En la actualidad el oro ocupa un lugar muy importante en nuestra cultura y sociedad, pues simboliza poder y riqueza, pero también conquistas. Lo utilizamos como símbolo de máximos logros que se simbolizan en anillos de matrimonios, medallas olímpicas, y galardones tales como el Grammy y el Oscar.
Sin embargo, para nuestro propósito, nos circunscribiremos al oro como referente de instrumento financiero. Tradicionalmente el comportamiento de los precios de este metal precioso se fundamenta en observar las decisiones de los principales bancos centrales; qué tan agresiva es la compra y venta de este, además del clima geopolítico y cómo reacciona en tiempos de inestabilidad, pues se le considera como una forma de inversión más estable y segura.
Es de obligación apuntar que cuando se pierde confianza en los instrumentos de inversiones tradicionales también se tornan en un activo de refugio. Existen otros comportamientos que se registran en la medida en que crecen los ingresos, pues en esa misma medida aumenta la demanda. Pero lo más importante de todo es cuando actúa como referente de la inflación y las expectativas de las mismas, pues sin lugar a dudas es el instrumento más sensible en esa coyuntura.
Para muchos, la ruptura del patrón oro por los EE.UU. en 1971 hasta el sol de hoy, consiste en el principal evento de carácter monetario que hemos experimentado desde inicios del siglo XX hasta la fecha. No son pocos los que argumentan que ha sido este instante la génesis de los presentes desbalances comerciales y presupuestarios. Dentro del mismo contexto debemos tener presente que:
- El sistema global en la actualidad es mucho más dependiente del crédito que nunca
- La economía global sigue siendo dependiente del dólar norteamericano
- Vivimos en una economía que busca producir bienes lo más asequible para consumo de la región euro y los EE.UU., pues la competencia diariamente se intensifica aún más.
Es de notar que desde la abolición del patrón oro, se han intensificado el desequilibrio del intercambio comercial, ahorros, reservas, exportaciones, consumos, así como las deudas. En esa misma dirección, en términos globales, las economías han sido codependientes de manera directa o indirecta del nivel de consumo de los EE.UU., así como simultáneamente su moneda ha mantenido una constante devaluación con relación al metal precioso.
Cuando tomamos esa relación de oro/dólar que cotizaba en 1971 a US$35 la onza, o en el año 2000 a US$290, y con la masa monetaria existente de la moneda norteamericana, hoy con un valor de US$ 1,763 la onza, asumimos que relativamente su precio es inferior a lo anticipado, a pesar de que la lógica podría llevarnos a pensar que el oro se vende a descuento.
Existe otra lectura en donde el metal cotizado a futuro en búsqueda del precio óptimo, tomando en cuenta las expectativas del momento, la inflación será transitoria como muchos economistas consideran. También se asume que, a pesar del incremento acelerado de la masa monetaria, la velocidad del mismo dinero no ha sido suficiente para crear una mayor inflación que provoque un remonte significativo en la cotización del oro. Así las cosas, nos encontramos en unos de esos casos únicos de anomalías en el sistema financiero global donde el metal precioso llamado oro no se ajusta a las perspectivas de una inflación.