Todo ser vivo tiene derecho al agua, lo que implica el acceso a la cantidad mínima necesaria para satisfacer sus necesidades básicas. Es esencial para la vida. La cantidad de agua dulce existente en la tierra es limitada, y su calidad está sometida a una presión constante. ¿Realmente el líquido que consume el ser humano todos los días cada vez cuesta más caro?
“Es el recurso más importante que hay debido a que cubre muchas de nuestras necesidades básicas; sin embargo, su escasez ha hecho que desde diciembre de 2020 cotice ya en el mercado de futuros, aseveró el académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, Darío Ibarra Zavala, en una entrevista realizada por Guadalupe Lugo para la Gaceta Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El economista universitario afirma que el vital líquido ya se encuentra en el mercado de futuros, como es el caso del carbón, el oro, la plata, así como el petróleo y gas natural. Por eso es más evidente que la falta de este líquido, la ciudadanía tendrá que pagar cada vez más por este servicio, lo que implica que estaríamos cubriendo el precio real de su extracción.
Alrededor de tres de cada 10 personas (2 mil 100 millones de personas) carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar, y seis de cada 10 (4 mil 500 millones) carecen de un saneamiento seguro en todo el mundo, según datos de un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unicef.
Hay escasez del vital líquido para la vida hasta en zonas donde abundan las precipitaciones o los recursos de agua dulce. Debido al modo en que se usa y distribuye, no siempre hay agua suficiente para atender plenamente las necesidades de los hogares, las explotaciones agrícolas, la industria y el medio ambiente.
Esta es una de las razones por las que el catedrático de la UNAM advierte que conforme el agua se va alterando y se tiene una menor oferta disponible, el precio comienza a reflejarse de alguna manera, como es el caso que en este momento el líquido se esté cotizando en el mercado de futuros de Estados Unidos.
Darío Ibarra comenta que todos pagamos por el agua, lo que nacionalmente se establece como la tarifa o precio, un costo que dictan los organismos reguladores regionales por cierto número de metros cúbicos, de acuerdo con la zona residencial.
“El siguiente paso en la evolución del mercado consiste en tratar de fijar el precio futuro del agua, sobre todo la industrial, pero también del sector doméstico”, comenta el economista para Gaceta UNAM.
“Que no esté monetizado no implica que no tiene un costo; lo mejor que podemos hacer es monetizarlo y asumirlo como consumidores o con el apoyo de cualquiera de los tres órdenes de gobierno”, apunta.