Mucho se habla y se escribe sobre el petróleo, en particular del WTI y del Brent, y con sobrada razón debido a su naturaleza y su impacto en los distintos aparatos productivos del sistema económico, pues es en sí la locomotora de la economía global. No obstante, una de las energías renovables que silenciosamente está ejerciendo bastante incidencia a nivel global es el gas natural.

El gas natural históricamente se ha etiquetado como una de las energías más limpias dentro de las energías no renovables, además de por su gran atractivo al estar por debajo del costo en relación con otras como el petróleo. La relación gas natural- petróleo se transformó a inicios del siglo 21, con el hallazgo de nuevos yacimientos de gas natural en los EE. UU., alterando la relación entre los mismos, con un super ciclo al alza del oro negro entre el 2000-2014, mientras el gas natural experimentaba una tendencia a la baja producto del sobre abastecimiento.

Hasta el 2009 el promedio del diferencial petróleo-gas natural era de alrededor de 10:1 a favor del oro negro, con un punto máximo de 50:1 a mediados del 2012, estando los precios del WTI en los US$120 por barril, y el gas natural en los US$2.00 MMBu, disminuyendo para el pico de la pandemia a 16:1.

La relación y dirección en precios del diferencial de estas dos energías renovables descansa en el entendimiento del uso de las mismas. Si bien es cierto que del petróleo se deriva un sinnúmero de hidrocarburos, el gran catalizador es la gasolina, y en menor dimensión el aceite de calefacción; sin embargo, en el gas natural se ven afectados sus precios en función de las temperaturas extremas, y climas muy calurosos que implican mayor consumo de electricidad para el enfriamiento, así como temperaturas muy frías que conllevan mayor consumo en sistemas de calefacción, primordialmente en los EE.UU. y Europa, al depender del gas natural en un 60% y 45% respectivamente; de ahí precisamente la volatilidad de sus precios al ser sujetas de las temperaturas.

De lo anterior el porqué de un comportamiento prácticamente predecible, si se le pudiese llamar así, debido a que el gas natural ha servido como amortiguador de los precios alcistas del petróleo y es que en la medida en que el petróleo aumenta en precio, el gas natural sirve como alternativa de consumo, sobre todo en países desarrollados. Incluso uno de los grandes atractivos de la viabilidad del gas natural es el precio “a descuento” en función al petróleo, pero como todo, en el 2021, la lógica y lo que tradicionalmente se estima como un hecho, no ha sido así.

El gas natural es una de las tantas materias primas que han ido al compás de la transitoria o no inflación global. La situación del momento ha llamado a inusuales exportaciones del gas natural, desde los puertos del estado de Luisiana a Alemania, fruto de las temperaturas extremas, disminuyendo drásticamente el almacenamiento de gas natural en los EE.UU.

Es importante observar que el inesperado repunte de las economías se ha hecho cuesta arriba mantenerlo acorde con la actual demanda de consumo. De manera que, si se mantiene la presente trayectoria y no aumenta la producción en función de las proyecciones de consumo, añadiendo temperaturas extremas en el verano, y el posible reabastecimiento para el invierno, todo apunta a casos de ruptura de distribución energética en la China, como ha sucedido previamente y en Europa habrá aumento en el consumo del carbón.

Irónicamente, uno de los componentes de la actual situación que vivimos ha sido el auge de la producción de gas natural que convierte este sector en una industria segmentada por regiones a una industria interconectada globalmente. Esta evolución ha significado que Europa, Asia y los mismos EE. UU. se vean obligados a competir por una cantidad limitada de gas natural.