La Coalición por una Educación Digna acaba de obtener un logro deslumbrante, en el camino hacia su objetivo último que es lograr una educación de calidad: la firma de un compromiso de todos los candidatos presidenciales de que cumplirán la ley que asigna, desde hace 14 años, el 4% del Producto Interno Bruto a la educación dominicana.
Es contradictorio, es cierto. Es una ley que asigna ese porcentaje a la educación, porque el Congreso consideró prioritaria la inversión en educación. El país nunca ha obtenido ese porcentaje. Las urgencias de los gobiernos y el clientelismo político demandan los recursos que la educación requiere, y a la educación se le niega y a las políticas clientelistas se le asigna. Esa es la realidad.
Pero bien. Todos los candidatos presidenciales firmaron el compromiso por una educación digna, y dijeron que de ganar las elecciones destinarán ese porcentaje a la educación. Además de que lo diga la ley, debe decirlo un pacto, que contiene las firmas de todos los candidatos presidenciales.
Eso debe ser celebrado. La Coalición es una entidad que se ha consolidado con una de las causas más nobles y emblemáticas del país. Es el incordio mayor que ha tenido el gobierno del presidente Leonel Fernández. El presidente intelectual, el creador de Funglode, el hombre sensible al tema del conocimiento y de la globalización ha gobernado 11 de los últimos 15 años y no ha destinado el presupuesto que la educación requiere y le reclama.
Apenas el país ha llegado a la mitad de lo que manda la ley. La educación es una prioridad pero en los discursos no en el presupuesto nacional. La sociedad dominicana ha hecho bien en ponerse de frente al muro de los políticos para decirles que esto es lo que desea y cree que la sociedad necesita: más fondos para la educación.
Todos los candidatos hablaron de educación, de su compromiso, de que no podrían mirarle la cara a los organizadores del pacto si no cumplían lo que ha habían firmado. Es decir, que ahora todo es positivo para que la educación se fortalezca a partir del 2012. El presupuesto del próximo año y del año siguiente debe reflejar esta demanda.
Sin embargo, la falta de educación y de compromiso fue de tal magnitud que los firmantes no se pusieron de acuerdo para que el protocolo se rubricara con todos juntos, a una misma hora, en el mismo lugar. Todos estuvieron de acuerdo en que así fuera, menos el candidato oficialista, que prefirió firmar solo, sin la presencia de ninguno de los demás candidatos. No es un gesto de buena voluntad por la educación.
La Coalición hizo un gran esfuerzo, mantuvo a cientos de personas durante todo el día, desde las 9 de la mañana hasta las cinco de la tarde en el recinto de la Universidad Católica Santo Domingo, para que en un proceso escalonado, a horas diferentes, cada uno de los aspirantes a la presidencia fuera firmando el pacto, en solitario.
Esa es nuestra realidad. Esos son nuestros políticos. Ese es el criterio que prima en las actividades. La división, la desunión, el plato aparte predomina. Como si juntarse, dialogar, presentar sus ideas de buena gana les quitara un pedazo o desvirtuara sus puntos de vista.
Bien por la Coalición, que tuvo la cordura, la ecuanimidad, la voluntad y el tesón de mantener viva su demanda, de constituir un equipo de seguimiento sin posibilidad de ceder un minuto en su propósito, y que ahora puede presentar al país un logro maravilloso: Uno de los firmantes será presidente a partir de agosto del próximo año, y no tiene justificación para seguir violando la ley que le asigna el 4% del PIB a la educación.