Federico Lombardi, el portavoz del Vaticano, acaba de anunciar que el ex nuncio en República Dominicana Jozef Wesolowski fue despojado de la inmunidad que tenía como clérigo y que podrá ser juzgado por cualquier tribunal ordinario en el país donde se le reclame, por haber cometido delitos. Y República Dominicana es el país agraviado, pese a que el ex obispo polaco se refugió en Roma para evitar la persecución judicial.

Lombardi fue claro al afirmar que Wesolowski ya no trabaja como diplomático para la Santa Sede, no goza ya de inmunidad diplomática, y en consecuencia “puede ser sometido a procesos judiciales de tribunales que puedan tener jurisdicción sobre él”.

El ex nuncio fue expulsado de la Iglesia Católica y no tiene ninguna protección eclesial. Es lo que ha dicho el Vaticano. Tiene la palabra a partir de ahora el Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, quien debe encaminar esfuerzos inmediatamente para solicitar en extradición a Jozef Wesolowski, de modo que pague las culpas por los daños que hizo a muchas familias en la República Dominicana, amparado por la sotana protectora del papa y de la Iglesia Católica.

La decisión está en manos de Francisco Domínguez Brito y demás autoridades del Ministerio Público. La Fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso ha dicho que investiga la solicitud de extradición. Es una alentadora información.

La pregunta es si la solicitud de extradición se hará al Vaticano o si se hará al gobierno italiano o si hará al gobierno polaco. No sabemos dónde se encuentra Wesolowski, si en el Vaticano, en Roma o en su natal Polinia. Es seguro que habrá tomado medidas para escaparse, en forma ladina, como lo hizo para irse del país, a escondidas, y como lo hizo Wojciech Gil, el cura polaco que hizo mucho daño en Juncalito, socio en sus pervertidas andanzas con Wesolowski.

Una posibilidad sería que el Ministerio Público asumiera que tenemos un embajador en el Vaticano, y le solicite al señor embajador, Víctor Grimaldi, que adelante diligencias para determinar si Wesolowski se encuentra aún en Italia. Pero eso tal vez no sea posible, por la idiosincrasia de nuestro cuerpo diplomático, y en particular del señor embajador en el Vaticano, que tal vez no esté interesado en estos asuntos. De todos modos debían intentarlo, y quién sabe si Grimaldi brinda su apoyo.