de la inflación.

Ahí tenemos el caso norteamericano, donde tradicionalmente los indicadores inflacionarios y los rendimientos de los bonos presentan una correlación positiva. Desde 1994 la inflación se ha mantenido en 1.5-2.0%, luego de estar en la década previa (1970-80) en niveles muy superiores oscilando en los dobles dígitos. Los bonos del Tesoro han venido decayendo de un 14% en 1980 hasta alrededor de un 9% en 1989, 6% para el 1999, 4% para el 2009 y ya para el 2019, en el 2%. (Ver Gráfico)

Sin embargo, en la actualidad esta no ha sido la norma, donde la tradicional correlación ha experimentado una ruptura. La combinación de grandes déficits, flexibilización cuantitativa y ruptura de la cadena de suministros han desatado una divergencia poco usual entre inflación y rendimiento de bonos. Los bonos norteamericanos de 2 y 10 años cerraron esta semana con un rendimiento de 0.28% y 1.26% respectivamente, con un contraste del último reporte de inflación de 5.1%.

Pero las anomalías no concluyen ahí, pues en el caso de los EE. UU. sus bonos que regularmente se toman como punto de referencia para otros tipos de deudas. ¿Por qué esto? En su caso concreto se debe a que es una superpotencia global, la principal economía del mundo, y posee la mayor liquidez de capital en el mercado. Sus bonos son regularmente descritos como instrumentos de “0 riesgo” en el sistema financiero. Típicamente el costo de tomar prestado para el gobierno norteamericano es mucho más favorable que para países de la región euro.

Precisamente uno de los casos que llama más la atención es el griego. Grecia, para finales del 2009 el rendimiento de sus bonos oscilaba en alrededor del 27% a un plazo de 10 años, es decir, al estado griego le costó 27 euros en interés anual por 10 años por cada 100 euros prestados; no obstante, en la actualidad, con prácticamente las mismas deficiencias presupuestarias y dificultades de su servicio de deuda que supera el 200% del PIB, comparada con el tamaño de la deuda anglosajona que representa 100% del PIB, la mitad en función al tamaño de ambas economías, a EE.UU. le cuesta más tomar prestado que a ese país.

Y es que la incongruencia posee un don: el nivel de intervencionismo y manipulación de los distintos bancos centrales, dígase FED, Banco Central Europeo o Banco de Japón, para bien o para mal. De ahí que pretender interpretar lo que nos dicen los bonos en esta coyuntura, sería jugar un número de una lotería cualquiera. Obviamente que son tiempos distintos, con políticas monetarias inusuales.