Nuestros políticos cuando están en la oposición suelen ser los críticos más duros e inflexibles de los yerros de sus competidores en el gobierno.

Como opositores siempre están prestos a solidarizarse con los reclamos de la ciudadanía, sobre todo cuando se trata de causas que generan amplio apoyo popular.

Sus juicios pasan de la severidad al tremendismo, y son ligeros al calificar se incapaces a los que gobiernan cuando un problema no es resuelto como reclama la gente.

Pero una vez que los opositores se convierten en gobernantes, y los del gobierno pasan a la oposición, los papeles se invierten.

Aquellos que prometían resolver tal o cual problema sin demora, pues todo era asunto de sustituir a los incapaces que antes gobernaban, de pronto comienzan a decir que ese tema es un asunto que deben encarar tanto gobernantes como opositores, tanto el Estado como el sector privado.

La historia es conocida hasta la saciedad. Se convoca a diálogos, talleres, discusiones, se pide el apoyo de los grupos de influencia en la sociedad, y se insta a la población a empoderarse, “porque el gobierno no puede enfrentar solo todos los problemas”.

Si de ayudar a gobernar se trata, el pueblo está ayudando a que se gobierne mejor al exigir la inversión mínima necesaria para la educación. Si de empoderamiento se trata, el pueblo se ha empoderado para llevar a las autoridades a su propia legalidad, a que cumpla con su Constitución y con su ley

Pues bien, el pueblo dominicano les ha tomado la palabra,  y se ha “empoderado” con el tema de la educación. La sociedad, prácticamente al unísono, ha tomado conciencia de que la República Dominicana no alcanzará el desarrollo, y por vía de consecuencia elevar el nivel de bienestar de su gente, si no revoluciona su sistema educativo.

La población está harta de que nuestros gobiernos no hagan nada serio ni consistente para mejorar nuestra educación. Está harta de que en los informes internacionales más importantes, como el que recientemente entregó el Foro Económico Mundial, la República Dominicana siga apareciendo entre los peores lugares del mundo.

El pueblo dominicano se ha empoderado del tema de la educación, y como corresponde está exigiendo que el Gobierno cumpla con su propia ley y con la Constitución, e invierta en este servicio fundamental el 4% del Producto Interno Bruto o el 16% del Presupuesto Nacional, siempre escogiendo la partida más elevada de las dos.

Si de ayudar a gobernar se trata, el pueblo está ayudando a que se gobierne mejor al exigir la inversión mínima necesaria para la educación. Si de empoderamiento se trata, el pueblo se ha empoderado para llevar a las autoridades a su propia legalidad, a que cumpla con su Constitución y con su ley.

¿No llamaban ustedes, señores del Gobierno, a que el pueblo asumiera los problemas junto con las autoridades, porque los males del país son responsabilidad de todos y todas?

Pues eso es exactamente lo  que ha hecho el pueblo, y lo demostró una vez más este domingo, 2 de octubre, con la gran caminata por el 4% por una educación digna y de calidad.

Sin el Gobierno no cumple, entonces que no convoque más a la ciudadanía a empoderarse ni celebre más diálogos ni discusiones, pues de palabrerías, discursos y promesas ya estamos más que hartos.