Conocidos los resultados preliminares que daban una clara victoria a la coalición opositora que postuló a Luis Abinader a la Presidencia de la República, cientos de seguidores se reunieron en el comando de campaña del Partido Revolucionario Moderno (PRM) para escuchar las palabras del gobernante electo.

Desde esa misma noche del 5 de julio se expresaron pedidos al próximo presidente dominicano para que no incurriera en la dañina práctica inveterada de pasar la página respecto a los hechos de corrupción y enriquecimiento ilícito de aquellos funcionarios que usan para provecho propio las posiciones de Estado.

Además de aquellos clamores, pidiendo prisión para quienes sean investigados y hallados culpables de corrupción, hay amplios sectores de la sociedad contestes en que una porción no despreciable de los votos que provocaron la victoria del PRM y la derrota del PLD provienen del litoral de una juventud consciente, empoderada. Esa misma que el 27 de febrero se fue a la Plaza de la Bandera a reclamar una aclaración por el colapso de los comicios municipales y a exigir respeto por la democracia.

Si el presidente Luis Abinader cumple con su reiterada promesa de nombrar un Procurador General y fiscales independientes, se fotalecerían su legitimación y base de apoyo ciudadano

Es esa juventud -unida a segmentos adultos que no militan en ningún partido, pero que no son indiferentes a lo que ocurre en su sociedad- la que desde hace un decenio decidió ejercitar su condición ciudadana reclamando en las calles lo que se le ha negado tanto tiempo en las instituciones del Estado y en los partidos políticos: Derechos, justicia y equidad.

Con estos sectores sociales habrá que seguir contando para fortalecer la democracia dominicana, en ocasiones tan debilitada que no falta quien dude de su existencia.

No es que el nuevo gobierno vaya a estar atado a gobernar por aclamación popular.

Pero haría bien en tomar en cuenta los anhelos de la población cuando reclama que se impida una burla más de quienes se enriquecen con la práctica de la corrupción, y cuando dejan el Estado disfrutan de una especie de retiro dorado, ostentan sus fortunas mal habidas y siempre están prestos a retornar al poder, como si nada hubiese ocurrido.

Lo que provocaría el primer desencuentro entre las nuevas autoridades y el pueblo dominicano, que en su mayoría hoy celebra los resultados de las elecciones del 5 de julio, sería un capítulo más del funesto borrón y cuenta nueva.

Si, por el contrario, el presidente Luis Abinader cumple con su reiterada promesa de nombrar un Procurador General y fiscales independientes, se fotalecerían su legitimación y base de apoyo ciudadano.

La veeduría ciudadana sobre el gobierno que empezará el 16 de agosto jugará un papel fundamental para evitar que la corrupción quede impune una vez más.