Al ver la trayectoria alcista que llevan las distintas fuentes de energía y tomamos como referentes los precios del pasado 2020, es innegable que son un reflejo de la reactivación de la economía mundial. Sin embargo, este crecimiento del apetito global ha traído un sin número de contratiempos, sobre todo en Europa y Asia.

Una de las principales causantes de la situación actual, muchos opinan, radica en la transición a las energías renovable, argumentando la carencia de la consistencia y disponibilidad suficiente para la demanda que requiere el mundo. Sin embargo, si bien es una causa válida el proceso de descartar el uso de carbón al que se han sometido numerosas economías, no es menos cierto que es una sola parte de la verdad.

La otra realidad es que existen distintas razones que han llevado a la situación actual, desde la agresiva demanda sobrepasando la oferta disponible, así como el clima y también la reducción de inversión en el sector energético, produciendo el actual desbalance en el mercado.

Cada país y región dentro de este desbalance, tiene características particulares. Por ejemplo, tenemos el caso de la India que a pesar de tener la cuarta mayor reserva de carbón en el mundo es el segundo principal importador del mismo, al generar más del 70% de su electricidad con este mineral. Es bueno señalar que al cierre de la semana pasada su almacenamiento había llegado al punto más bajo desde el año 2017, pues al consultar la data oficial del gobierno apenas cuenta con lo suficiente para las próximas dos semanas.

Si nos transportarnos al Asia central, vemos que la situación no se vislumbra en lo absoluto distinta, pues de acuerdo a los principales medios de comunicación financieros, luego que China desde principios de febrero intentara apaciguar las tendencias alcistas de las fuentes de energías no renovables, inclusive interviniendo el mercado el pasado mes y liberando por primera vez crudo de su reserva estratégica con la esperanza de bajar los precios de los mismos, los hidrocarburos continuaron su agresiva tendencia alcista. Ante esa cruda realidad, el gobierno chino dió instrucciones de adquirir carbón y petróleo sin importar el precio para así asegurar abastecimiento para el próximo invierno.

Esta agresiva posición del gigante asiático por inercia presiona los precios de las distintas energías en Europa, sobre todo en el gas natural licuado (GNL), pues al observar los precios del mercado spot del GNL en la región que se cotiza en más de un 400% por encima del precio del mercado en el Henry Hub, en los EE.UU., entendemos que los mismos no son más que el reflejo del temor a corto plazo de las compras fuera de la misma.

En Europa el caso más calamitoso es el del Reino Unido, que se ha querido vender como una crisis producto del abandono del carbón para generar la energía, cuando la realidad es que su proceso de transición energética lo ha hecho más dependiente de energías renovables y al mismo tiempo de gas natural, además de que su problema va más allá, pues tiene una capacidad de almacenamiento de gas natural equivalente al 2% de su demanda anual, comparado con un 25-35% de los miembros de la Unión Europea. Con esta baja capacidad de almacenamiento los ingleses se sitúan en una situación mucho más precaria que sus países vecinos, dependiendo primordialmente de los oleoductos e importación de gas natural licuado.

Y como si eso fuera poco, otro factor que ha afectado a los ingleses ha sido su retirada de la Unión Europea, popularmente conocida como el “Brexit”, implicando una salida del mercado interior de la energía europea, dificultando ahora el proceso de suministro del cual fueron advertidos en numerosas ocasiones en la antesala de su salida de la UE.

Ante ese torbellino, la pregunta sería: ¿no podría EE. UU. suplir gas natural a Europa? Pues sí. Pero sucede que, aunque los inventarios se encuentran en niveles saludables, el nivel de abastecimiento viene disminuyendo de manera acelerada a medida que nos acercamos al invierno. Además, el excedente disponible será disputado entre los importadores europeos, y los asiáticos que estarán dispuestos a pagar un “premium”.

Cuando digerimos la información y observamos la dinámica energética, es más que obvio que esta crisis no es una crisis de las energías renovables per se, pues vemos que Francia, por ejemplo, no sufre de la misma manera que el Reino Unido debido a que gran parte de su energía proviene de sus propias centrales nucleares, como además se dan los casos de Noruega y Suecia que generan mucha energía hidroeléctrica. En Portugal la mitad del suministro de energía proviene de agua o del viento, pero más ilustrativo es el caso de China, que a pesar de depender al igual que la India de más del 70% de plantas de carbón, hoy enfrenta una crisis eléctrica similar.

Esta crisis ciertamente ha demostrado que las energías renovables aún no son suficientes para satisfacer la demanda requerida por el mundo, pero que bajo ningún concepto debe ser motivo de desaliento. Al mismo tiempo también nos dice que penalizar la emisión de CO2 no es suficiente, pues se necesitan políticas públicas más agresivas a fin de facilitar y aumentar la disponibilidad de energías verdes. Para obtener estos logros, como dijo el premio Nobel de economía, Richard Thaler, se tiene que entender que: “El bienestar de largo plazo es condicionado por tentaciones de corto plazo, generando una disyuntiva entre lo planeado y lo ejecutado”