Hay una nación en el mundo, colocada en el mismo radiante trayecto del desarrollo democrático. Oriunda- al igual que sus vecinas- de la sociedad feudal, ella evoluciona sin cesar hacia  la óptima organización del Estado vía la democracia directa, alcanzando sus habitantes un altísimo nivel de desarrollo humano a pesar de carecer su exiguo territorio de recursos mineros y petrolíferos. Ni siquiera posee tierras cultivables en gran escala, siendo la agricultura una actividad en pequeños predios familiares subsidiados por el Estado, y representando mucho menos de 1% de su PIB. Para rematar, carece de acceso directo al mar para el comercio interoceánico.  Por ende, nunca explotó colonias en ultramar. Vive en paz sin agredir a sus vecinos. Un pueblo sencillamente frugal y pacífico que ha escalado a la cima en un ambiente agreste en base a su propio esfuerzo.

No todo es perfecto en esa nación algo más pequeña y menos poblada (y más montañosa y mucho más fría) que la República Dominicana, forzando a sus ciudadanos a seguir incesantemente mejorando su sistema de gobierno. En la Confederación Suiza- compuesta por 26 estados denominados cantones donde se hablan cuatro idiomas distintos- gobiernan los ciudadanos mediante la participación directa en la formulación de las principales políticas públicas, incluidas las reformas constitucionales. Aproximadamente cuatro veces al año (de acuerdo a la necesidad) se celebran votaciones directas sobre cuestiones comunales, cantonales y federales.

El próximo domingo los suizos votarán sobre varios asuntos de importancia, incluyendo a nivel federal un cambio al sistema nacional de pensiones y un modesto aumento de la tasa del impuesto al valor agregado, así como una enmienda constitucional sobre un plan integral para garantizar la seguridad alimentaria. Más de la mitad de los ciudadanos no acostumbra  a ejercer su derecho al voto- como suele ocurrir también en muchas otras democracias- aunque todos los suizos adultos tienen la oportunidad de participar periódicamente en las principales decisiones que afectan a la colectividad, incluso por correo. De hecho la mayoría utiliza este mecanismo de votación a distancia por adelantado. Todos los votos se cuentan manualmente, pero los resultados se publican horas después de cerradas las urnas, y nunca surgen disputas sobre su confiabilidad. Desde la instauración de este sistema en 1848, los suizos han votado en referendo 304 veces; 59 veces han ejercido este derecho desde 2011 hasta la fecha de hoy. Ninguna otra sociedad se acerca a este nivel de democratización del Estado y gobierno participativo, mientras que los suizos llevan generaciones cultivando la democracia vía referéndum. Suiza es un país sencillamente democrático.

Desde la adopción de su constitución en 1848, los ciudadanos eligen cada cuatro años a los legisladores federales para instrumentar la voluntad del pueblo soberano expresada en las urnas. La Asamblea Federal es el poder legislativo o parlamento de la Confederación Suiza. Consiste de dos cámaras con las mismas competencias (y se requiere la aprobación de ambas para todas las iniciativas): el Consejo Nacional y el Consejo de los Estados. La primera representa al electorado proporcionalmente a la población de cada cantón con mínimo de un delegado; la segunda es en representación de los cantones, representados por dos legisladores cada uno, con excepción de seis demarcaciones de poca población que solo tienen un diputado cada una. Los legisladores también (al igual que los ciudadanos mediante las iniciativas populares) pueden proponer enmiendas constitucionales y leyes orgánicas  para ser sometidas al soberano por referéndum y legislar sobre otros asuntos, reuniéndose cuatro veces  al año en sesiones de  tres semanas de duración. Cada diciembre se reúnen las dos cámaras en Asamblea Federal Unida para elegir al poder ejecutivo y a la suprema corte de justicia. Los legisladores suizos son políticos “semiprofesionales”, pues  la mayoría no vive solo de la política y sigue ejerciendo su profesión u oficio a medio tiempo. No hay barrilito y los legisladores no reciben exoneraciones de vehículos; muchos utilizan el transporte público, que es excelente. Sencillamente frugal y eficiente.

La Confederación Suiza es gobernada por un órgano ejecutivo colegiado, el Consejo Federal,  impidiendo así el surgimiento de caudillos y autócratas en el gobierno. Siete ciudadanos elegidos anualmente por el poder legislativo en diciembre, representando diversos partidos políticos y etnias, comparten la conducción del Estado durante un año calendario. Por tradición nunca violada, cuatro consejeros son de cantones germanohablantes y tres provienen de los cantones latinos (francés, italiano y romanche). Cada consejero federal preside el órgano ejecutivo colegiado por 12 meses, no prorrogables. Cada uno de los consejeros (incluyendo quien preside y su suplente) además se encarga de un sector de la administración federal en funciones parecidas a la de un ministro en nuestro país. Los suizos han resistido la tentación de multiplicar los “ministerios”, sencillamente han agregado funciones a cada consejero federal. El sector que en 1848 era denominado “Correos”,  hoy es designado “Departamento de Medioambiente, Transporte, Energía, y Comunicaciones”. Esto lo deciden entre los consejeros federales de acuerdo a sus inclinaciones y competencias profesionales.  En la actualidad tres partidos políticos están representados por dos consejeros federales cada uno, y un cuarto partido tiene un consejero federal. La Asamblea Federal Unida también designa anualmente al “Canciller Federal”, especie de jefe de gabinete, pero no de gobierno, pues tiene voz pero no voto en el Consejo Federal. La persona designada canciller puede repetir en el puesto por el tiempo que los legisladores decidan. La anterior canciller estuvo en el cargo por siete años consecutivos. Es un verdadero poder ejecutivo compartido y sin botellas, pragmático y equilibrado.

Tenemos en Suiza evidencia fehaciente de una nación en el mundo inserta en el mismo trayecto del desarrollo humano, potenciado por una estelar organización y conducción del Estado. El Estado suizo no siempre fue como es hoy, evolucionando a través de las generaciones. ¿Podemos nosotros repetir la incontestable hazaña suiza de organización política para potenciar el desarrollo humano en playas a miles de kilómetros y bajo el sol candente del trópico insular? Ninguna fuerza nos impide repetir el paradigma suizo, pero tampoco ocurrirá  este milagro espontáneamente sin nuestro decidido concurso.  Debemos emprender la tarea cuanto antes, si queremos florecer como una nación en el mundo en vías del verdadero desarrollo humano.

Enlaces recomendados:

http://www.swissinfo.ch/spa/multimedia/as%C3%AD-funciona-el-sistema-pol%C3%ADtico-de-suiza/37116420

https://www.eda.admin.ch/aboutswitzerland/es/home/politik/uebersicht/direkte-demokratie.html

http://www.swissinfo.ch/spa/24-de-septiembre_prev%C3%A9n-estrecho-resultado-en-voto-sobre-pensiones/43421008

https://www.eda.admin.ch/aboutswitzerland/es/home/politik/uebersicht/bundesversammlung.html 

https://www.eda.admin.ch/aboutswitzerland/es/home/politik/uebersicht/bundesrat.html