WASHINGTON–. Las crisis económicas como la que América Latina y el Caribe está padeciendo en este momento tienen efectos duraderos sobre la estructura del empleo y podrían expulsar a muchas personas permanentemente de la economía formal, advierte un nuevo informe del Banco Mundial.
El estudio "El empleo en crisis: un camino hacia mejores puestos de trabajo en América Latina pos-COVID-19″, indica que esta pandemia impacta mayoritariamente a los trabajadores poco calificados y también exacerba la de por sí elevada desigualdad de la región.
"Luego de una crisis, los trabajadores poco calificados a menudo tienen menores ingresos a lo largo de una década, mientras que los muy calificados experimentan una pronta recuperación", agrega el Banco Mundial.
Explica que como resultado a estos efectos, las políticas públicas deben enfocarse en proteger a los trabajadores de este impacto a largo plazo, mediante el uso de seguros de desempleo, redes de seguridad social y programas de reconversión, además de facilitar la creación de empleo y ayudar a los trabajadores a estar donde están los empleos.
"La recuperación económica con frecuencia ha sido un mito en términos de creación de empleo", dijo el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo. "Las políticas correctas pueden ayudar a limitar el impacto de las crisis sobre el empleo y a promover la creación de más puestos de trabajo en la fase de recuperación."
El Banco Mundial indica que las consecuencias de las crisis en América Latina y el Caribe son duraderas y dejan huellas profundas en el empleo. En promedio, luego de tres años una recesión genera una pérdida neta de 1,5 millones de puestos de trabajo, con una contracción de 3% en el empleo formal y una expansión del empleo informal. La crisis actual podría ser incluso peor y provocar una contracción en el empleo formal de hasta 4%.
Los trabajadores poco calificados suelen ser los más afectados. Para ellos, las secuelas de las crisis pueden durar hasta una década, con pérdidas de ingreso y mayor vulnerabilidad.
Asimismo, dos tercios de los países de la región carecen de programas de seguro de desempleo. Con el fin de minimizar las secuelas a largo plazo, los gobiernos deben poner en marcha políticas para apoyar la reactivación sostenible de la economía y facilitar la recuperación del empleo.
A través de políticas comerciales y de adquisiciones públicas, los gobiernos pueden mejorar el entorno para que las empresas competitivas prosperen. Asimismo, la inversión pública focalizada en el transporte puede acercar los trabajadores a los puestos de trabajo, mientras que las viviendas asequibles pueden ayudarlos a residir allí donde los empleos se encuentran.
Recomendaciones que resalta el organismo internacional
Las reformas fiscales, incluidos un marco tributario menos distorsionado, gasto público más eficiente, sistemas previsionales financieramente sostenibles y normas fiscales claras, son la primera línea de defensa ante las crisis.
El primer paso clave es avanzar hacia un contexto macroeconómico sólido y prudente, con estabilizadores automáticos que protejan a los mercados laborales frente a cualquier crisis potencial.
Una política fiscal y monetaria sana puede preservar la estabilidad macroeconómica y evitar las presiones financieras sistémicas de cara a un shock.
Los programas de ayuda económica, como los seguros de desempleo y otras transferencias a los hogares durante las desaceleraciones económicas, limitan el daño causado por las contracciones y ayudan a las economías a recuperarse. No obstante, uno de los desafíos de la región es que segmentos importantes de la fuerza laboral operan en la informalidad y de esta manera no son alcanzados por los seguros de desempleo tradicionales.
Además, es imperativo incrementar la capacidad de las políticas laborales y de protección social de la región, combinándolas con sistemas que brinden ayuda financiera y preparen a los trabajadores para los nuevos trabajos a través de ayuda para la reconversión y la recolocación laboral.
No es suficiente contar con estabilizadores macroeconómicos más fuertes y reformas en los sistemas laborales y de protección social. También se debe impulsar la recuperación del mercado laboral a través de una fuerte creación de empleo.
Esto requiere solucionar problemas estructurales. La política de competencia, la política regional y las normas laborales son áreas clave. Si los países no tratan de resolver estos temas fundamentales, la recuperación seguirá caracterizándose por una escasa creación de empleo, advierte el Banco Mundial.