Los periodistas Juan Bolívar Díaz y Huchi Lora comparecieron este viernes, en horas de la mañana, a la Fiscalía del Distrito Nacional, donde fueron recibidos por la magistrado Yeni Berenice Reynoso.

Depositaron documentos y pruebas que ponen en evidencia el clarísimo interés en difamarles y denigrarles como periodistas y profesionales de una tradición democrática, ética y de bien por su país, que nadie en su sano juicio podría poner en duda.

Una empresa periodística aceptó imprimir, y al parecer dio inicio a la impresión de por lo menos 3 millones de pasquines difamatorios contra ambos profesionales del periodismo.

La intención maliciosa fue descubierta antes de que comenzaran a circular en todo el país los asquerosos pasquines. Tanto Huchi Lora como Juan Bolívar Díaz hicieron bien en solicitar una investigación sobre la procedencia y responsabilidad penal y civil de los autores del mamotreto, así como de los agentes publicitarios que ordenaron tal desaguisado.

Las ideas se combaten con ideas, en un país democrático. No estamos en una dictadura, donde es posible pedir y conseguir la muerte de los ciudadanos por lo que piensan, como ocurrió en la dictadura de Trujillo y en los 12 años del régimen encabezado por Joaquín Balaguer entre 1966 y 1978.

Los dos periodistas son el ejemplo del mejor periodismo dominicano. Capacidad, responsabilidad, honestidad son algunas de las virtudes que adornan sus muchos años de ejercicio. Recientemente la Fundación Corripio acaba de reconocer a Juan Bolívar Díaz por su trayectoria profesional dedicada al mejor periodismo en prensa, radio y televisión.

La Fiscalía del Distrito Nacional tiene la responsabilidad de realizar la investigación y poner en evidencia a los responsables de este pasquín irresponsable. El país no puede ni debe retroceder a los períodos en que era posible asesinar honras bien ganadas.

Aunque algunos tienen el interés de que aquí todo es posible, porque nadie hace caso a nada, tratar de asesinar moralmente a un profesional de la talla de los dos injuriados es también un crimen contra la sociedad. Y estos crímenes deben ser perseguidos y sancionados, para que como dice Mario Vargas Llosa, aprendamos a escuchar y respetar la opinión adversa.