La campaña electoral está en acción, vía las redes sociales y las calles, con las propuestas y acciones -clientelistas o no- de algunos candidatos. Mientras la gente trata de evadir la infección de coronavirus, pero al mismo tiempo tiene que procurarse los medios para sobrevivir y, en la práctica, y el aislamiento se ha ido relajando. La realidad es dura.
Es verdad que el Gobierno ha puesto en marcha varias iniciativas de auxilio económico para socorrer a las familias necesitadas, lo que en alguna medida constituye un sacrificio en la administración de los recursos públicos.
Lamentablemente, en épooca de campaña electoral, declarada o no, los partidos que gobiernan siempre buscan la manera de extraer ventajas políticas de las acciones o políticas de Estado. En este caso, ha sido evidente que el candidato oficialista se ha esforzado para aparecer ante la ciudadanía como una especia de héroe solidario o suprafuncionario que dice presente en todos los lugares y ante todos los problemas, sustituyendo o superponiéndose al Gobierno.
Como había de esperarse, el gobierno ha hecho uso de la comunicación estratégica para defender y resaltar todo lo que ha venido llevando a cabo para prevenir, contener y tratar el coronavirus o Covid-19. Durante la cuarentena la población ha asistido cada día a las ya monótonas y aburridas lecturas de los boletines del Ministerio de Salud, sobre las estadísticas del coronavirus.
Por otro lado, la administración peledeísta ha tratado de presentar a sus caras más "amigables" para fines de comunicación. Así, hemos visto a la vicepresidenta Margarita Cedeño con sus breves discursos de los miércoles, y a Gustavo Montalvo, ministro de la Presidencia, que cada cierto tiempo se dirige al país en nombre de la Comisión Ampliada encargada de trabajar todo lo relativo al coronavirus y la pandemia, con sus consecuencias derivadas, como el cese de las actividades económicas.
Una cosa positiva de esta crisis es que el sistema de salud no se ha visto colapsado, y que hay suficientes camas y unidades de cuidados intensivos para atender a los que se infecten
Hasta ahí no habría mucho qué objetar. Sin embargo la doctora Margarita Cedeño, además de la segunda funcionaria del Ejecutivo, es la candidata vicepresidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y resulta muy difícil que se puedan separar por completo sus labores de Estado con las de la campaña electoral. Los medios de información, partiendo del hecho de que todos estos funcionarios tratan temas de interés público, les retransmiten sus discursos y ruedas de prensa, y de alguna manera son utilizados por el oficialismo para propagar y apuntalar a sus candidatos.
¿Cuándo habla el funcionario, servidor público, y cuándo el candidato o dirigente del PLD? Ni el más certero en el uso del bisturí podría apartar una cosa de la otra.
Mientras tanto, la pandemia continúa creciendo. El ministro de Salud y los demás funcionarios indican que los registros todavía no llegan al aplanamiento de la curva, a la llamada "meseta" que dejaría atrás el "pico" en el número de casos del coronavirus o Covid-9. Mucha gente sospecha que sectores del Gobierno estarían apostando a una prolongación de la emergencia y el cese de actividades hasta agosto. Tal vez no sea así, y solo se trate de la eterna teoría de la conspiración. Quizás todo concluya el 17 de mayo, y el país asista a una bien programada reapertura.
Sin embargo, no hay manera de conocer el trasfondo político del combate al coronavirus. ¿Es una excusa para dar tiempo a Gonzalo para que se reponga de la ventaja que tiene y mantiene Luis Abinader? Nadie lo sabe.
En lo que respecta a la Junta Central Electoral (JCE), hasta el momento ha seguido un cronograma, y a pedido de los partidos ha buscado trabajar de común acuerdo con estas entidades para que se celebren las elecciones el 5 de Julio. El gobierno es el único que puede hacer cambiar esa fecha si decidiera que el país no está en condiciones de celebrar los comicios. Pero propiciar una nueva posposición de las elecciones presidenciales y congresuales podría generar una crisis institucional de consecuencias imprevisibles. Y entonces sí cobraría valor la teoría de conspiración basada en que mantener la cuarentena por la pandemia es una forma de extender el período de campaña electoral y de posibilitar un reposicionamiento de los candidatos oficialistas que no "marcan" buenos números en las mediciones de los encuestadores.
Para las elecciones del 5 de julio faltarían dos meses. Llevamos dos meses en cuarentena y no puede caber en ninguna mentalidad que tendríamos que continuar "presos" en los hogares durante 4 meses solo por una coyuntura política que solo concierne a un partido, el PLD, que buscaría que sus candidatos alcancen a convencer a un por ciento mayor de ciudadanos. El gobierno y el PLD deben conocer que el agotamiento no es por los 8 años de Danilo, ni por los anteriores 8 de Leonel, sino por los 16 continuos del PLD. No es que Gonzalo sea bueno o malo como candidato. Es que el continuismo genera hastío para cualquier gobierno, cualquier partido y cualquier sistema político. La historia ha enseñado mucho sobre esta realidad.
En consecuencia, conviene a la sociedad dominicana, a la mayoría que cree pasible de mejoría la modalidad de democracia que existe en el país, que se celebren sin más demora las elecciones. Pero también conviene al propio Gobierno y a su partido, el PLD, que no querrán pasar a la historia como aferados al poder más allá de las reglas de la democracia. Que sea la población la que decida en las urnas a quiénes quiere en el Congreso y en el Poder Ejecutivo.
Acudamos al proceso electoral. Seamos demócratas y confiemos en las elecciones como forma de combatir la amenaza del coronavirus y la cuarentena. Una cosa positiva de esta crisis es que el sistema de salud no se ha visto colapsado, y que hay suficientes camas y unidades de cuidados intensivos para atender a los que se infecten. El virus es un episodio pasajero, que no debemos extender artificialmente más tiempo del que hemos forzado con el “Quédate en casa”.