El asesinato del monaguillo violado sexualmente a los 10 años y asesinado a martillazos y cuchilladas a los 16 por el padre Elvin Taveras Durán, ha conmovido la sociedad dominicana. El motivo es conocido, el joven Fernely Carrión Saviñón le amenazaba con subir fotos comprometedoras al Internet si no le pagaba para guardar su secreto. Pero esa respuesta necesita ser puesta en el contexto amplio de una sociedad en que repetidamente los sacerdotes llevados a los tribunales por sus víctimas reciben un no ha lugar.

Del joven conocemos lo investigado por el periódico El Nacional. Fernely cursaba el segundo año del bachillerato en el liceo Cristo Rey. Junto a sus dos hermanos tenía el grupo de baile Zona X, y se habían presentado en varios programas de televisión. El arresto fue posible porque el viernes 4 de agosto, Fernely le dijo a su madre que iba a verse con el cura que le entregaría un dinero pero no regresó. La madre fue a la policía a declarar su desaparición, y esta visitó la residencia del cura para interrogarlo. Ante el interrogatorio el cura confesó haber conocido al niño en el 2013 cuando sirvió como párroco en la Iglesia Nuestra Señora de Fátima, de la urbanización Máximo Gómez, en Villa Mella, Santo Domingo Norte. Otras fuentes dicen que lo conoció antes, siendo aún seminarista y lo violó a los 10 años, no a los 13. 

Este interrogatorio posibilitó arrestar al confeso asesino, identificar el cuerpo y enterrarlo el 7 de agosto. Posibilitó además conocer el motivo inmediato del asesinato, la extorsión. Según el sacerdote, le entregó a Fernely $180 mil pesos, y luego $10 mil más para que no subiera fotos comprometedoras al Internet. El día del asesinato, el motivo del encuentro fue la entrega de más dinero. El pidió que antes formateara el celular y borrara las fotos y solo entregó $4,000 pesos. Esto ocasionó una disputa que el finalizó matándolo a martillazos y cuchilladas. La realidad es que antes de confesar su delito por violar un menor, prefirió asesinarlo.

Me pregunto: ¿Pasará este caso al olvido y sin consecuencias como ha sucedido con casi todos los anteriores de abusos sexuales del clero contra menores? Es necesario considerar todo el contexto para poder hacernos una idea del crimen y buscar soluciones. 

Contexto a considerar

Primero, realmente ¿pagó el cura $190, mil pesos a Fernely y este le exigía $180 mil pesos más? Es necesario verificar con evidencias esta declaración. La familia solo notó la compra de celulares, y el joven ganaba dinero tocando música y dando clases de baile. El cura puede estar exagerando para crear una excusa por su crimen, como se ha notado en comentarios criticándolo por la extorsión. ¿Dónde guardó ese niño el dinero? ¿En que lo gastó él o su familia? El dinero no se esconde, hay que seguirle la pista. 

Segundo: Solamente tenemos dos casos en que los alegatos de las víctimas menores de edad han sido condenados en Republica Dominicana: los casos del padre Domingo Espinal y del polaco conocido en Juncalito como padre Gil. Este último incluido por la efectiva participación de la fiscalía y los medios de Santiago. El padre Domingo Espinal, violó a una menor de 14 años en el sector El INVI en la carretera Sánchez, en el 2006. El cura fue absuelto en una primera instancia, pero la familia de la víctima apeló la sentencia hasta lograr su condena en julio de 2009 por el Tercer Tribunal Colegiado de la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional. Los jueces Alina Mora, presidenta, Evelin Torres y Ramón Atilas multaron al sacerdote con RD$100,000.

El segundo caso del padre Wojciech fue resuelto en Polonia. Fue condenado por un tribunal de Wolomin, cerca de Varsovia. Wojciech Gil se declaró culpable de abusar de seis menores en la Republica dominicana entre 2008 y 2013 y de dos en Polonia entre 2000 y 2001. Gil se declaró inocente, pero negoció los cargos y se declaró culpable para evitar un juicio largo y 15 años de prisión. Fue condenado a 7 años de cárcel por las violaciones y por posesión de pornografía infantil y posesión ilegal de un arma de fuego. El tribunal también ordenó pagar 155,000 zlotys (41.000 dólares) en compensación a las víctimas.

