Este año 2020 será de cambios. Y lo celebramos. Habrá cambios en los municipios, en los gobiernos locales, incluyendo las grandes ciudades, como El Distrito Nacional y en Santiago. Habrá cambios en el gobierno central. Danilo Medina ya no será presidente a partir de agosto de este año. Un nuevo presidente será electo en mayo. Habrá cambios en el Congreso Nacional, y por supuesto habrá cambios en la composición de las fuerzas políticas representativas.
Esos cambios vaticinan una renovación de las instituciones estatales. Los cambios traen siempre aires nuevos, expectativas, además de políticas nuevas y caras nuevas, no importa quien resulte electo presidente de la República.
Las democracias se fortalecen con la alternancia. Es posible que haya alternancia en el partido que gobierna desde el 2004, y en caso de que no lo haya, habrá alternancia en la presidencia de la República. Es otro el candidato y no el presidente actual. Democracia implica que aunque tengan las mismas convicciones, los ejecutivos tendrán visiones distintas sobre quiénes son las personas con más condiciones para desempeñar las funciones más delicadas que decide el Poder Ejecutivo.
En caso de que gana un partido diferente del que gobierno en la actualidad, los cambios serán más profundos, tanto en el manejo de la economía como en las concepciones que se pongan en marcha en políticas sociales, políticas públicas, equidad, redistribución del ingreso, combate a la pobreza, deuda pública, educación, salud, generación de empleos o políticas de compensación social.
Y un aspecto que nos importa a todos y que llama la atención con gran poder de atracción: El combate a la corrupción, la investigación de los casos más sonados, el destape de los contratos concedidos de grado a grado, el control de los mecanismos de persecución como el Ministerio Público, y las relaciones internacionales. Todo eso cambia sustancialmente. La economía la mueve generalmente el sector privado, y seguirá creciendo, pero el Estado establece las políticas de incentivos, las restricciones, los impuestos. El Estado estimula, abre puertas, ofrece garantías a los inversionistas, realiza acuerdos con otros gobiernos.
Un elemento adicional se presenta ahora, en las elecciones del 2020: La aparición de una tercera fuerza política, como bloque electoral. La Fuerza del Pueblo junto a Unidos Podemos, que encabeza Leonel Fernández, representa una nueva opción distinto del PLD -de donde ha salido- y del Partido Revolucionario Moderno, principal fuerza de la oposición. Esa tercera fuerza política podría representar un obstáculo para el PLD, porque saliendo de las entrañas de ese partido, le conoce en sus estrategias electorales y en su comportamiento para mantener el poder. Leonel Fernández aparece ahora, más que como candidato como enemigo de la continuidad de su antiguo partido en el poder.
Esa podría ser una gran diferencia. La otra es que surja una cuarta opción política, con recursos y capacidad de movilización, para presentar un candidato presidencial que hasta ahora no se había contemplado: El actual alcalde del Distrito Nacional, David Collado, avalado por un partido nuevo, País Posible. Esa posibilidad dividiría los votos de la oposición y generaría una batalla política electoral más complicada para las opciones contrarias al PLD.
El cuadro es de cambios para este 2020, pero parece complejo, si se perfilan nuevas opciones. Es democrático que así sea, pero una de las ventajas que Joaquín Balaguer siempre aprovechó para quedarse con el poder fue, casi siempre, las grandes distancias que había entre los partidos que se le oponían. Apenas estamos comenzando este año electoral, y estamos a un mes y 15 días de las elecciones municipales.