WASHINGTON–. Para el Banco Mundial, la implementación de las políticas de recuperación implementadas en la República Dominicana para encarar el impacto económico de la pandemia del COVID-19, "ofrece una oportunidad para abordar desafíos estructurales de larga data, como la creación de empleo en el sector formal".
En su informe semestral "Volver a Crecer" que estudia las condiciones económicas de los países de América Latina y el Caribe, el Banco Mundial arroja también para la República Dominicana, que a pesar del aumento del gasto social para mitigar el impacto de la pandemia, la pobreza aumentó en aproximadamente 2,4%, hasta el 23,4% en 2020.
Aun con este panorama, las expectativas de crecimiento que hace el Banco Mundial para el país es de un 5.5% del PIB, para este 2021. Ese ritmo, sin embargo, bajaría de cara al futuro para ubicarse en 4.8%, entre 2022 y 2023. En todo caso representará más, que la media de la región, que este 2021 ubica el crecimiento en 4.4%, para el 2022 en 3% y 2023 en 2.7%.
"Tras una contracción económica del 6,7 por ciento en 2020, la economía está comenzando a recuperarse. Si bien se proyecta que el crecimiento del PIB alcance el 5,5% en 2021, se mantiene una brecha de producción del 2,9 por ciento, que se prevé que se cierre en 2023 y 2024″, explica el informe cuando toca el caso Republica Dominicana.
El organismo dice que América Latina y el Caribe (ALC) sufrió más daños a la salud y la economía a causa de la pandemia de COVID-19 que cualquier otra región, pero a medida que la región comienza a repuntar se abre la oportunidad de llevar a cabo una transformación significativa en sectores clave. Debido a la pandemia, el Producto Interno Bruto (PIB) en la región de América Latina y el Caribe (excepto Venezuela) cayó un 6,7% en 2020. Se prevé una vuelta al crecimiento de 4,4% para 2021.
"La enorme conmoción causada por la pandemia podría sentar las bases para una mayor productividad, mediante la reestructuración económica y la digitalización. También surgen otras oportunidades a partir de innovaciones en el sector eléctrico", de acuerdo a un comunicado de prensa que aborda los aspectos principales del informe.
De hecho, el Banco Mundial resalta en su documento lo alentador que es que más del 90% de los hogares tengan acceso a la electricidad en América Latina
y el Caribe, por delante de la mayoría de las demás regiones en desarrollo. "Pero persisten importantes brechas de cobertura en Bolivia, El Salvador,
Perú y República Dominicana. Las cifras son engañosas en el último caso, ya que muchos hogares dependen de generadores diésel, dada la falta de fiabilidad del suministro eléctrico", apunta. La privación más dramática se da en Haití, donde la tasa de acceso a la electricidad es de alrededor del 40%.
“El daño es severo y estamos viendo mucho sufrimiento, en particular entre los más vulnerables”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe. “Pero siempre hay que mirar hacia adelante y aprovechar esta oportunidad para realizar las transformaciones necesarias que aseguren un futuro mejor”.
A largo plazo
La crisis de la COVID-19 tendrá un impacto a largo plazo sobre las economías de la región. Es probable que los menores niveles de aprendizaje y de empleo reduzcan los ingresos futuros, mientras que el elevado nivel de endeudamiento público y privado puede causar tensión en el sector financiero y frenar la recuperación.
A pesar de estos desafíos, existen áreas positivas. El comercio internacional de bienes se mantuvo en un nivel relativamente bueno, a pesar de la fuerte caída en el comercio de servicios, particularmente turismo. La mayoría de los precios de las materias primas son más altos que antes de la crisis de COVID-19, en parte gracias a la pronta recuperación de China.
Esto es algo bueno para los exportadores de productos agropecuarios y mineros. En el caso del mercado local dominicano, este aumento de las materias primas ha incidido en el aumento de los precios en el mercado, principalmente de alimentos.
El Banco Mundial indica que las remesas hacia la región subieron en comparación con el período previo a la pandemia, un tema muy importante para varios países del Caribe y América Central. En Dominicana, durante los primeros dos meses de 2021 las remesas aumentaron 31.3 %, al registrar un monto de US$1,553.8 millones, cifra que supera en US$ 370.7 millones a las recibidas en el mismo periodo de 2020.
La mayoría de los países de la región incurrió en déficits presupuestarios significativos desde comienzos de la pandemia. El gasto adicional se destinó a fortalecer los sistemas sanitarios, proporcionar transferencias a los hogares y ayuda a las empresas. Paralelamente, la implementación de medidas proactivas ayudó a los deudores y redujo el riesgo de crisis financieras.
Impactos positivos y negativos
Los servicios hoteleros y personales pueden sufrir daños a largo plazo, aunque las tecnologías de la información, las finanzas y la logística se expandirán. A mediano plazo, las ganancias pueden ser mayores que las pérdidas. La mayor transformación puede resultar de la digitalización acelerada, que podría conducir a un mayor dinamismo en la intermediación financiera, el comercio internacional y los mercados laborales.
Todavía la incertidumbre
Si bien hay señales de que las economías de la región se están recuperando y esperanzas de que este trastorno tenga algún resultado positivo, las perspectivas para este año siguen siendo inciertas. El despliegue de la vacunación ha avanzado con lentitud en la región y la inmunidad de rebaño recién podría alcanzarse para fines de 2021. Asimismo, pueden darse nuevas oleadas de infecciones a medida que surgen nuevas variantes del virus. Mientras nos preparamos de forma activa para reconstruir mejor, la prioridad sigue siendo proteger la vida humana y los medios de subsistencia.