La congregación religiosa de Wojciech informó al Arzobispados de Santiago de las andadas del cura  después que este se encontraba fuera del país, evitando de esta manera que las autoridades dominicanas lo arrestaran. El Arzobispado lo comunicó a las Autoridades quienes tomaron el asunto en sus manos hasta lograr su condena en Polonia. En la comunidad, los curas obstaculizaron la entrada de los medios de comunicación presionando a las familias y creyentes para que no hablaran, y reprimiendo los primeros gritos de indignación de padres de más de 100 niños que sintieron el peso de confiarles sus hijos a un pedófilo con salidas frecuentes a áreas rurales, a la casa playera del nuncio, y a la misma Polonia.

Tercero: Otro caso de un sacerdote violador que asesina a su víctima. En febrero del 2005, Joel Alexander Díaz Sarmiento y su recién formada pareja, Yaniris Ruiz Sánchez, fueron asesinadas por el sargento (EN) Valentín Vicioso de Jesús, contratado por $30 mil pesos para ejecutar el asesinato por el diácono Meregildo Díaz y Díaz, al que la prensa, además de “diácono”, (orden menor del clero) lo denomina “fray” (“hermano” religioso miembro de una congregación religiosa católica). Sus cadáveres aparecieron calcinados después de un mes en dos tanques de acero de 55 galones en una zona rural de Azua. Fray Meregildo fue condenado a 20 años por ser el asesino intelectual y el sargento a 30 años; ambos deben pagar 10 millones de pesos a los padres de las víctimas. 

La prensa reporta que el diácono tenía relaciones sexuales con “muchachos”. Cuando Joel mudó a su novia, necesitaba dinero para amueblar la habitación y decidió solicitar dinero al cura a cambio de su silencio. Joel compartió su secreto con su novia quien estuvo de acuerdo. El religioso planificó meticulosamente el asesinato, contrató al militar para matarlos y los invitó a una finca de San Juan para supuestamente entregarles el dinero. Fueron recibidos por el militar que los mató.

Es bueno aclarar, que “los muchachos” son adolescentes jóvenes. No están biológicamente capacitados para consentir. Internacionalmente las leyes reconocen que el acto sexual de un adulto (mayor de 18 años) con un o una menor de 18 años es una violación sexual estatutaria, perseguida por la Ley.

Dos reacciones significativas al caso del padre Elvin Taveras Durán

Primera reacción: El día 6 de agosto, el Arzobispado le quita su licencia para trabajar como sacerdote para que las Autoridades puedan actuar. Esto lo hacen porque existe un Concordato que protege a sacerdotes criminales, hecho que necesitamos poner en el contexto como factor contribuyente y esencial en la creación de una cultura de impunidad para sacerdotes y religiosos criminales. El Concordato ofrece un trato privilegiado al clero ante la justicia:   Los eclesiásticos gozarán en el ejercicio de su ministerio de una especial protección del Estado Y además, en caso de detención o arresto el eclesiástico o religioso será tratado con el miramiento debido a su estado y a su grado. En el caso de condena de un eclesiástico o de un religioso, la pena se cumplirá, en cuanto sea posible, en un local separado del destinado a los laicos, a menos que el Ordinario competente hubiese reducido al estado laical al condenado.

La reacción de algunos ha sido de alabanza por el comunicado. Cumplir un acuerdo inconstitucional no debe ser alabado. La presencia del Concordato es el factor que contribuye a crear una teocracia anacrónica en suelo dominicano. Esta viola y corrompe la constitución en todos sus artículos, y funciona con impunidad. El Arzobispado sabe muy bien lo que debe hacer, pero no lo hace. Según los vecinos, la casa parroquial del asesino “vivía llena de niños”. Los atraía con dulces y regalos. Lo hubiese alabado si en vez de enviarles oraciones anima a la comunidad a participar para que sus niños sean interrogados por profesionales de la psicología o psiquiatría infantil, capaces de detectar síntomas de violación entre los visitantes a la casa del padre Tavárez. 

Segunda reacción: El articulista de 7Dias Tony Pérez, acusó lo sucedido al capitalismo y al sacerdote criminal. En sus palabras: Quizá el monaguillo era un monstruo. Pero si era un monstruo, lo construyó este capitalismo disparatado que, vía todos sus mecanismos de persuasión  –como los medios de comunicación–,  le inoculó a su cerebro la cursilería y el consumismo como estilo de vida, al mismo tiempo que le prohibió el acceso al empleo digno; lo construyó la ignorancia y la pobreza de la familia; y lo construyó él, eclesiástico perverso, que, a cambio de dulcitos y tenis Jordan, le robó la inocencia… Lo puso al servicio de su pene y sus nalgas.

