La primera rendición de cuenta del presidente Luis Abinader, ante las Cámaras legislativas reunidas para escucharle, fue un acto marcado por el optimismo y el espíritu emprendedor del presidente y de su equipo.
Se trata de un mandato constitucional que se convierte en un acto político institucional. Así ha sido durante la historia democrática de la República Dominicana, desde la caída de la dictadura de Trujillo en 1961. Más que un acto de entrega de documentos sobre las realizaciones del año anterior, el 27 de febrero de cada año el presidente de la República está en condiciones de acudir a las cámaras legislativas, y de paso ante el país, para empujar sus propios proyectos como gobernante, solicitar el apoyo de los legisladores y de los ciudadanos, y explicar sus iniciativas y proyectos gubernamentales.
Y eso fue lo que hizo el presidente Abinader, especialmente en medio de la peor crisis de salud en que se ha visto involucrada la sociedad dominicana desde el nacimiento de su democracia. El presidente explicó la naturaleza de la crisis de salud en la que nos encontramos (sin hacer referencia a la destitución del ministro de salud unas horas antes de su informe), las acciones que ha emprendido y sigue poniendo en práctica el gobierno, incluyendo los esfuerzos para la obtención de las vacunas que necesitamos los dominicanos para inmunizarnos frente al Covid-19.
La otra gran crisis es la que se deriva hacia la economía por la pandemia de Covid, la pérdida de empleos, el apoyo a los más desfavorecidos y afectados por las restricciones, en particular a las empresas de la economía informal y a las empresas de sectores fundamentales en los servicios, como el turismo. Abinader y su equipo han manejado una economía de guerra, con la particularidad de que del año 2020 apenas gobernaron cuatro meses, con el agravante de que lo hicieron con las arcas del Estado vacías. Por lo dicho por el presidente, el pasado gobierno dejó las cuentas nacionales agotadas, y sin planes de por dónde debía marchar la continuidad de la cosa pública en medio de la Emergencia Nacional, además de que tampoco encaminaron acciones para la obtención de las vacunas.
En su gran esfuerzo para sembrar optimismo el presidente Abinader acaba de decir que ya la República Dominicana no es la misma que recibió, porque ha mejorado significativamente la eficacia de la administración pública, porque hay mucha más transparencia y porque no hay un régimen de impunidad que proteja a los corruptos y depredadores de los fondos estatales. Dijo que su mayor reforma ha sido la independencia del Ministerio Público.
El presidente detalló las acciones que ha emprendido su gobierno frente a la pandemia, en las áreas de salud, educación, economía, reformas del Estado, separación del Ministerio Público y de la justicia del control político partidario, y las actuaciones que sigue empeñado en echar adelante para cambiar la cultura política de clientelismo, abuso, ineficacia y corrupción a la que nos hemos acostumbrado.
El 15 de febrero se inició el Plan Nacional de Vacunación y para finales de junio se espera haber completado la vacunación del 80 por ciento de la población dominicana. Importante y simbólico que el presidente haya informado que su madre, Doña Sula Corona viuda Abinader, se vacunará cuando le toque, de acuerdo al cronograma que las autoridades han dispuesto para vacunar a personas mayores de 70 años.
Igualmente simbólico y significativo, el aplauso intenso y extenso solicitado por el presidente para todo el personal de salud que se ha echado encima la atención a los ciudadanos con Covid y que ha ofrecido servicios, información y actuado en los centros hospitalarios públicos y privados para proteger a la población dominicana. El otro aplauso, bien merecido, solicitado por el presidente fue para la diáspora dominicana, por su amor y apego a la patria, pese a vivir fuera, por su compromiso con el apoyo a los familiares en el país, por los más de 8 mil millones de dólares que cada año envían a la República Dominicana.
Son muchos los temas abordados por el presidente. Y nos satisface coincidir con varias de las decisiones anunciadas para los próximos meses y años, incluyendo inversión pública y realizaciones en infraestructura. Sin embargo, nos satisface la revisión del contrato de concesión que incluye un pago del “infame peaje sombra” a la empresa que construyó la carretera Santo Domingo-Nagua (Autopistas del Nordeste), y para cuya construcción recibió el 20 por ciento de costo total de parte del Estado. Esa empresa ha abusado del país y ha succionado fondos estatales que muy bien pudieran servir para atender otros muchos problemas urgentes y necesarios. Definitivamente, el presidente y su gobierno deben encontrar la forma de detener el abuso de esta concesión. Se trata de la búsqueda del “equilibrio económico” más abusivo de la historia dominicana.
También nos alegra la decisión de revisar la ley de hidrocarburos y la estructura de costos y beneficios que contiene esa legislación, y sobre la que se han montado grupos mafiosos y aprovechados, con pingues ventajas que perjudican a la mayoría de la sociedad dominicana, especialmente a los consumidores.
Finalmente, consideramos positiva la iniciativa legislativa del presidente para establecer el referendo como un recurso importante de la democracia dominicana.
Lamentamos algunas ausencias del discurso, que bien pudieron ser datos de advertencia al conjunto de la sociedad. La postergada reforma fiscal, por ejemplo. El endeudamiento externo y su impacto sobre la economía dominicana. Fue tema de conversación cuando se estuvo en la oposición, pero ahora parece no tener mucho interés. Los asuntos relacionados con el sector eléctrico, y las necesarias reformas que habría que poner en marcha, incluyendo qué hará el gobierno con Punta Catalina. Y la necesidad de impulsar reformas para proteger a las mujeres, especialmente relacionadas con sus derechos y el entaponamiento del Código Penal, que debe contener las tres causales como eximentes de responsabilidad para interrumpir un embarazo.
Volveremos sobre algunos de estos temas.