Ya estamos de nuevo con los benditos ranking o clasificaciones, como ustedes prefieran, que de tanto en tanto nos endilgan como un pesado fardo  lleno de inmoralidad al hombro. Esta vez  es el Foro Económico Mundial quien nos coloca el puesto octavo de la corrupción, nada menos que a nivel mundial entre ciento y muchos pa’ises, y el quinto puesto en Latinoamérica.  ¡Tremendo logro nacional! ¡Felicidades Organismos Anticorrupción dominicanos! ¡Felicidades Gobiernos Dominicanos que la toleran y hasta fomentan! ¡Felicidades a todos los Dominicanos, por no poder o querer hacer nada al respecto!

Rápidamente nos estamos acercando al número uno entre países corruptos, y en tres o cuatro años más, es posible que ocupemos el primer lugar y además nos lo otorguen con un Summa cum Laude de propina. Y eso que debe tratarse de simple percepción, porque no hay manera de  saber en números exactos o aproximados de cuánto se roba o malversa aquí a través las mil y una truchimanerías posibles, y por ello, la realidad, suponemos con bastante fundamento, debe ser muchísimo mayor.

¿Qué somos corruptos? ¿Quién dijo?  Esos gringos y europeos están equivocados y siempre quieren hacernos daño publicando a cada rato esas calumnias para empañar la imagen internacional con propósitos inconfesables o simplemente para fuñir la paciencia. Que seamos el país dónde se inventó el dame lo mío por cualquier negocito no quiere decir nada. Qué metemos la mano donde hay, y hasta donde no hay también, eso está correcto.

¡Ay estos extranjeros del caray! cómo les gusta meterse donde no les llaman, solo para calumniarnos con esas malévolas encuestas

Qué sobrevaluamos las cotizaciones hasta límites impensables, eso es normal. Qué desfalcamos cualquier institución política o privada en perjuicio de los más débiles, eso no tiene nada de malo. Qué robamos descaradamente los dineros del Estado, eso es lo más natural del mundo. Qué prevaricamos con puestos, influencias o nombramiento ¿quién dijo que eso era malo?

Qué extorsionamos a dos manos con los permisos de construcción, de importación o de lo que haga falta, eso son calumnias, puras calumnias, pero pásame el sobre por debajo de la mesa o no te lo apruebo. Qué se otorgan contratos multimillonarios  a cambio de jugosas comisiones, eso son mentiras podridas de envidiosos. Qué se colocan en botellas y botellones a familiares, amigos, queridas o queridos, eso es lo correcto, ya lo dice el dicho, la sangre es más espesa que el agua. Qué las sentencias nos favorecen con un no ha lugar y a cambio ahí van unos buenos cuartos, eso es maravilloso.

Qué la corrupción sea tan normal como encontrar la basura de nuestras calles, los picoteos de los llamados inspectores, o los apagones que no cesan, pues es parte de nuestro folclore porque así somos nosotros, peculiares y fantasmagóricos hasta la tambora y no hay que sentir vergüenza por ello..

¿Cómo han respondido todos funcionarios y políticos responsables de combatir esta lacra que no nos deja echar para adelante como nación frente a esta denuncia que implica una seria acusación? Pues, que sepamos ninguno ha renunciado por impericia, negligencia o pundonor, a ninguno se le han puesto rojas las orejas de puro remordimiento, ninguno ha explicado lo que se debería estar haciendo al respecto, sencillamente porque no se puede. Ya sabemos que en este patio amnésico las noticias de hoy son periódicos de ayer.

¿Qué hacemos nosotros los ciudadanos de a pie, y de a impuestos, como principales perjudicados de la corrupción al recortar el nivel y la calidad de vida de nuestras familias  y el valor moral de los valores sociales? Pues dejarla pasar como un chaparrón de verano, al que de seguro  le sucederán muy pronto muchos otros tan intensos, o más. Con resguardarse bajo un techo  de zinc o abrir el paraguas es suficiente. Lo importante es no mojarse.

¡Ay estos extranjeros del caray! cómo les gusta meterse donde no les llaman, solo para calumniarnos con esas malévolas encuestas! Con lo buenos que somos todos, como decía aquel simpático anuncio de ron sobre los veganos.