La hora del Sur pareció por años que se había detenido en algún reloj abandonado entre los bártulos aherrojados de la demagogia. Con las obras iniciadas ayer por el Gobierno en Pedernales, hay motivos valederos para alentar esperanzas de progreso en el territorio sureño más pobre del país.
Las obras viales que dejó inauguradas el presidente Luis Abinader representan un estimulante punto de partida para que desde allí empiece un verdadero e integral programa de desarrollo.
Con inigualables recursos naturales y atractivos sin par que han de convocar con avidez a nativos y extranjeros, Bahía de las Aguilas y su entorno paradisíaco invitan a emprendimientos turísticos que deberán impulsar la economía de una región históricamente deprimida.
Pedernales debe convertirse en apenas el arranque definitivo hacia la regionalización del desarrollo del Sur cercano y profundo
Es juiciosa por demás la decisión de las autoridades de fundamentar el incentivo turístico de la zona sobre bases sostenibles, con estricto apego a normas de respeto a las áreas protegidas sin menoscabo del disfrute que garantizarán a los visitantes las maravillas de su ecosistema.
Era inconcebible y poco menos que absurdo el que siendo Pedernales una joya que en poco tiempo habrá de convertirse en una atracción internacional, no se hubiesen materializado allí lo que tantas veces se alardeó, pero nunca se plasmó en hechos.
Ahora es menester que el inicio de esos trabajos, recibidas por júbilo por una población, mayoritariamente joven y urgida de empleos, sea apenas el primer eslabón de una consistente cadena de obras.
Pedernales debe convertirse en apenas el arranque definitivo hacia la regionalización del desarrollo del Sur cercano y profundo. Es hora.