En la República Dominicana la Vicepresidencia, contrario a lo que suele ocurrir en otros países, no concede a sus incumbentes la relevancia política que los catapulte a la Presidencia.
Como ha demostrado nuestra historia, la Vicepresidencia de la República ha sido políticamente insignificante, o por lo menos así ha sido desde el surgimiento del Estado democrático a raíz de la caída de la dictadura de Trujillo.
Ya nadie se acuerda de Don Segundo Armando González Tamayo, un hombre discreto y honesto, quien fuera el vicepresidente del primer gobierno democrático del país. Todo el mundo recuerda a Juan Bosch, el presidente, recuerda el golpe de Estado contra ese gobierno el 25 de septiembre de 1963, pero se olvida a Segundo Armando González Tamayo, quien hasta hace poco tiempo sobrevivió a la política, totalmente alejado del quehacer al que se introdujo acompañando a Juan Bosch.
Como puede verse, los vicepresidentes han tenido escasas posibilidades al lado de los presidentes. La presidencia es como Saturno, el personaje mitológico que devora a sus hijos.
Y para seguir con Juan Bosch ¿Alguien se acuerda de José Francisco Hernández?, joven empresario a quien Bosch sacó de la manga de su camisa en la campaña electoral de 1990?. Ha sido Leonel Fernández uno de los únicos candidatos vicepresidenciales (1994) que sobrevivieron a la vorágine política y se convirtieron en candidatos presidenciales y en presidentes de la República.
Otro político que logró vencer esa especie de sino fatal de la candidatura vicepresidencial fue Hipólito Mejía, quien fue candidato vicepresidencial con José Francisco Peña Gómez en 1990, y en el 2000 fue candidato presidencial y luego presidente de la República.
Otros no tuvieron la misma suerte. Jacinto Peynado, lo perdió todo luego de acompañar a Joaquín Balaguer en la vicepresidencia y, posteriormente, convertirse en candidato presidencial, pero sin éxito.
Los presidentes han llevado siempre aspirantes vicepresidenciales que no les hagan sombra en la campaña electoral y posteriormente en el ejercicio del poder. Balaguer nombró a su vicepresidente Carlos Morales Troncoso en la dirección del CEA. Luego lo nombró embajador en Washington. Un caso insólito, un miembro del Poder Ejecutivo colocado como funcionario de segunda categoría.
Balaguer utilizó a Francisco Augusto Lora y a Carlos Rafael Goico Morales, como quiso y a su mejor conveniencia. Eran personas con buenas intenciones y con modales educados, pero la voracidad presidencial se los tragó a ambos. El primero renunció a la vicepresidencia.
Antonio Guzmán llevó como vicepresidente a Jacobo Majluta, y no tuvo fuerzas para imponerlo en la contienda interna del PRD, que finalmente ganó Salvador Jorge Blanco. Debido al suicidio de Guzmán, Majluta tuvo que asumir la Presidencia en la transición. Fueron los 43 días de gloria de Jacobo Majluta. Nada más.
Jorge Blanco escogió como candidato vicepresidencias a Manuel Fernández Mármol, ya enfermo, quien apenas desempeñó alrededor de un año la función, precariamente. La presidencia se quedó sin vicepresidente durante tres años y nunca pareció necesitarlo.
Luego vinieron los terribles momentos de acoso y derribo contra Jorge Blanco. Balaguer y Morales Troncoso, repetidos dos complejos períodos, hasta que emergió la mayor promesa vicepresidencias del país: Jaime David Fernández Mirabal, acompañando a Leonel Fernández. Perdió la contienda interna contra Danilo Medina, se subsumió, languideció y ya pocos lo recuerdan con la fortaleza, el carisma y lo que representaba en términos históricos.
Milagros Ortiz Bosch, la vicepresidenta de Hipólito Mejía, tampoco pudo, como no pudo Rafael Alburquerque pese a dos períodos consecutivos con Leonel Fernández.
Danilo Medina escogió como su compañera de boleta a la actual vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández. Intentó postularse a la presidencia y no pudo, y no ha sobrevivido a la vorágine política en su partido, pese al poder de su esposo, Leonel Fernández. La incertidumbre sobre si repetirá en la postulación no se despeja. No es tema para el debate de ahora, pero comienza a aparecer como algo importante. Para Danilo, por supuesto.
La selección que haga Luis Abinader de su compañero o compañera de fórmula también es importante. No olvidemos que Luis Abinader fue candidato vicepresidencial de Hipólito Mejía en las elecciones del 2012. ¿Podrá Abinader sobreponerse al designio de la historia? Eso está por verse.
Como se observa en esta relación histórica reciente, los vicepresidentes han tenido escasas posibilidades al lado de los presidentes. Y hasta podría pensarse que la presidencia es como Saturno, el personaje mitológico que devora a sus hijos. En este caso, devora a sus vicepresidentes.