Históricamente, en momentos de incertidumbres y de crisis, los mercados experimentan una tendencia a la baja, y los capitales de inversión “se sientan” en instituciones bancarias, o se mudan a los bonos norteamericanos, en busca de seguridad, o como se estila decir, “safe haven”.
Lo fue así ante la crisis financiera del año 2008, la burbuja del DOTCOM en el 2000, el crash del 1987, al igual que en la gran depresión del 1933. Sin embargo, esta crisis sanitaria nos pone a pensar que podría ser, no similar, sino creadora de mayor incertidumbre que las pasadas tanto desde el punto vista financiero como económico.
A pesar de disminuir el aparato productivo a su mínima expresión en el primer trimestre del 2020, y sin todavía nada concreto ante una pandemia que todavía vivimos, seguimos marcando récords históricos en los principales índices del mercado bursátil, pero a la vez el rendimiento de los principales bonos se encuentra en su punto más bajo.
Desde el punto de vista del riesgo, el “mercado” nos dice que las deudas tanto de la Zona Euro, Estados Unidos de América, e inclusive muchos países emergentes presentan un mínimo riesgo. Esto a pesar de niveles de deuda pública previamente nunca registrado.
Tenemos el caso de los bonos de España que para el 2012 representaban alrededor de un 7%, y que hoy indican cerca del 0.02%; Portugal de 17% a 0.02%, y más sorprendente aún, Grecia con una cadena histórica de renegociación de deuda, de 40% a menos de un 1%. De manera contraproducente tenemos que las deudas de estos países han ido de manera ascendente, encontrando que desde el 2008 en el caso de España, pasó de un 39.7 a un 95.5% del PIB. En lo que se refiere a Portugal su situación es casi similar al de los españoles, pues de 75.6 pasó a un 117.7% y la situación de Grecia no es nada envidiable, ya que dio un salto de 109 % y supera el 200% del tamaño de su economía.
Las economías más desarrolladas, en particular la Zona Euro y EE. UU., se han sumergido en un programa de compra de bonos, en el caso del BCE $US1.6 trillones, y la Reserva Federal $US 3.38 trillones, lo que representa una ampliación de la masa monetaria en un 18%, con el objetivo de agregar demanda y simultáneamente abaratar el costo del endeudamiento. Ya el miembro del equipo de política monetaria del Banco Central Europeo, Pablo Hernández de Cos, ha expresado que la institución debería considerar una política monetaria para administrar los costos de endeudamientos de los gobiernos, mientras que por el otro lado la consejera económica y directora del Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath, plantea que más allá de estimulación económica vía política monetaria, se necesitará estimulación vía política fiscal, o sea más endeudamiento.
Por el momento todo aparenta a que nos encontramos en punto que se conoce como una trampa de liquidez, y como bien aseguraba el gobernador del Banco Central de San Luis, EE. UU.: “Los agentes económicos deben estar preparados para un período de tasas de interés muy bajas y una expansión de nuestro balance, mientras trabajamos para lograr nuestros objetivos de empleo pleno y estabilidad de los precios.
Puede que probablemente esta sea nuestra nueva realidad por un largo tiempo; sin embargo, desde el punto de vista de las finanzas y el mundo bursátil, preocupa, pues en el año 2016 los bancos centrales absorbieron alrededor de $US 5 trillones en bonos de rendimiento negativo y hoy en menos de 4 años superan los $17 trillones. El temor de esta nueva realidad es qué tan prolongado se pueda mantener esta política de los bancos centrales, que al controlar el riesgo de las deudas soberanas simultáneamente de forma indirecta promueven flujos excesivos de capital a los mercados bursátiles, creando potencialmente burbujas.
Decía Alan Greenspan, con toda su autoridad bien ganada, que las burbujas son muy difíciles de detectar, pero no obstante a esa afirmación, hoy existen ciertos indicadores, y “realidades’ que llaman mucho la atención, como el caso de Tesla. Cuando vemos que las acciones de esa empresa se revalorizan en más de un 700% ya al final del año 2020, hasta el punto de que su valor contable asciende a 48 veces su valor en la bolsa, siendo la media del sector automotriz apenas dos veces y además posee un mercado de capital superior a las 9 principales automotrices del mundo combinadas: Volkswagen, Toyota, Nissan, Hyundai, GM, Ford, Honda Fiat, Chrysler y Peugeot.
Indicadores conocidos popularmente como Buffet Indicator, que calcula la relación del mercado de capitales y PIB norteamericanos, el DOW/PIB y el S&500/PIB, todos advierten niveles récords a favor de los índices en función al PIB, lo que nos dice que existe una sobrevaluación del mercado bursátil y que por tanto son expectativas no reales.
Preocupa mucho que estemos construyendo una nueva burbuja idénticas a esas que cuando estallan regularmente no se circunscriben a los mercados bursátiles, sino que por el contrario se expanden a la economía y surgen los efectos simultáneamente tanto en países desarrollados como en los de economías emergentes. Se debe tener cuidado con las burbujas.