El autor no tomó en cuenta que en sociedades capitalistas desarrolladas el capitalismo es dominante, e igualmente en su seno existen clases sociales empobrecidas, y católicos adoctrinados. Parece que no ha leído las investigaciones del Boston Globe, ni visto la película premiada Spotlight. Los reporteros descubrieron que los abusos sexuales de menores eran una epidemia encubierta por los obispos que no se reportaba.

Mi opinión. Tony Pérez no es el primero que responsabiliza a los medios de comunicación y al capitalismo. El papa san Juan Pablo II, y muchos de los obispos han criticado a la “Sociedad Moderna” por la epidemia del abuso sexual por sacerdotes, monjes, monjas, hermanos de congregaciones, y diáconos. Culpar al capitalismo o a una sociedad moderna es culpar a nadie. De hecho, ha sido documentado por artículos en el New York Times y por estudiosos como el investigador David Yallop, autor de “Beyond Belief.  The Catholic Church and the Child Abuse Scandal, que el abuso sexual de menores al interior de la Iglesia Católica Romana se remonta al segundo siglo de la era común.

David Yallop no es un investigador común, es uno de los mejores escritores investigadores con amplia experiencia mundialmente reconocida. Ha investigado a personajes poderosos y peligrosos, como Saddam Hussein; los lideres de carteles colombianos; la mafia siciliana, y al terrorista Carlos Jackal, entre otros. En 1984 publicó simultáneamente en 8 idiomas el libro In God’s Name. An Investigation into the Murder of John Paul I. El libro es producto de cerca de tres años de investigación y revela la vida del italiano Albino Luciani, quien en septiembre 28, 1978, 33 días después de ser electo papa con el nombre Juan Pablo I, fue asesinado por los cambios revolucionarios que tenia planificado y las investigaciones iniciadas para llevarlas a la práctica.

Fraseando al autor, puede afirmarse que el líder espiritual de cerca de la quinta parte de la población mundial es una persona poderosa. El libro de Yallop revela el encubrimiento de sacerdotes pederastas por los pontífices de la misma Iglesia Católica. Específicamente documenta que cuando Karol Wojtyla fue elegido papa en octubre de 1978, junto a la corrupción financiera del Banco del Vaticano, existía una “rampante corrupción moral” de abuso sexual al interior del sacerdocio. Durante los 1,800 años anteriores “el sistema secreto” evolucionó sin eliminar el problema del encubrimiento de sacerdotes abusadores de menores. 

El sistema de cobertura de depredadores dentro de la Iglesia es tan eficiente, que Yallop cita el caso Gauthe, el sacerdote pederasta estadounidense de los años 1985/1986. Previo a este caso, los alegatos públicos de abusos sexuales de menores por sacerdotes “eran muy raros”. Y la exposición de sacerdotes en tribunales por procesos civiles o criminales eran todavía menos conocidos,

Finalmente, Sobre la extorsión quiero decir que no condenemos a las víctimas. En el contexto actual, las victimas tienen acceso al Internet, y conocen como son tratadas en otros países cuando llevan sus casos a los tribunales. Si nos ponemos en su lugar, veremos lo que ellos han meditado: Todos los casos de víctimas de abuso sexual por el clero católico en Republica Dominicana, terminan archivados con un no ha lugar, (con la excepción anteriormente explicada). En otras palabras, la justicia cierra sus puertas a las víctimas de la lujuria sacerdotal en este país. El Estado no implementa las condiciones necesarias que neutralicen los obstáculos que ponen sacerdotes amigos del violador y todas las organizaciones católicas orientadas a defender la Iglesia de escándalos. Cuando el acceso a los medios legales de la justicia se cierra, la tendencia humana es tomar la justicia en manos propias.

La extorsión, como cualquier crimen tiene que ser definida en su contexto. Por ejemplo, matar es un crimen, pero durante una guerra se convierte en un acto patriótico o liberador; matar en defensa no es crimen, dejarse matar sería un acto de cobardía. Extorsionar es un crimen, en que el extorsionador se aprovecha de la debilidad del extorsionado para robarle dinero; pero cuando lo hace un joven que fue violado por años y no tiene mecanismos para salir del trauma que lo ahoga, ni acceso a la justicia, ni a una indemnización, la extorsión es una catarsis. La víctima se empodera y toma el control de quien le controlaba, logra que sienta el miedo que él de niño experimentó, y pone de rodillas a su tirano. No creo que Fernely ni Joel extorsionaran por dinero, ni por celulares o muebles para una habitación. Pagaron con sus vidas la catarsis y lograron con su muerte la condena de sus violadores. Espero que esto lo lean sus familiares y les sirva de consuelo por el precio que pagaron sus hijos.