Al parecer la liberación de las reservas especiales en los Estados Unidos que totalizan unos 50 millones de barriles de petróleo no será suficientes para mitigar los precios de la gasolina en este país, que ciertamente era lo que se esperaba. Sin embargo, como si eso no fuese suficiente, ha surgido un grupo de congresistas y servidores públicos sugiriendo que una solución para mitigar los precios en las estaciones de gasolinas seria prohibiendo la exportación de petróleo, bajo el argumento de que aumentaría la oferta local y como consecuencia disminuirían los precios.

Decía el gran Winston Churchill que “cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás”, lo que al parecer obvian los que abogan por la prohibición de la exportación del crudo, así como tampoco aprenden del pasado. Si navegamos décadas atrás,1975 para ser más específicos, encontraremos el inicio de la prohibición de la exportación del oro negro de EE.UU., que en el momento producía 9 MM b/d, lo que representaba alrededor del 15% de su producción; sin embargo, para ese entonces el consumo local superaba la producción en más de 5 MM b/d, y que por demás también existía un embargo de los países árabes miembros de la OPEP de vender petróleo al país del norte.

Para entonces, como consecuencia de esto y el contexto geopolítico del momento, el barril de petróleo se cuadruplicó, planteando Estados Unidos como salida la prohibición de la exportación del crudo, lo cual se concretizó bajo la pieza legislativa “Energy Policy and Conservation Act ”. Cuarenta años después, ante un aumento de la producción en unos 15 MM b/d, y una cuota del 20% de la producción global, gracias al surgimiento de los “Shale oil” y la tecnología del “fracking”, la pieza se revocó.

Partiendo del actual panorama donde se exhibe una superior cuota de producción global y balance positivo de producción-consumo, la propuesta de ciertos sectores norteamericanos de prohibir la exportación no es nada menos que una locura, no tan sólo para su política internacional, sino también para su política doméstica. El oro negro es una materia prima de uso mundial donde una prohibición de la exportación, por el contrario, a largo plazo, encarecería los precios de los combustibles, pues sabiendo que al momento exporta alrededor de 3 MM b/d, su prohibición implicaría dejar de disponer del 3-4% de la demanda global.

Esto, a corto plazo, aliviaría los precios del WTI, aunque, sin embargo, pondría presión alcista al BRENT que es el referente global, y de manera irónica, de acuerdo con un estudio hecho por el Departamento de Energía de los EE.UU. (EIA), indica que los precios de la gasolina estarían más correlacionadas al precio del Brent que al WTI, añadiendo como consecuencia presión alcista a la gasolina, perdiendo así la medida su propósito.

Es de reiterar que el camino al infierno está preñado de buenas intenciones, lo que se aplica al intento de prohibir la exportación, pues sería contraproducente y no resolvería en lo absoluto nada; todo lo contrario, crearía un “oil shock” alrededor del mundo, como también sería poner la demanda global una vez más a merced de Rusia y los miembros de la OPEP.

Estas “magníficas” ideas de prohibición y protección al consumo local vienen levantándose en una nueva ola de la desglobalización y de aires nacionalistas, pero sucede que si algo nos ha enseñado la historia es que el proteccionismo es un retroceso; de hecho, esa fue una de las principales causas de la caída del Imperio Romano. Rara vez, medidas proteccionistas, sobre todo en las economías grandes, tienen poco que mostrar, salvo el hecho de atentar contra la competitividad, y típicamente el consumidor sufre el impacto de las alzas de los precios.

Si eso se concretiza, aunque aún apostamos a la sensatez de las autoridades norteamericanas, pondría a la República Dominicana en grandes aprietos, pues siendo Texas nuestro principal suplidor de petróleo y sus refinados, nos sumergiría en una competencia de búsqueda de nuevos exportadores del mismo, compitiendo con países con mucho mayor poder de compra que estarían en una situación similar al depender de exportaciones de EE.UU., tales como México, Canadá, China, Japón, Corea del Sur y otros. En fin, dolorosamente, perderíamos todos.