Las carreteras dominicanas resultan inseguras. La delincuencia se oculta tras los árboles y en cualquier momento atacan a los conductores, o les colocan obstáculos en las vías públicas para provocar accidentes.

Aprovecharse de los accidentados es muy común. Les roban los objetos de valor y abandonan a las personas heridas.

Acaba de ocurrir con la diseñadora de interiores Sandra Ehlert, en el trayecto entre Santo Domingo y Juan Dolio. Su vehículo fue agredido a pedradas, y ella misma resultó herida. Una piedra destruyó parte del cristal delantero del vehículo de Sandra, la golpeó en el hombro y el brazo izquierdo, pero no se detuvo y por tanto no les fue posible a los agresores robarle, que era el propósito de esta acción deleznable.

Hematoma en el brazo derecho de Sandra Ehlert

A muchas personas les ha ocurrido esto. En la carretera del Cibao, en la carretera del Este y en la carretera del Sur. A varios artistas, que se desplazan en horas de madrugada les ha ocurrido, y algunos han sido perseguidos y agredidos a tiros.

En horas de la noche, o después de las 6 de la tarde, es casi imposible encontrar un agente del orden en transporte. Y mucho menos en las carreteras encontrar agentes de protección, al margen de los vehículos de seguridad y apoyo del Ministerio de Obras Públicas.

Las carreteras dominicanas son el resultado de una gran inversión económica del Estado, para garantizar su fluidez y la seguridad de los transeúntes. El turismo dominicano aprovecha las obras viales para expandirse. Si el Estado no está en capacidad de ofrecer seguridad a los ciudadanos que transitan en sus vehículos, a cualquier hora del día o de la noche, estamos ante un serio desafío de la delincuencia.

Golpe en el hombro y el brazo derecho de Sandra Ehlert

El caso de Sandra Ehlert puede considerarse uno más. Pero son cientos y probablemente miles las personas agredidas y asaltadas en horas de la noche en las autopistas dominicanas. La imagen que transmitimos es de desamparo de los conductores, de que nuestras obras viales son seguras en el día, pero en las noches se convierten en propiedad de la delincuencia y quienes se atrevan a transitar por ellas corren el riesgo de ser agredidos, asaltados y asesinados.

Nuestras autoridades han pensado en la seguridad vial en doce horas del día, las horas iluminadas, y carecen de políticas de seguridad en las doce horas no iluminadas por la luz del sol. En esas doce horas de la oscuridad los delincuentes son los que mandan. De ese modo no habrá seguridad, pero tampoco habrá turismo, ni habrá capacidad de transportar los alimentos ni muchos otros productos necesarios en el intercambio normal de nuestras regiones.

No perdamos tiempo, aportemos seguridad y tranquilidad a los que se movilizan en horas de la noche.