En momentos en que continúa el precio alcista del petróleo y sus derivados, vuelven al tapete las inquietudes sobre el porqué de los mismos. Por ejemplo, muchas veces se resalta la desproporcional alza de la gasolina en función de los precios del petróleo, pero en otras ocasiones se enfatiza en el valor del BRENT sobre el WTI, y es que uno de los errores que usualmente se cometen es el de inferir en función de los precios del oro negro y linealmente transportarlos a los precios de la gasolina. ¡Nada más lejos de la realidad!, pues para comprender la dinámica del petróleo y sus derivados estamos llamados a conocer el rol de las refinerías y el vital concepto del “crack spread”.
El crack-spread no es más que el diferencial de ese hidrocarburo y sus derivados ya sea en petróleo-gasolina, petróleo-aceite de calefacción, petróleo-diésel, petróleo-fuel oil, etc., etc. El más común de todos es el crack spread 3:2:1, que consiste en el diferencial de 3 barriles de petróleo, menos 2 barriles de gasolina y 1 de diésel, dándonos esta fórmula una idea de los márgenes de ganancias de las refinerías.
Cuando observamos el historial del comportamiento del crack spread, nos damos cuenta de que no necesariamente una tendencia alcista del petróleo implica un incremento en los márgenes de ganancias de las refinerías ni viceversa, pues al igual que los precios del petróleo y muy particularmente en lo que se refiere a la gasolina, existe un sinnúmero de factores que inciden sobre el mismo, desde geopolítica, regulaciones ambientales, mantenimiento de refinerías, temporada, paridad de precio de importación, y hasta fundamentos económicos.
Las dinámicas del crack spread influenciada por los factores anteriormente citados, si bien no tienen un comportamiento constante, existe una enorme correlación con los mismos. Pruebas al canto, en el escenario actual muchos se preguntarían, por ejemplo, por qué con precios del petróleo al cerrar el mes de septiembre del 2010 en US$75.55 por barril, un galón de la gasolina costaba US$1.94 en el mercado spot, mientras que hoy el WTI cierra el mes de abril en US$61.70, y la gasolina en US$2.05 en el mercado spot.
Estas “incongruencias” son productos de enormes factores. Lo primero que tenemos que tomar en cuenta es la acumulación de petróleo en almacenes, no únicamente en EE.UU., sino además en las regiones euro y Asia, como consecuencia del bajo consumo de derivados en todo el 2020. Cuando tomamos este cúmulo de petróleo, y a medida que entramos en la temporada alta (el verano), la velocidad de refinamiento no ha ido a la par con el crecimiento de la demanda de la gasolina. Esto se puede apreciar con más detalles en el historial del porcentaje de utilización de las refinerías; para el 2019 (pre-Covid) ese porcentaje en los EE.UU. era de un 97% y 92% para finales de abril del 2018 y 2019, respectivamente. Sin embargo, para las mismas fechas este año se sitúa por debajo de la media anual, alrededor de un 85%. Es decir que aún con una enorme cantidad de petróleo, la velocidad con que se está refinando es muy inferior.
Lo anterior nos conduce a otra incógnita: ¿por qué la disminución de la utilización de las refinerías? Podría interpretarse como una estrategia de las refinerías de nivelar los precios para balancear sus márgenes de ganancias en función al pobre desempeño del 2020; no obstante, entendemos, que hay más de ahí. Y es que entra en efecto la parte cíclica del diferencial petróleo-gasolina que se amplía a favor de la gasolina en el verano, al igual que el alza del costo de transportación de derivados del oro negro, como también la reacción rezagada de las refinerías a medida que aumenta el consumo de este derivado de petróleo.
Cuando analizamos cada una de las variables que entran en juego en la dinámica del diferencial petróleo-gasolina, es vital contar la historia completa y no limitarnos a comparar precios de petróleo con precios de gasolina, pues estaríamos faltando a la verdad.