La República Dominicana está en posibilidad de hacer frente, con legalidad y humanismo, al tema de la migración haitiana que por varias décadas incentivó el gobierno para desarrollar la industria azucarera.

Hubo una época, hay que recordarlo, que en el país se habló de la danza de los millones, porque la industria del azúcar daba para eso y para hacer crecer el país. Fueron muchos los beneficiarios. La mano de obra más importante fue importada, casi comprada, al régimen dictatorial haitiano.

Una gran parte de esa mano de obra se quedó en el país, formó familia o trajo la que tenía en Haití, le nacieron hijos y se insertaron como parte de la cultura, como ocurre con miles de dominicanos que formaron familia y se establecieron en Estados Unidos, España, Alemania o en Puerto Rico.

Las minorías, y en el caso dominicano los dominicanos de origen haitiano son una minoría, han adquirido derechos. En las recientes elecciones de Alemania 34 diputados de origen extranjero fueron electos para formar parte del poderoso Bundestag, incluyendo al ciudadano de origen africano Karamba Diaby.

“Karamba Diaby no es el único diputado con raíces en el exterior del futuro Bundestag. Junto a él hay otros 33 políticos de origen extranjero —11 de ellos nacidos en Turquía o de origen turco— que fueron elegidos para ocupar un escaño. Todo un cambio que puede marcar un nuevo rumbo en un país que hasta no hace mucho ignoraba a sus minorías: 5,8 millones de personas llegadas a Alemania desde el exterior y que hoy tienen derecho a voto”. Eso dice una nota periodística publicada por El País, de España, del pasado 25 de septiembre.

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