A raíz de la empresa Energía Natural Domicanana (EnaDom) inaugurar el año pasado un gasoducto que facilitaría el acceso al gas natural a las plantas ubicadas en la zona este del país, y en consecuencia a la transformación de su funcionamiento de derivados del petróleo a gas natural, como ya es el caso de la planta eléctrica Cogentrix, el tema del gas natural ha tomado gran notoriedad, lo que nos lleva a la reflexión de sus fundamentos y perspectivas.
Sucede que por muchos años el gas natural fue objeto de variadas regulaciones, gravitando hasta en sus precios, por el gobierno de su principal consumidor, los Estados Unidos, aunque luego fuera sometido a un proceso de desregulación que se inició en el año 1985, como además su cotización en bolsa se opera a partir del 1990, convirtiéndose en la segunda mercancía más comercializada en el NYMEX, luego del petróleo.
Es bien sabido que entre las grandes ventajas del gas natural se encuentra que es mucho más limpio que el llamado oro negro y sus derivados, incluso cargando con la disminución de CO2 en el propio gran país norteamericano. Así tenemos una reducción de un 2.1% en el presente año, así como su emisión más baja desde el 1992 descansa en gran medida en el proceso de reemplazamiento de generación de energía, vía carbón a gas natural.
Observando el panorama desde la óptica de nuestro país, estamos obligados a reconocer como muy positivo el paso de convertir la Cogentrix a gas natural, y pronto también a Quisqueya I y II
Como explicaba en un artículo anterior, titulado “Perspsectiva de la energía en el mundo”, uno de los principales incentivos del movimiento al consumo de energía limpia es qué tan competitivos sean sus precios, siendo éste el mismo fenómeno registrado con el gas natural, sin llamarnos a engaño, considerando que su precio ha sido uno de sus mayores atractivos, independientemente de ser una fuente de energía mucho más limpia que los derivados del petróleo, además de la facilidad de transportación si se tiene la adecuada infraestructura.
Es oportuno subrayar que al igual que el oro negro, el gas natural se extrae del subsuelo, y que también ha sido beneficiado por los avances de la tecnología con la técnica del “fracking”. Vistas, así las cosas, nos preguntamos, ¿a qué se ha debido su gran auge?
Ese gran auge se explica porque todo producto energético que se cotice en dólares es obvio que estará influenciado por las políticas monetarias y fiscales de los norteamericanos, que a su vez afecta la cotización del dólar y como consecuencia al gas natural, igualmente como además sustancialmente gravita la oferta y la demanda, pero sobre todo la geopolítica y el clima de Norteamérica y Europa.
Una de las razones más importantes del grado de la volatilidad del gas natural es el clima, con mayor peso aún en todo los Estados Unidos, así como en Europa, en virtud a que la principal fuente de energía utilizada para la calefacción de los hogares les proviene del gas natural. Uno de los mejores ejemplos fue el incremento en su consumo de un 100% para el invierno 1996-97 de $2.00/MMBtu a $4.00/MMBtu, y posteriormente a los $10.00/MMBtu, debido a que los EE. UU. experimentó uno de sus inviernos más intensos registrados en la década de los 90.
En tanto, en el factor geopolítico, si nos transportamos al otro lado del Atlántico, tenemos el factor ruso y la inmensa subordinación de Europa del gas natural proveniente de Rusia. En un muy reciente e interesante libro de Daniel Yergin, titulado “The New Map: Energy, Climate, and the Clash of Nations”, él plasma la gran dependencia de los europeos del suministro de gas natural desde Rusia, y a la vez cómo el mismo se utiliza como instrumento político; pero lo que me resulta más interesante es la manera de cómo también se contraponen los diversos intereses geopolíticos de los principales productores de gas natural: EE. UU., Rusia e Irán.
Traigo a colación esa referencia en razón a que no obstante haber experimentado precios relativamente estables del gas natural, la historia dada a las diferentes variables que afecta su precio no siempre ha sido así. Por ejemplo, desde inicios del 2018 hasta el día de hoy, se ha mantenido en un rango de $0.684/MMBtu-$4.27/MMBtu, y sin embargo, en la década pasada en menos de un año experimentamos rangos superiores a los $10/MMBtu, debido a una situación geopolítica mucho más inestable que la que nos afecta en estos momentos.
Ahora bien, observando el panorama desde la óptica de nuestro país, estamos obligados a reconocer como muy positivo el paso de convertir la Cogentrix a gas natural, y pronto también a Quisqueya I y II.
Esa medida será un gran paso, pues nos desprendemos de la dependencia de derivados de petróleo, beneficiándonos enormemente tanto desde el punto de vista ambiental, como desde el ángulo de las finanzas públicas. Pero lo que más me ha llamado la atención es el énfasis del presidente Abinader en inclinarse a la compra de gas natural a futuro con fines de protección a la volatilidad de los precios del mismo. Es muy alentador que finalmente comencemos a pensar en la utilización de los pisos bursátiles en nuestro propio beneficio como país.