Para que una democracia se consolide un país prospere y salga adelante necesita de autoridades con un plan de desarrollo, a corto y mediano plazo, y de unas fuerzas opositoras que ayuden con sus críticas y estrategias de ataques al buen gobierno y a la consolidación democrática.

En la República Dominicana contamos con muchos partidos de oposición, algunos de los cuales formulan críticas, pero no como parte de una estrategia o de un programa que estén impulsando, sino como de su activismo para conseguir votos, sin que ello responda al proyecto de gobierno que han concebido y que deberían estar empujando.

Es decir, tenemos oposición política al gobierno, pero esa posición se deja sentir muy levemente, y no provoca ronchas ni pareciera que hace daños o produce estrategias nuevas en las prácticas políticas oficiales. El gobierno del presidente Medina marcha sin contratiempos, sin oposición con credibilidad ni con fuerza, pese a que tiene muchos flancos abiertos y puntos débiles donde puede ser seriamente dañado.

El caso Odebrecht fue una oportunidad para la oposición. Las fuerzas políticas se juntaron con las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación, y provocaron y desesperaron a las autoridades, erosionando seriamente su credibilidad. Allí surgió Marcha Verde y el gobierno se sintió obligado a diseñar planes para salir del acoso a su gestión a sus negocios. Terminado ese proceso, no ha habido ninguna otra oportunidad en que la oposición demuestre sus agallas.

Pasaron varias oportunidades. Una de ellas fue la aprobación del presupuesto y la ley de gastos del 2019, pero solamente una diputada del Partido Revolucionario Moderno tuvo luces para atacar flancos débiles, y provocó dudas y afectó seriamente la calidad de los planes oficiales. Superado ese proceso, pocos han levantado cabeza, y ni siquiera con los planes de cambiar la Constitución de la República los opositores han podido concebir un plan.

La oposición en este sentido luce desconcertada, desmotivada, sin planes ni estrategias de combate. Es probable que haya pensado que ese tema de la reforma constitucional corresponde a los del Partido de la Liberación Dominicana, porque a quien afectaría sería al presidente del PLD, Leonel Fernández. Y que en ese sentido, que se peleen entre ellos. ¿Es correcto ese criterio? No lo sabemos, pero no resulta claro que la inactividad opositora ante el reeleccionismo denilista se deba a algún proyecto coordinado.

Si alguien tiene una opción más optimista, por favor que nos señale los indicares y lo exponga. Ofrecemos estas páginas para darlos a conocer. Mientras tanto, el país no se está dando cuenta del trabajo opositor, ni para que haya un buen gobierno, y menos para alcanzar el poder.