Este 16 de agosto se inicia la cuenta regresiva de los últimos 12 meses de gobierno del doctor Leonel Fernández, quien ha gobernado consecutivamente durante los últimos siete años, y alternadamente, durante doce años.

Con la cuenta regresiva que se inicia este martes, el doctor Leonel Fernández trilla el camino para completar 12 años de gobierno, como los tuvo el doctor Joaquín Balaguer entre 1966 y 1978, y que condujeron al país por un período traumático, con serias limitaciones en las libertades públicas y muchas denuncias de corrupción en el tren gubernamental, que incluso llevaron al doctor Balaguer a decir que la corrupción se paralizaba en la puerta de su despacho presidencial.

Como buen político que sabe engarzar bien sus discursos, el doctor Fernández ha sido presidente en tres ocasiones, y para alcanzar la silla presidencial ha derrotado a sus contendientes José Francisco Peña Gómez (1996), Hipólito Mejía (2004) y Miguel Vargas Maldonado (2008). Realizó una reforma constitucional en la que quedó prohibida la reelección presidencial consecutiva y en la que se introdujeron reformas políticas fundamentales al sistema electoral, al sistema judicial y a la organización de la estructura del Estado Dominicano.

Leonel Fernández es el más exitoso de los políticos dominicanos después de Joaquín Balaguer. Balaguer reinó y pudo mantener un predominio sobre la sociedad que aún hoy subsiste, porque precisamente Leonel Fernandez ha rescatado algunos de sus más retorcidos modos de utilizar el poder: el clientelismo, en lo político, la inversión en grandes obras de infraestructura sin obedecer a un plan racional ni tomar en cuenta a la gran mayoría, en lo económico, y la relegación del sistema educativo y del sistema de salud, en la parte social.

El sistema económico de la sociedad dominicana es excluyente, privilegia a los ricos, quita el dinero a los pobres, brinda migajas insignificantes para paliar la pobreza, con lo cual se incentiva el clientelismo, y la figura presidencial se convierte casi en providencial para una gran parte de los pobres del país.

El sistema político sigue sustentado en los grandes partidos, que tienen una dependencia de los fondos públicos para sus actividades, y el Estado es la fuente nutriente de todo cuanto ambicionan los líderes de los partidos. No hay planes consistentes, que respeten las leyes ni la Constitución, ni se avizora algún compromiso para que el sistema sea más equitativo, de modo que puedan surgir nuevas fuerzas políticas que nieguen el pasado de ignominia, vergüenza y arrebato de los partidos tradicionales que han gobernado a este país.

En lo social no se ha permitido que el movimiento popular sobreviva, que los sindicatos asuman políticas con honestidad y consistencia y que defiendan los intereses populares. Las payolas del gobierno, los sobornos, las posiciones públicas, los privilegios han corroído a los líderes sindicales y populares, y quienes aspiran a que haya una alternativa distinta es porque insisten en una quimera.

Leonel Fernández cumple hoy siete años continuos en el gobierno. Le queda un año para perfilar la imagen que él desea se quede en la conciencia dominicana sobre su gestión. Tiene una obra realizada. Ha administrado más dinero del que se haya tenido idea en la historia de la República Dominicana. Aún tiene tiempo para corregir algunos yerros y desviaciones, para sentar algunos ejemplos, para cumplir algunas de las muchas promesas que hizo y que no se han hecho realidad, e incluso para hacer justicia en algunos casos que no tienen explicación.

Solo él decidirá lo que corresponde hacer en un año de gobierno cuando ya van siete años seguidos.