Un político en campaña es, básicamente, un vendedor. Vende una idea, una propuesta de gobierno, una visión de cómo se debe gobernar un país, administrar el Estado. Si en tiempos de campañas electorales las personas tomaran esta explicación como punto de partida, talvez se comportarían de modo más frío y racional al dirimir diferencias o expresar puntos de vista sobre el acontecer de la competencia antes de un proceso electoral.
Las encuestas, harto se ha explicado, son la imagen o fotografía de un momento. Su posibilidad de acierto o yerro depende de muchos factores. Lo que proyecten al momento de ser publicadas no quiere decir, de ninguna manera, que sea una verdad absoluta, definitiva e inmutable. De nuevo, si las personas, si ciudadanos y ciudadanas y sus líderes tuviesen en cuenta esta realidad, no se comportaran con los niveles de vehemencia y fanatismo que exhiben en los debates cuando se publica una encuesta, sobre todo si corresponde a una marca con credibilidad.
Con la publicación a partir del pasado miércoles de los resultados de la encuesta Mark Penn-Stagwell, representada en el país por Bernardo Vega, y contratada por Noticias SIN, se ha generado un alboroto tal, que parecería que todo está definido para las elecciones del 5 de julio.
Y no es así. Ni pueden cantar victoria quienes apoyan a los candidatos del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ni sus opositores organizados en los partidos Revolucionario Moderno (PRM), Fuerza del Pueblo (FP) y Alianza Paíz (AlPaís).
El votante indeciso podría ser conquistado por cualquier partido o candidato, y nadie puede cifrar sus esperanzas exclusivamente sobre lo que podría decidir este segmento de la población que no ha sido convencida ni atraída por las ofertas en el mercado electoral
Todos tienen su propia lectura de los resultados de Mark Penn-Stagwell. Pero, como ha ocurrido en otras ocasiones, algunos de los que se sienten perjudicados han optado por tratar de desacreditar a quienes representan a la empresa encuestadora, en la persona de Bernardo Vega. Por el contrario, los que se sienten satisfechos con este estudio de intención de voto celebran los resultados y, en un exceso de optimismo, se consideran triunfadores desde ahora.
Talvez convendría a los simpatizantes de Gonzalo Castillo, candidato del PLD, observar otros ángulos del cuadro que nos dibuja esta encuesta. De marzo a mayo ha crecido 12 puntos porcentuales en la medición de esta encuestadora. Se podría argumentar que es un buen empuje, pero todavía se mantiene por debajo del candidato opositor puntero, Luis Abinader, del PRM, con 2 puntos. Todo esto pese a la intensa y costosa campaña desplegada por el litoral gubernamental.
Por otro lado, Leonel Fernández, el adversario principal de Gonzalo Castillo en esta etapa de la campaña, aunque se señala que ha perdido apoyo, todavía cuenta con el 10 por ciento.
Sobre Leonel Fernándz se podría argumentar que ese porcentaje está muy distante del necesario para ganar en primera vuelta e incluso para lograr pasar a una segunda vuelta como candidato competidor. Si se mira así se olvidan dos detalles fundamentales:
El votante que se muestra firme en apoyo a Fernández y a FP es un voto duro, que difícilmente cambie de parecer y retorne a su partido original, el PLD. Esto quiere decir que con esa franja el PLD no puede contar y ni siquiera soñar en atraérsela. En segundo lugar, en el eventual escenario de segunda vuelta sin Fernández y sus aliados, que es el que ahora proyecta esta encuesta que dirige Vega, el expresidente tendría en sus manos la posibilidad de decidir quién ganaría entre Gonzalo Castillo y Luis Abinader. Como dice el pueblo, Leonel Fernández podría "pedir por su boca" para una alianza indispensable para la victoria en segunda vuelta.
Pese al respiro que ha dado esta encuesta al candidato fajador del PLD, Gonzalo Castillo, el esfuerzo que tendrá que hacer de aquí al 5 de julio será sobrehumano para alcanzar a Luis Abinader, o sobreponerse a la percepción de continúa siendo un candidato débil, percepción que lo ha acompañado desde las mismas filas peledeístas y que prosiguió con la competencia en el escenario nacional.
A los seguidores de Luis Abinader y el PRM solo corresponde una tarea: Esforzarse en trabajar para revertir el escenario mostrado por esta encuesta. Esto así, si consideran que se corresponden con la realidad. Porque también podrían asumir la actitud de, simplemente, negar que tenga alguna certeza, y desviar la vista.
¿Y quién logrará atraer el 13 por ciento de indecisos?
Tomando como bueno y válido el escenario que estos momentos proyecta Mark Penn-Stagwell, el número de los indecisos constituye un filón de oro que podría decidir si Luis Abinader, que registra en esta medición 39%, o Gonzalo Castillo, que logró 37%, pudieran ganar en primera vuelta el 5 de julio, o por el contrario provocar una segunda vuelta.
El votante indeciso podría ser conquistado por cualquier partido o candidato, y nadie puede cifrar sus esperanzas exclusivamente sobre lo que podría decidir este segmento de la población que no ha sido convencida ni atraída por las ofertas en el mercado electoral.
Por tanto, la lección más importante de la encuesta Mark Penn-Stagwell es que el escenario electoral del 5 de julio está pintado para una segunda vuelta entre Luis Abinader y Gonzalo Castillo. Claro que este escenario podría cambiar mucho todavía. Ni uno ni otro puede cantar victoria. Tampoco optar por lo más cómodo desdeñando la encuesta y a su representante. Una encuesta siempre será un insumo para el trabajo político. Ojalá todos lo entiendan de una vez por todas.
Hay que esperar lo que nos dice la encuesta sobre el escenario de segunda vuelta. Como escribió el propio Bernardo Vega en su artículo de esta semana, estamos ante una campaña electoral atípica, con un cuadro nunca antes visto, y con una división del Partido de la Liberación Dominicana, que por primera vez se estrena en unas elecciones presidenciales con su presidente renunciante encabezando una fórmula contraria a su otrora partido y ganador de elecciones consecutivas desde el año 2004 hasta 2016.