El pasado 9 de noviembre, Pfizer y su socio alemán BioNTech se convirtieron en el primer laboratorio en el mundo en aprobar su vacuna contra el coronavirus, una carrera a la que ya se sumaron Moderna, AstraZeneca/ Oxford, Gamaleya Institute y Sinopharm, que ahora enfrentan diversos retos para cumplir sus millonarias metas de producción.

Se prevé que este año Pfizer y Moderna reporten cerca de 18 mil millones de dólares en ingresos por sus vacunas contra el COVID-19, 15.4 veces más que los mil 100 millones de dólares con los que cerrarían el 2020, según estimaciones de analistas compiladas por Bloomberg.

“La conversación sobre la vacuna ha girado en torno a la logística: aprobaciones de su administración, la velocidad de su producción, los países que compiten por asegurar dosis suficientes para vacunar a sus poblaciones y, más recientemente, las preocupaciones en torno a la ampliación y la aceleración del despliegue en países de todo el mundo”, comentó en un reporte, Natalia Castellanos, líder de Consumer Insights para América Latina en NielsenIQ.

Las vacunas que ya recibieron aprobación requieren de ciertos reactivos base que en condiciones normales son sencillos de obtener, pero que, por la demanda mundial, pueden llegar a escasear, como en el caso de Pfizer y Moderna, que utilizan nanopartículas de lípidos, bolitas microscópicas de grasa.

“Hay relativamente pocos productores de nanopartículas lipídicas. Creo que sólo hay dos de escala en Europa. Informes recientes sugieren que Pfizer redujo a la mitad su producción estimada para 2020 después de enfrentar desafíos para asegurar suficientes nanopartículas lipídicas”, afirmó Andrey Zarur, fundador y CEO de GreenLight Biosciences, en un artículo para Stat, un medio especializado en salud.

Las otras vacunas, como la de AstraZeneca, CanSino, Janssen y Sputnik V, utilizan reactivos que son muy comunes como la sacarosa, el cloruro de sodio y el glicerol, el problema es la alta demanda mundial, explicó Gabriela Ramírez, especialista de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad la Salle.

“Con la producción masiva que se tiene que hacer de las vacunas es cierto que sí puede haber algún desabasto”, reconoció.

La Asociación Nacional de Industrias del Plástico (ANIPAC) detalló que la industria farmacéutica utiliza envases y empaques para contener vacunas, además de insumos como líquidos, píldoras, polvos y sólidos, por lo que se anticipa una gran demanda mundial.

“Se proyecta que, a nivel mundial, el mercado de empaques del sector farmacéutico reportará un crecimiento de 8.2 por ciento hacia el 2025, lo que representará un aumento de 118 mil millones de dólares para la industria”, calculó.

Combatir el SARS-CoV-2 es un problema mundial, por ello se creó el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVAX, una alianza impulsada por actores públicos y privados, que busca garantizar que 92 países de bajos y medianos ingresos puedan acceder a las vacunas, al mismo tiempo que las naciones de ingresos altos.

El problema, es que varios países firmaron compromisos de compras con los laboratorios, que a su vez también tienen que garantizar el abasto a las naciones pobres.

“Con COVAX empiezan los conflictos de los países que ya pagaron y esperan sus entregas y se tienen que retrasar, ahí vienen la famosa solidaridad”, explicó Xavier Tello, analista en políticas de salud.

Para las compañías farmacéuticas cualquier cambio en su cadena de proveeduría, crea un problema logístico. Por ejemplo, en el caso de la farmacéutica Moderna, los 20 millones de dosis de vacunas que entregará al gobierno de Canadá se obtendrían de su producción europea, fabricada por un socio suizo y envasada por uno español lo que implica un gran laberinto logístico.

En días pasados Pfizer anunció un retraso de entregas en México y en otras partes del mundo, pues frenó un par de semanas la manufactura para ajustar la capacidad de su planta en Bélgica para producir 2 mil millones de dosis anuales, en lugar de mil 300 millones que tenía estimado originalmente.

El inconveniente es que, una planta farmacéutica tarda en adaptarse y calibrarse hasta 24 meses, lo que ahora se ha tenido que forzar para hacerse en sólo un par de semanas.

Por su parte, el pasado 21 de enero, AstraZeneca sufrió el incendio de un edificio en construcción en India para aumentar la producción de vacunas contra el Covid-19, la mayor fábrica de vacunas del mundo.

El pasado 22 de enero, el presidente Andrés Manuel López Obrador, dio su permiso para que los gobiernos estatales y la iniciativa privada pudieran comprar la vacuna, sin embargo, por ahora, ninguna de las que se han anunciado cuenta con registro sanitario, por lo que no pueden comercializarse, explicó Tello

El analista en políticas de salud explicó que el otro problema es que tampoco hay inventario qué comprar.

Agregó que los laboratorios están vendiendo a los Gobiernos a precios especiales por el volumen, por lo que reconoció que el que quiera comprar ahora, lo hará a precios muchísimo más altos.

Además, aunque el lunes 25 de enero la Secretaría de Salud publicó el acuerdo para particulares puedan adquirir la vacuna, aún falta conocer qué cambios en la metodología, reglamentos o requerimientos realizará la Cofepris, para que esto pueda proceder, concluyó Tello.