Víctor Masalles, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Santo Domingo, se menciona como el posible sustituto de Monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez al frente de la Iglesia Católica Matropolitana.

Joven, militante de las causas más conservadoras, hijo de inmigrantes españoles en Santo Domingo, Monseñor Masalles es una de las promesas entre la intelectualidad católica con posibilidad de ascender al grado jerárquico más importante de la Iglesia en el Distrito Nacional y más allá. Es cierto que luego de la creación de las Diócesis de las provincias Peravia y San Pedro de Macorís se redujo el tamaño de la Arquidiócesis, confinándola casi a a las provincias de Santo Domingo y el Distrito Nacional, aparte de Monte Plata.

Al arzobispado de Santo Domingo le corresponde gobernar 17 zonas pastorales y un gran número de entidades que dependen de su gobierno por estar en el Distrito Nacional. Por ejemplo, de las dos universidades que operan en el Distrito Nacional, una pertenece a la Conferencia del Episcopado Dominicano, la PUCMM, y otra corresponde al Arzobispado de Santo Domingo, la UCSD.

El anuncio de la pasada semana, dado a conocer por el diario El Día, en el sentido de que el papa Francisco había aceptado la renuncia de Monseñor López Rodríguez, se daba cuenta de que el 28 de junio podría darse a conocer el nombre del escogido por el papa para dirigir la Arquidiócesis de Santo Domingo.

Se dice que el obispo Masalles tiene la delantera en la terna que pudiera enviarse desde la Nunciatura Apostólica en Santo Domingo. Jude Thaddeus Okolo, el Nuncio Apostólico desde noviembre del 2013, ha realizado su trabajo y ha debido documentar bien la propuesta, en una Iglesia Católica que espera la renovación y el aggiornamento, como base para una reconciliación con su feligresía, que se ha acostumbrado al discurso duro, casi de barricada, sobre temas políticos y sociales, en franca disonancia con la nueva autoridad representada por el papa Francisco. Digamos que la Iglesia Católica de Santo Domingo no hizo el cambio desde la desaparición de Juan Pablo II.

Se menciona como posible sustituto a Ramón Alfredo de la Cruz Baldera, sacerdote designado rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra luego de ingentes esfuerzos por encontrar a alguien que sustituyera a Monseñor Agripino Núñez Collado. De la Cruz Baldera era rector de la Universidad Nordestana, de San Francisco de Macorís. Es un hombre de gran formación humanística, se formó en Alemania y trabaja con discreción y habilidad. Lo que no pudo lograr Víctor Masalles en la PUCMM, lo consiguió Ramón Alfredo: Convencer a la Conferencia Episcopal y a Roma que era posible hacer el cambio en la PUCMM.

Sin embargo, designar al rector de la PUCMM al frente de la Arquidiócesis sería crear una gran dificultad a la PUCMM, en donde hubo varios años de tensiones para conseguir alguien que pudiera conducir los destinos de la más establecida de las instituciones académicas de la Iglesia en la República Dominicana. Esto reduce sus posibilidades. Aparte de que lleva poco tiempo al frente de la PUCMM.

Hay que mirar, entonces, hacia la vida pastoral y hacia un candidato que entone con el discurso y las causas que enarbola el papa Francisco, que tiene más de pastor que de político. No se olvidan los traspiés arquidiocesanos con el caso Wesolowski y con un discurso en la CONDOR incendiario contra el sacerdote jesuita Mario Serrano, enviado a Dajabón unas semanas después.

Figuras de vocación pastoral hay muchas. El papa podría -y puede hacerlo- designar un sacerdote  de la propia arquidiócesis, al mismo tiempo que lo eleva a la categoría de Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América.

Se mencionan otros nombres. Pastor Ramirez, miembro de la congregación saleasiana, o el padre diocesano Francisco Batista. Muchos otros de tradición, con profundas raíces en Santo Domingo, podrían ser el filósofo jesuita Pablo Mella o el diocesano Abraham Apolinario, intelectuales, pastoralmente comprometidos, de fe, y con una vocación cristiana más allá de toda duda, que enfocarían su trabajo con la nueva dinámica transformadora que ha impuesto el papa Francisco a su Iglesia.

Es una gran oportunidad que tiene la Iglesia Metropolitana de Santo Domingo en este momento.