Las fiestas de navidad y año nuevo representan un desafío para las autoridades de limpieza de la capital, por el desenfreno y la falta de educación de las personas. Los barrios y lugares de alta concentración de personas quedan descuidados, y los usuarios de los lugares públicos creen que las fiestas abren el paso a cualquier desenfreno, que incluye echar los desperdicios en la calle.
Es lo que siempre ha ocurrido, y el Malecón, como centro de concentración o de fiestas, y ahora la Avenida Abraham Lincoln quedan con grandes cantidades de desperdicios, hasta que las autoridades puedan ir a recogerlos.
En este año el alcalde David Collado ha tenido la previsión de organizar equipos de recogida de basura, que ha desplazado por los barrios y lugares estratégicos, y se ha logrado una efectividad pocas veces conseguida, que los días 25 y 26 de diciembre y 1 y 2 de enero quedaron limpios, y lugares inadecuados donde los lugares depositan su basura, en calles y esquinas, también pudieron lucir como pocas veces, por la acción de las autoridades. El propio alcalde encabezó algunas de estas jornadas.
El Ayuntamiento del Distrito Nacional informó que para evitar el penoso espectáculo de los escombros y basura que quedan desperdigados luego de las fiestas, porque los propios servidores del gobierno de la capital se dedican -como los demás ciudadanos a la bemberria adheridas a estas fechas- ahora trabajaron bajo un compromiso con la cabeza del gobierno local.
Más de 600 obreros y 60 camiones de recogida de basura recorrieron la ciudad en puntos estratégico, los días 25 y 26 de diciembre y 1 y 2 de enero, para ofrecer un ejemplo de una ciudad luego de las actividades festivas. Es cierto que en algunas ciudades europeas, la limpieza se inicia al mismo tiempo que se celebran las fiestas, como el Oktoberfest en Munich, Alemania. Este año el ADN ha dado un buen ejemplo, porque también involucró a las empresas recolectoras de basura, a los funcionarios del cabildo y a las asociaciones y juntas de vecinos.
En ese sentido queda por realizar una labor de educación ciudadana. Celebrar fiestas como la navidad y la llegada del nuevo año no es un permiso para depositar la porquería en la calle ni en los lugares públicos. La educación debe incluir el compromiso de los ciudadanos de que dejen limpio todo lo que ensucie y la responsabilidad de las autoridades se completa con aportar los recipientes para los desperdicios.
Apostamos para que labores como estas que se han desarrollado se repitan, se conviertan en políticas públicas, que incluyan a los gobiernos locales de todo el país, y que la responsabilidad de cada ciudadano se haga notar cumpliendo con su deber de tratar las vías públicas, en tiempos de fiestas, como si se tratara de su propio hogar.