Más que justificado el reclamo hecho por la diplomacia dominicana ante Naciones Unidas ante el despropósito de su Consejo de Seguridad de abordar la crisis haitiana sin la participación de la República Dominicana.
Ignorar la importancia de nuestro país en cualquiera fórmula que procure soluciones a la problemática haitiana es un menosprecio inaceptable que tipifica algunas de las deficiencias del poderoso organismo de la ONU.
Dominado por Estados Unidos, Europa y China, el Consejo de Seguridad es un reducto politico global falto de representatividad y democracia. Con quince miembros en un foro de casi doscientas naciones, el CS se alza como un moderno reinado en el que los países pequeños tienen poca o nula incidencia.
Pendientes por años propuestas de reformas del Consejo, este exclusivo club de regentes del mundo exhibe en ocasiones escaso interés cuando no muy pobre conocimiento sobre regiones y problemáticas específicas que no atañen a sus particulares intereses.
Sin contar con la activa y decisiva colaboración de América Latina, y particularmente de países de la región, el Consejo de Seguridad solo evacuará la habitual retórica de buenas intenciones sin hurgar en las posibilidades reales y prácticas que demanda la grave situación haitiana.
Tras el asesinato del presidente Jovenel Moise, la respuesta de la comunidad internacional ha de ser una en la que no se discriminen actores, y el papel de la República Dominicana es clave en cualquier escenario que implique la búsqueda de resultados positivos.
Hasta el mes de diciembre del 2020 la República Dominicana fue miembro titular del Consejo de Seguridad, y nuestro embajador José Singer realizó esfuerzos extraordinarios para que los países desarrollados asumieran un compromiso de apoyar más decididamente la democracia en Haití. No fue posible. La situación no pasó de palabras de buena voluntad y consultas, además del mantenimiento de la Misión Internacional de seguimiento a Haití.
Por lo visto, la ONU no hará nada para que Haití supere su deteriorado panorama. RD pasó dos años explicando sus razones para que se hicieran esfuerzos para apoyar el progreso y los avances democráticos en Haití. Aunque sea dramático decirlo, tal vez la única oportunidad en que un organismo con la ONU se comprometa es si los haitianos entraran en un proceso de guerra civil que tenga el riesgo de expandirse fuera de sus fronteras.
Por demás, está claro que el desaire del Consejo de Seguridad con la República Dominicana es más que lamentable.