Lo que ocurre en las alcaldías dominicanas es de tal gravedad que al más indiferente le causa estupor e indignación.

Ayuntamientos de las principales ciudades y de los más pequeños municipios y distritos municipales son administrados al antojo de los alcaldes en componenda con los regidores, con escasas y honrosas excepciones.

Además de la ineficacia en cumplir con las responsabilidades a que los obliga la ley, los cabildos son manejados como cosa propia por los alcaldes, incurriendo en derroche, falta de transparencia, corrupción y abuso de poder.

Las cosas han llegado tan lejos que en por lo menos una alcaldía hay un caso de asesinato cometido contra un regidor que denunció la corrupción. Se trata del regidor Renato Castillo, de cuyo asesinato se culpa al alcalde Nelson Osvaldo Sosa Marte, más conocido como Opi. Ambos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Al alcalde se le acusa de haber contratado a los matones que ultimaron al regidor.

Pero ahí están los casos de las alcaldías de Cabarete (Puerto Plata), La Romana, San Francisco de Macorís, San Cristóbal y La Vega; todas estremecidas por los escándalos y denuncias de corrupción.

¿Y qué decir del fiasco en que han resultado las administraciones de Santiago de los Caballeros, el Distrito Nacional, Higüey, Santo Domingo Este, Santo Domingo Norte y Santo Domingo Oeste? Peor no podrían estar nuestras más grandes ciudades.

Muchos de estos males han sido denunciados en reportajes de investigación periodística, en expedientes preparados por el Ministerio Público o han salido a la luz por los resultados de auditorías de la Cámara de Cuentas.

 ¿Y qué decir del fiasco en que han resultado las administraciones de Santiago de los Caballeros, el Distrito Nacional, Higüey, Santo Domingo Este, Santo Domingo Norte y Santo Domingo Oeste? Peor no podrían estar nuestras más grandes ciudades

La ciudadanía es merecedora de mejor trato, de respeto a sus derechos, de una más transparente y útil administración de sus dineros confiados a los alcaldes y regidores.

Exigir pulcritud y eficiencia a las alcaldías es tan importante como exigirla al Poder Ejecutivo y sus dependencias, así como a los poderes Legislativo y Judicial, y a todas las demás instituciones públicas.

A los partidos que participan del poder estos problemas no les importan. Han perdido todo respeto por el pueblo dominicano.

Corresponde al pueblo mismo denunciar y reclamar.

Merecen reconocimiento los movimientos cívicos de Santiago de los Caballeros, San Francisco de Macorís, La Vega, La Romana y otras ciudadades, por no desmayar en el reclamo de investigación, sometimiento y castigo para los responsables de los hechos de corrupción en sus alcaldías.

Vamos a exigir, no nos crucemos de brazos. La apatía ciudadana es la mejor aliada de los políticos ineptos y corruptos.